En el amplio Salmo 18, David celebra como la Deidad le ha ayudado en sus dificultades. Ha comprobado el resultado de hacerse vulnerable: pedirle ayuda y andar alineado con su voluntad: “ En mi angustia invoqué al Señor y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo y mi clamor llegó hasta sus oídos.” (V.6) “ El Señor me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado, porque yo he guardado los caminos del Señor, y no me aparté impíamente de mi Dios,” (V. 20-21) El resultado de su experiencia le lleva a percibir a la Divinidad como un castillo donde refugiarse: “ Señor, roca mía y castillo mío, mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.” (V. 2) Hay dos preguntas que me hago hoy y que quiero responder con profundidad: ¿Como percibo a Dios en mi vida en estos momentos? ¿Acudo a Dios en mis dificultades tratando de alinearme con su voluntad?
en una era denominada post-cristiana