miércoles, 26 de enero de 2022

Me adentro en los últimos capítulos del libro, donde el autor nos da reseñas de siete reyes. Resumidamente nos encontramos con esto:

Manasés (33:1-18): este rey que empieza muy mal, practica adoración a dioses paganos, consultaba a adivinos y encantadores, hasta el punto de pasar sus hijos por fuego. Acaba siendo llevado cautivo por los asirios y en su desolación se humilla y clama a Dios pidiendo ayuda y Dios le restaura. Acaba reinando en armonía con la Vida de Dios.  

Amón (33:21-25): hijo de Manasés, se habla poco de él, pero empieza y acaba mal sirviendo en todo momento a ídolos falsos. 

Josías (34-35): este rey empieza y no acaba mal. Lleva a cabo reformas espirituales. Encuentra un libro de la ley que le ayuda a ver lo abominable que es vivir como el pueblo ha vivido y llora en arrepentimiento. Una profetisa (si, Dios llegó a usar mujeres a pesar de una cultura de dominación machista, lo cual da esperanza para el futuro) le dice que las consecuencias del pecado del pueblo no llegará gracias a su arrepentimiento. Josías celebra la Pascua, lo cual es una nueva señal del cambio social producido. Acaba muerto en una batalla en la que se involucra imprudentemente, pero el pueblo elogia su reinado.  

Joacaz (36:1-4): hijo de Josías, solo reina tres meses porque el rey de Egipto lo destrona y pone en su lugar a su hermano Eliaquim quien acabó llamándose Joacim.

Joacim( 36:5-8): hermano de Joacaz hizo lo malo y acabó cautivo en Babilonia.

Joaquín (36:9-10): Joaquín hijo de Joacim reinó solo tres meses, hizo lo malo y fue llevado también a Babilonia. El rey de babilonia que lo destronó puso en su lugar a su hermano Sedequías.

Sedequías (36:11-21): hizo lo malo ante Dios, no se humilló ante las palabras del profeta Jeremías, ni ante otros profetas que Dios le envío, de quienes el rey se burlaba, lo cual trajo la invasión de los caldeos y la deportación a Babilonia.

Y el libro acaba con la aparición de un decreto por medio del rey Ciro de Persa, quien declara que el templo judío destruido debe ser edificado de nuevo (36:22-23). 

Hecho este resumen, no puedo dejar de destacar la historía de Manasés, ya que se coloca ante nuestros ojos como un arquetipo de la transformación espiritual de los seres humanos.

Las acciones de Manasés son horribles, llenas de oscuridad incluyendo sacrificios terroríficos de niños. El cronista ve la destrucción de su reino como un resultado de su estilo de vida:

"Debido a eso el SEÑOR hizo que los comandantes del ejército de Asiria invadieran el país. Ellos capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce." (33:11)

Pienso en todos esos aspectos, que aun siendo destructivos para mi y para quienes me rodean, acaban siendo incorporados en mi estilo de vida y aun normalizados. En mi experiencia, estos aspectos me llevan tarde o temprano a un momento de consciencia de mi opresión, un momento de crisis donde experimento desolación.  Bendita crisis, si esta es la única que nos ayuda a salir de un camino tan seco y destructivo.

"Pero cuando se vio en semejante situación tan angustiosa, rogó al SEÑOR su Dios y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. Manasés oró a Dios, él atendió su súplica y le permitió volver a Jerusalén y regresar a gobernar. Así fue como Manasés comprendió que el SEÑOR es Dios." (33:12-13)

Es interesante que entre la lista de reyes de esta porción tenemos el ejemplo de Josías que se humilló ante Dios desde un estilo de vida en armonía con Él. Josías no se sumergió en un estilo de vida tan oscuro como el de Manasés y su nivel de crisis le permitió avanzar sin caer en profundos pozos.

Otros como Sedequías, nunca se arrepintieron, y solo experimentaron la caída en la oscuridad más profunda.

¿Cuáles reyes representan mejor las diferentes etapas de mi camino espiritual hasta aquí? ¿Qué me enseñan estas historías sobre la fidelidad de Dios y su voluntad para mis días venideros?

El final del libro es increible. El pueblo está cautivo, y el rey de Persia, llamado Ciro, dice lo siguiente:

"«Ciro, rey de Persia, decreta lo siguiente: »El SEÑOR, Dios del cielo, me dio todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, que está en el territorio de Judá. Así que todo aquel que pertenezca al pueblo de Dios, que el SEÑOR su Dios lo acompañe y se vaya para allá»." (36:23)

Historicamente, tras estas palabras toca el regreso del exilio y las maravillosas historias de Esdras y Nehemías. El cronista se encuentra en un momento histórico en el que conoce estas historias, pero sin embargo, no las señala, deja este final así, abierto e incompleto. 

Esto nos hace pensar que aun la vuelta del exilio y la reconstrucción del templo, no parecen satisfacer totalmente las promesas futuras de renovación de las que hablaron los profetas. Sabemos por los libros que narran estas historias que así es, no nos encontramos con ninguna panacea y muy probablemente sigamos con hambre de una mayor paz y bondad en el mundo a través del liderazgo de la línea de David. Es por ello que las Escrituras acaban señalando a un hijo de David diferente. 

El Mesías prometido, al que nosotros tenemos el privilegio de contemplar desde esta parte de la historia y que se llama Jesús, pone patas arriba esta cultura violenta de dominación a la que nos tiene acostumbrados muchas porciones del Antiguo Testamento. El va a invadir este mundo no con espada sino con mostrar misericordia, gracia y perdón. Un reinado diferente, donde la invitación es someternos voluntariamente al Amor y la Vida que es Dios. 

Es gracias a Jesús que ante nuestros horribles pasados, nuestros errores más indeseados no solo encontramos perdón sino también un abrazo que nos sana y levanta para el próximo tramo del viaje. En él, vemos los principios prácticos y tenemos una imagen real de lo que consiste vivir en armonía con la Vida.

¿Cuáles son las crisis que te han ayudado a madurar? ¿Qué has aprendido de ellas? ¿Qué piensas acerca de ver a Jesús como la esperanza de plena restauración de tu vida y del mundo?




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martes, 25 de enero de 2022

Me adentro en la porción donde se describe la vida del rey Ezequías, el cual es elogiado por el cronista. Las actitudes y hechos de Ezequías nos recuerdan al rey Salomón, por lo que esta porción nos presenta un momento lleno de reformas sociales y espirituales importantes: el restablecimiento del culto en el templo, una celebración de la Pascua multitudinaria y la reorganización del servicio de los sacerdotes y levitas.

Lo que ha llamado mi atención son tres momentos de oración en la vida del rey que nos conecta con algunos principios importantes para la formación espiritual.

El primer momento es cuando el rey se propone retomar la celebración de la Pascua y hace un llamado en busca de una participación amplia. La llamada tiene éxito, pero en la multitud  que viene para celebrar hay muchos que no han cumplido con el rito de purificación establecido en la ley. La respuesta de Ezequías nos lleva a pensar en su flexibilidad y capacidad  de reconocer que la ley es un medio, una herramienta para el encuentro con Dios, y que por lo tanto, no debemos caer en darle un lugar que solo le corresponde a Dios mismo:

"En efecto, mucha gente de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón participó de la comida de Pascua sin haberse purificado, con lo cual no actuaron conforme con lo establecido. Por eso Ezequías oró así por ellos: «SEÑOR, tú que eres bueno, borra el pecado de todo aquel que ha decidido de todo corazón seguirte a ti, SEÑOR, Dios de sus antepasados, aunque no esté purificado tal como lo requieren las normas de purificación del templo». El SEÑOR escuchó la oración de Ezequías y perdonó al pueblo." (30:18-20)

Qué fácil es escondernos detrás de nuestras prácticas religiosas y perder de vista lo que realmente es importante. Es muy interesante que Jesús, nuestro Maestro, a menudo fue acusado de no cumplir con lo establecido en la ley, sin embargo, desde el punto de vista de la espiritualidad profunda, él es para nosotros el verdadero cumplimiento de la ley. 

¿Hay en mi rigidez cuando ciertas prácticas no se llevan a cabo como estoy acostumbrado? ¿Qué me ayuda a entender la diferencia entre lo que son medios y lo que son fines? Piensa en un medio que ha servido para un fin santo y loable y trata de ver si este medio ha sido modificado a lo largo de la historía o incluso a lo largo de tu vida. 

El segundo momento es cuando el reino de Ezequías sufre la invasión de Senaquerib, rey de los asirios, desafiando al pueblo a que su Dios no podrá librarles de ellos. 

"Les decían que el Dios de Jerusalén era igual a los dioses de los otros pueblos de la tierra obra del ser humano. Debido a esto, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron y pidieron ayuda al cielo. Entonces el SEÑOR mandó a un ángel que aniquiló a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria y este se vio obligado a volver a su país, cubierto de vergüenza. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron a espada. Así fue que el SEÑOR salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos del rey de Asiria y de todos sus enemigos, y le dio paz en todas sus fronteras." (32:19-22)

Dios no ha prometido librarnos de todas nuestras dificultades en la vida, pero somos llamados a confiar y acudir ante toda circunstancia ante Él. A veces Dios cambia las circunstancias externas que nos oprimen, como en esta historia, y a veces cambia nuestra actitud interior ante lo que no podemos cambiar. A veces hace ambas cosas, pero sea como sea, las dificultades no tienen el mismo efecto cuando confiamos en Dios que cuando no confiamos en él. 

¿Hay alguna circunstancia en tu vida que te preocupa? ¿Cómo te ayuda el ejemplo de Ezequías a responder?

El tercer momento en la vida de Ezequías viene acompañado de su debilidad y limitación. A pesar de que el cronista lo coloca en una posición ejemplar, Ezequías también experimentó responder sin tener en cuenta a Dios, desde un corazón altivo. El caso es que enfrentó la enfermedad y volvió a orar al Señor, quien le sanó. Pero ante tanta bendición, el rey se enalteció ¿Acaso no es este uno de los peligros cuando tomamos consciencia de los privilegios que tenemos?

"En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. Entonces oró al SEÑOR, quien le respondió y le dio una señal. Pero Ezequías no agradeció el favor recibido, sino que se llenó de orgullo, y eso hizo enojar a Dios contra él y también contra Judá y contra Jerusalén. Pero luego Ezequías dejó el orgullo de su corazón y se humilló junto con los habitantes de Jerusalén. Entonces mientras Ezequías vivió, el SEÑOR no volvió a descargar su ira contra ellos." (32:24-26)

No sabemos como experimentaron lo que el cronista denomina "Dios se enojó contra él", pero sospecho, que muy probablemente tuvo que experimentar alguna situación que le recordara que el no tenía el control que por un momento pensó que tenía.

¿Cuántas veces no andamos en la vida desde un corazón enaltecido? Ante nuestros privilegios (estos pueden venir desde el contexto social, psicológico o espiritual), miramos a los demás desde arriba por cuestión de género, cultura, posición en alguna organización... o más sutilmente declarando que me relaciono con Dios, él es mi amigo, responde mis oraciones... y entonces llega la caída. Nos salimos del lugar de armonía. La soberbia espiritual debe ser identificada y tratada a tiempo. Ezequías es un ejemplo de ello. 

Quizás por este problema de orgullo espiritual, es que nuestro Maestro a menudo nos invitó a verle donde más nos cuesta. En el tiempo de Jesús, el Maestro escandalizó a muchos por mostrar la vida de Dios en las mujeres, los niños, las personas samaritanas, publicanas, pobres y prostitutas... Cuando solo vemos la bendición y la vida de Dios en nosotros, es muy posible que nos estemos enfermando de esta ceguera espiritual.

¿Qué me ayuda a disfrutar de las bendiciones de Dios sin caer en colocarme en la altivez ante los demás?

La porción de hoy me invita a tres cosas:

1) Flexibilizar mi rigidez religiosa

2) Llevar toda opresión a Dios en confianza

3) Reconocer el problema de mi orgullo espiritual

¿En cuál de estas tres cosas siento que debo poner más atención en este momento?





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sábado, 22 de enero de 2022

Al leer los capítulos del 21 al 28, me encuentro con ocho personas que reinaron en Judá: siete hombres y una mujer. Si resumimos lo escrito por el cronista, nos encontramos con un guión excelente para una serie tipo "Juego de Tronos".  La descripción nos habla de una cultura violenta, basada en la espada y el poder impuesto. En medio de esta estructura de dominación, a veces vemos destellos de personas que desean someterse a Dios y encontrar así un cambio social, sin embargo, las reformas externas, si bien traen ciertas mejorías, no siempre son en estos relatos una señal de que ha habido una transformación profunda del corazón, y al final, los reyes y el pueblo con él, a menudo siguen viviendo con poca o ninguna armonía con la Vida. Veamos un resumen de estos ocho reyes:

El primero es Joram quien hizo lo malo, mató a sus hermanos. El profeta Elías le reprende y acaba con una horrible enfermedad (capítulo 21).

El segundo es Ocozias, quien su madre Atalía le aconsejó que hiciera lo malo (22:1-9).

La tercera es Atalía, madre de Ocozías, quien cuando muere su hijo mató a toda la familia del rey de Judá y reinó ella, pero no pudo matar a Joás, al cual escondieron (22:10-12)

El cuarto es Joás, el que fue escondido para que Atalía no lo matara y a quien el sacerdote Joyadá le ayuda para que sea proclamado rey. Este sacerdote manda matar a Atalía. Con Joás parece que hay cierta renovación: compromiso a ser el pueblo del Señor, destruyen templo, estatuas y altares de Baal (Capítulo 23), reconstruye el Templo del Señor y el sistema de contribución. En todo este tiempo el sacerdote  Joyadá acompaña a Joás. Pero cuando muere Joyadá el pueblo adora dioses paganos y entra en escena el profeta Zacarías (hijo de Joyadá) a quien matan en un periodo en el que Joás ha olvidado todo lo que le enseñó Joyadá. Finalmente los Sirios vencen a Joás quien acaba siendo matado por sus propios funcionarios (Capítulo 24)

El quinto es Amasías, quien agradó al Señor, pero no de todo corazón (25:2), por lo que acabó adorando a los dioses Amonitas y reprendido por un profeta. Finalmente es derrotado por el rey de Israel. (capítulo 25).

El sexto rey es Uzías, quien agradó al Señor, lo cual el cronista lo relaciona con su éxito, pero acabó siendo arrogante y quizo ofrecer incienso al Señor, cosa que solo podía hacer el sacerdote y esto le llevó a padecer la lepra. (Capítulo 26).

El séptimo es Jotán, quien agradó al Señor con la excepción de que no entró al templo (27:2) y el pueblo continuó con prácticas perversas. Pero se hizo poderoso, el cronista se lo atribuye a que tomó la decisión de seguir al Señor. Este es el rey del que se habla mejor en comparación con los otros siete de esta porción (Capítulo 27).

Por último, se nos habla del rey Acaz, quien andó en mal camino. Hizo  baales y cometió la atrocidad de ofrecer sacrificios de niños al fuego. Este rey fue derrotado por los Sirios y el rey de Israel. Los Israelitas hacen esclavos a gente de Judá y un profeta pide que los libere. Los edomitas y filisteos acaban atacando a Acaz y este pide ayuda al rey de Asiria, que en vez de ayudarle lo saquea. Este rey siguió adorando dioses paganos. (Capítulo 28).

El cronista, entre otras cosas, me lleva a pensar en la importancia de como influyen las personas que nos rodean (Atalía influye para mal a Ocozías y el sacerdote Joyadá influye para bien a Joás). Sin embargo, el relato nos deja ver que esta influencia, aun cuando es positiva en el caso de Joyadá, no es suficiente ni determinante. Parece que también hay una responsabilidad interior que no siempre se lleva a cabo (viene a mi mente también el caso de Judas el discípulo que traicionó a Jesús). 

Pensando en el valor del acompañamiento espiritual, me doy cuenta también de lo importante que es aprender y enseñar a conectar con Dios desde lo profundo de nuestro corazón. Es fácil acompañar para solamente enseñar a obedecer una serie de ritos y normas, sin embargo estas no necesariamente son un reflejo de transformación interior. A veces, nuestra evaluación de la vida espiritual se hace desde lo externo: si nos reunimos regularmente con otros cristianos, si participamos en estos eventos, si hemos asumido esta práctica espiritual, es porque todo debe estar bien. Pero no debemos engañarnos, no debemos quedarnos en la superficialidad. La espiritualidad debe llevarnos a una mayor consciencia de lo que realmente hay en nuestro interior y es fácil esconder lo que hay en medio de ritos piadosos.

En mi limitada experiencia espiritual, valoro mucho el examen interior. Ser acompañado por personas que me hacen preguntas incómodas, que me invitan a sacar a la luz las intenciones más secretas de mi corazón me parece clave. Por supuesto, este acompañamiento, no sirve para nada si yo no estoy dispuesto a responsabilizarme del proceso, a ser sincero, honesto, vulnerable... Soy consciente de que Dios es quien nos regala estos acompañamientos y la luz para responder a los mismos, pero a mi me toca eso mismo: recibir su regalo y responder con humildad. La gracia que nos transforma no nos lleva a estar de brazos cruzados. El pasar de una espiritualidad superficial a una profunda no se hace sin salir de nuestra zona de comodidad. Aprender el arte de la escucha profunda es parte del Camino. 

¿Quiénes son las personas que más te han ayudado en tu vida espiritual? ¿Qué es lo que has aprendido de estas personas? ¿Qué es lo más difícil en una práctica espiritual comunitaria e individual que no se quiere quedar en la superficialidad? ¿Qué incluirías para un acompañamiento espiritual más profundo y transformador? ¿Con que personas puedes ser totalmente sincero con respecto a lo que sientes o a veces piensas sin sentirte juzgad@?


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viernes, 7 de enero de 2022

BUSCANDO LA GUÍA DE DIOS (2ª CRÓNICAS 17-20)

Los capítulos del 17 al 20 nos habla de la vida de Josafat, rey de Judá, destacando que en líneas generales, tuvo en cuenta el camino del rey David:

"El SEÑOR estuvo con Josafat porque él vivió tal como vivió anteriormente su antepasado David. No buscó ayuda de Baal porque Josafat seguía al Dios de sus antepasados y vivía de acuerdo con sus leyes. No siguió el mal ejemplo de los israelitas." (17:3-4)

Sin embargo, Josafat acabó vinculándose a Acab, rey de Israel, al que el cronista no considera alineado con Dios (ver 19:2). Acab le propone a Josafat unirse a él para luchar contra Ramot de Galaad a lo que este le contesta:

"Pero primero consultemos al SEÑOR para ver lo que él dice." (18:4)

A pesar que Acab reune a 400 profetas y todos coinciden con que deben ir a la batalla, Josafat plantea lo siguiente:

"Pero Josafat les dijo: —¿Hay otros profetas del SEÑOR por acá? Si hay, deberíamos preguntarles lo que dice Dios." (18:6)

Aquí entra en escena el profeta Micaías, el cual era aborrecido por Acab, debido a que en varias ocasiones no le había profetizado lo que el deseaba escuchar:

"El rey Acab contestó: —Hay otro profeta, Micaías hijo de Imlá, pero lo detesto porque cuando él habla de parte del SEÑOR nunca me dice nada agradable. Siempre dice lo que no me gusta. Josafat le dijo: —El rey no debería hablar así." (18:7)

Estaba muy claro lo que el rey Acab quería escuchar, y es por ello, que quienes buscan al profeta Micaías, le animan a agradar al rey con sus palabras, pero sin embargo, este profeta no parece muy interesado en agradar a las personas, sino más bien en ser sincero y coherente con la guía del Señor:

"Entretanto, un oficial fue a buscar a Micaías y le dijo: —Todos los profetas sin excepción están diciendo que el rey va a tener éxito. Así que te conviene acomodar tu mensaje al de ellos. Pero Micaías contestó: —Nada de eso. Te aseguro por el poder del SEÑOR que yo le diré al rey lo que mi Dios me diga." (18:12-13)

En el caso de Micaías, decir lo que Dios le estaba mostrando, significó rechazo y sufrimiento para él:

"Diles que el rey ordena que lo pongan en prisión y que sólo le den un poco de pan y agua. Manténganlo ahí hasta que yo vuelva de la batalla." (18:26)

El texto de hoy me hace pensar en la importancia de alinear lo que escucho y lo que digo con el Creador y Sustentador de la vida. ¿Has tenido claro algunas directrices de Dios para tu vida que a la vez no parecen ser bien recibidas por tu entorno más cercano? ¿Preferimos no experimentar el rechazo de los que no entienden el camino que Dios nos ha mostrado?

En mi caso, a veces he sentido la dificultad de responder al llamado de una vida más sencilla en medio de un mundo consumista y materialista ¿Cómo no hacer aquello a lo que todos están apuntando en fechas de consumismo? ¿Cómo responder a quienes me están animando a seguir la corriente?

En otras ocasiones, se trata de algo mucho más específico, estoy convencido de que Dios está guiándome a involucrarme en un asunto concreto, sin embargo, personas a las que valoro me desaniman ¿Qué voy a hacer?

En la formación espiritual, el consejo de los más maduros es muy importante (ya lo vimos con Roboam en 1ª Crónicas 10:7), pero no podemos perder de vista que un objetivo básico en el discipulado es alinearnos con lo que el Espíritu de Dios nos está indicando de una manera clara. 

A veces esta claridad requiere tiempo, como en el caso de esta historia, pues aunque los 400 profetas coincidían en que Dios daría la victoria si iban a la batalla, da la impresión que la espiritualidad de Josafat, a pesar de su desvío en vincularse con Acab, le permitía no quedar totalmente tranquilo, hasta el punto de decir: "—¿Hay otros profetas del SEÑOR por acá? Si hay, deberíamos preguntarles lo que dice Dios." Parece que de lo profundo de Josafat, había una voz que necesitaba ser escuchada. 

El nivel de disposición para escuchar a Dios de Acab y Josafat no fue el mismo. Sin embargo finalmente Josafat se dejó llevar por Acab y acabó en una batalla que Dios no respaldó. 

En el peor momento de la batalla, Acab fue herido y murió, y Josafat clamó a Dios y fue liberado y volvió a casa a salvo, no sin reprensión por parte de uno de sus profetas:

"pero el vidente Jehú hijo de Jananí le dijo al rey Josafat: «¿Por qué ayudas al perverso y haces amistad con los enemigos del SEÑOR? Debido a eso el SEÑOR está enojado contigo. Sin embargo, tienes a tu favor que quitaste los postes de Aserá del país y tomaste la decisión de seguir a Dios de todo corazón»." (19:2-3)

En el capítulo 20 le declaran la guerra a Josafat:

"Después, los moabitas, los amonitas y los meunitas le declararon la guerra a Josafat." (20:1)

Parece que esta posible batalla sobrepasa la paz del rey, quien reconoce que no sabe en esta ocasión cómo actuar. Esta es otra importante lección en nuestra búsqueda de la ayuda y guía de Dios; Josafat se hace vulnerable y expresa a Dios sus emociones y pone en sus manos las circunstancias que lo rodean desde la práctica de la oración y el ayuno. Otra vez, lo profundo de su corazón sale a flote:

"Josafat se llenó de temor y buscó la ayuda del SEÑOR, así que proclamó ayuno en todo Judá." (20:3)

"Dios nuestro, ¿acaso no vas a castigarlos? Es que no tenemos fuerza para enfrentar a semejante ejército que se nos viene encima. No sabemos qué hacer y por eso nuestros ojos están fijos en ti»." (20:12)

La vulnerabilidad ante Dios y ante los demás, es un principio básico para nuestra formación espiritual y un elemento indispensable en la búsqueda de la voluntad,  guía y favor de Dios. Esta vulnerabilidad se relaciona con escuchar lo profundo en nosotros y no temer sacarlo, aun cuando lo que encontramos en nuestro interior se relacione con nuestra limitación y debilidad. 

¿Cuántas veces nos vemos abrumados por las circunstancias de la vida? Quizás una noticia médica no deseada, o nos quedamos sin trabajo... sea lo que sea, el ejemplo de Josafat nos invita a la búsqueda de Dios en la dificultad. El ayuno, la oración y la alabanza son diferentes maneras de manifestar esa búsqueda que empieza escuchando lo que está pasando en lo profundo de nuestro corazón. ¿Qué te ayuda a poner tu confianza en Dios en medio de la adversidad?

En medio de esta búsqueda, Josafat encontró consuelo y guía a través de un hombre que fue lleno del Espíritu de Dios y dijo:

"Así dice el SEÑOR: “No tengan miedo y no pierdan la esperanza ante este gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes, sino de Dios." (20:15b)

El proceso continúa, y llega el momento de mostrar confianza en lo que Dios ha dicho:

"Se levantaron al día siguiente bien temprano y salieron al desierto de Tecoa. Mientras salían Josafat dijo: «Escúchenme, habitantes de Judá y Jerusalén, confíen en el SEÑOR su Dios y serán salvos; confíen en sus profetas y tendrán éxito»." (20:20)

"En el momento en que comenzaron a cantar y a alabar a Dios, el SEÑOR emboscó a los amonitas, a los moabitas, a los del monte de Seír que venían contra Judá, y los derrotó." (20:22)

Si bien el cronista no esconde los errores de Josafat (19:2,3, 20:33, 37), si lo pone ante nuestra mirada como un buen maestro para aprender lo que significa la búsqueda de la guía de Dios ante las presiones de quienes nos rodean y las dificultades adversas.

Alinear mi vida con la guía de Dios es algo que depende de la transformación profunda de mi corazón. Esta transformación, aunque es obra de Dios, no implica por mi parte estar de brazos cruzados. La fe que Dios pone en nuestras vidas es una fe activa, que nos coloca en el estilo de vida que nos capacita para escuchar la voz que nos avisa de que lo que nos están diciendo muchas personas quizás no es lo mejor, o quizás que lo único que podemos hacer es expresar nuestra confusión, impotencia y temor desde la vulnerabilidad.

Quizás la fe se exprese con lectura bíblica, ayuno, oración, alabanza... pero no olvidemos que estas prácticas no son rituales mágicos. No se trata de frotar la lampara maravillosa para que el genio salga a nuestro encuentro, se trata de algo más profundo, y solo cuando sale de nuestro deseo interior de alinearnos con la Vida y el Amor que es Dios, las expresiones externas acaban siendo bellas y significativas. El movimiento es de dentro hacía fuera, no al revés. 

¿Cómo es para ti buscar a Dios desde lo profundo de tu corazón? ¿Qué crees que te está diciendo Dios? ¿Qué emociones y pensamientos están rondándote en estos momentos? ¿Qué te ayuda a alinearte desde lo más profundo con Dios?


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martes, 28 de diciembre de 2021


Tras una pausa durante el periodo de Adviento y Navidad, retomo mi viaje por la historía judía a través de los ojos del cronista, tratando de escuchar lo que el Espíritu de Dios quiere enseñarme a través de lo vivido por nuestros ancestros. Concretamente, la porción de hoy se centra en el reinado de Abías y de su hijo Asa. 

En ambos, el cronista ve elementos de confianza en Dios que acaban trayendo victoria en las batallas y tiempo de paz. Por ejemplo, Abías denuncia que el reino del norte adora dioses paganos en un tiempo de conflicto bélico con ellos:

"Ahora ustedes se han propuesto resistir la autoridad del SEÑOR, la cual está en manos de los descendientes de David. Se han envalentonado por ser muchos y porque tienen los becerros de oro que Jeroboán les puso como dioses." (13:8)

Desde ese mensaje, les anima a no pelear con ellos, avisándoles que en tales circunstancias serán derrotados:

"Fíjense que al frente de nosotros están Dios y sus sacerdotes. Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes. Así que, israelitas, ¡No peleen contra el SEÑOR, Dios de sus antepasados, porque no tendrán éxito!»" (13:12)

A pesar de que el reino del norte les rodea y ataca, ellos claman a Dios y los sacerdotes tocan las trompetas y Juda acaba en victoria:

"Cuando los de Judá vieron hacia atrás, se dieron cuenta de ello, pero era demasiado tarde, estaban rodeados. Entonces clamaron al SEÑOR y los sacerdotes tocaron las trompetas. Cuando los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios mismo atacó a Jeroboán y a todo Israel delante de Abías y de Judá. Israel se retiró, y Dios le dio la victoria a Judá." (13:14-16)

Su hijo Asa, también experimenta de manera similar la ayuda de Dios contra el ejercito Etíope en base a su confianza:

"Asá le pidió así ayuda al SEÑOR su Dios: «SEÑOR, para ti no importa si somos muchos o somos pocos cuando decides ayudarnos. Por tanto, ayúdanos, SEÑOR, Dios nuestro, porque confiamos en ti y en tu nombre vamos contra este ejército numeroso. Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios, no permitas que ningún ser humano te oponga resistencia». El SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asá y de Judá, y los etíopes huyeron," (14:11-12)

El mensaje de los profetas en aquellos tiempo de adversidad, estaba basado principalmente en la teología de la retribución:

"Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded. Entonces él fue a ver a Asá y le dijo: «¡Escúchame, Asá y todo Judá y Benjamín! El SEÑOR está con ustedes si ustedes siguen estando con él. Si lo buscan, lo encontrarán, pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes." (15:1-2)

Es desde esta teología, que un pueblo guerrero en una época hostil caracterizada por una cultura de dominación, se involucra en un proceso de renovación y cambio:

"Cuando Asá escuchó la profecía de Oded el profeta, se animó a quitar los ídolos repugnantes de toda la región de Judá, de Benjamín y de las ciudades que había capturado de la región montañosa de Efraín. Reconstruyó también el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico del templo del SEÑOR." (15:8)

La renovación en este punto de la historia se centra en no confiar en ellos mismos, sino en reconocer que tienen que escuchar y confiar al Creador. Este es un punto básico de la espiritualidad profunda: el reconocimiento de nuestras limitaciones y nuestra necesidad de alinearnos con el Amor y la Vida que es Dios, inmanente y trascendente. 

Sin embargo, el momento histórico no nos deja ver aun la salida de la cultura de dominación en la que están inmersos. La renovación espiritual que experimentan está aun en el lenguaje y cultura del momento, donde la violencia llega a ser una herramienta política y espiritual:

"También decidieron que todo aquel que no siguiera al SEÑOR Dios de Israel tendría que morir, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. Entonces hicieron ese juramento ante el SEÑOR en voz alta y en medio de gritos de alegría y de toques de trompetas y de cuernos de carneros." (15:13-14)

Desde nuestro punto de vista, en el cual Jesús es el modelo de renovación, sabemos que la transformación profunda de nuestra maldad se lleva a cabo a través del camino del amor incondicional y la gracia. Las leyes impuestas, por duras que sean, pueden tener un valor para contener ciertas expresiones de maldad y para la protección social, pero no el poder de transformar lo profundo del corazón, que es donde se encuentra la raíz del verdadero problema. 

Es por ello, que a pesar de que el cronista ve con buenos ojos la reformas de Asá y su reinado, al final, aun con todo el compromiso radical en declaraciones públicas como la muerte de quienes no sigan la guía del Señor, no puede omitir que el mismo rey que canaliza esta declaración acaba bajando su nivel de confianza en Dios llegando a rebelarse ante quien le trae la guía del Señor y a confiar en los hombres antes que en su Creador:

"En ese tiempo el vidente Jananí fue a ver a Asá, rey de Judá, y le dijo: «Debido a que depositaste tu confianza en el rey de Siria en lugar de confiar en el SEÑOR tu Dios, el ejército de Siria se te ha escapado de las manos." (16:7)

"Asá se irritó con Jananí y lo metió en la cárcel porque estaba furioso con él. También en ese tiempo Asá oprimió a algunos del pueblo." (16:10)

"En el año 39 de su reinado, Asá contrajo una grave enfermedad de los pies. Sin embargo, no buscó ser sanado por el SEÑOR, sino que buscó ayuda de los médicos." (16:12)

El mensaje de los profetas de entonces sigue vivo hoy: confiar en Dios nos abre a la posibilidad de la transformación que anhelamos. 

A la vez, fomentar una cultura de armonía con la Vida y Amor de Dios a través de la dominación que podemos expresar con leyes, por necesarias que estas sean para la vida social, ya nos ha demostrado la historia que no tiene el efecto deseado, porque no solucionan el corazón del asunto. A la vez, Jesús pone patas arriba el modelo de transformación basado en la dominación. Con razón Pablo acabó diciendo:

"Él fue quien nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; y la letra de la ley es causa de muerte, mientras que el Espíritu lo es de vida." (2ª Corintios 3:6)

La porción de hoy me parece muy relevante para un mundo donde una parte de la cristiandad parece que pone su esperanza en partidos políticos que desean un cambio social a base de leyes que pretenden imponer la moral que comparten (da igual que sean de derechas o de izquierdas). La historia se repite, y si bien, vivir alineados con el Amor y la Vida que es Dios es básico para experimentar lo que nuestros corazones rotos anhelan, esa alineación profunda nunca se llevará a cabo en base a leyes impuestas. 

Escribo esta reflexión en periodo de Navidad, donde recordamos que el Dios que desea nuestra transformación viene a nosotros a través de un reinado diferente. En vez de venir con una espada para castigarnos, viene humilde, como siervo, con el arma del amor incodicional y la gracia, para mostrarnos el camino de la transformación profunda. La transformación nos hará vivir en armonía con todo enunciado que pretende el respeto por la Vida, pero el camino para esa realidad es de dentro hacía fuera y no al revés. 

¿Cuál es el valor de conocer las consecuencias de no andar en armonía con la Vida y el Amor que es Dios? ¿Por qué piensas que conocer estas consecuencias es tan insuficiente para no experimentarlas?  ¿Cómo buscan los reinos de este mundo la transformación que necesitamos? ¿Cómo opera el reino de Dios para transformarnos e involucrarnos en la transformación? 

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viernes, 26 de noviembre de 2021

Roboam, el hijo de Salomón, no es considerado tan ejemplar como su padre, a pesar de que tuvo la oportunidad de mejorar su legado. Salomón falló en obligar a trabajos forzados a muchas personas y Roboam tuvo la oportunidad de acabar con la opresión de los explotados:

"—Tu papá nos impuso un yugo demasiado pesado de llevar. Ahora, danos un yugo más liviano que el que tu papá nos dio y nosotros te serviremos." (10:4)

Pero Roboam no supo conectar con los que sufrían, ni tampoco gestionó desde la realidad de que el mejor trabajo solo los dan quienes se encuentran bien y cuidados para realizarlo. 

Sus consejeros más mayores y experimentados le aconsejaron aligerar la carga de los oprimidos siendo amables con ellos, sin embargo el decidió escuchar a los que carecían de capacidad de escucha empática:

"Ellos le respondieron: —Si te pones al servicio del pueblo y les hablas en forma amable, ellos seguirán sirviéndote para siempre. Pero Roboán no les hizo caso. Les pidió consejo a sus amigos jóvenes que habían sido criados con él." (10:7)

Los jóvenes que habían sido criados con él le aconsejaron sin tener en cuenta la petición y el bienestar de los trabajadores:

"—Así debes contestarle al pueblo. Tu papá los obligó a hacer trabajos pesados ¿y tú les va a dar trabajo más liviano? Les tienes que decir: “Mi dedo meñique es más pesado que el lomo de mi papá”." (10:10)

Saber escuchar a otros es una practica de madurez. Ninguno puede ser maduro espiritualmente sin madurez emocional. Además, si no somos capaces de escuchar nuestras propias emociones, no estaremos capacitados para escuchar la de los demás. 

Esta historia nos recuerda que el mundo justo que necesitamos, empieza por la transformación de lo más profundo de nuestro corazón. Implica transformar la socialización individualista en la que estamos. El mundo es más egoista cuando no somos capaces de escuchar las emociones y necesidades de otros, cuando actuamos sin tenerles en cuenta. Ese egoismo solo trae opresión y conflicto. 

Roboam no escuchó a los oprimidos, ni a los consejeros que tenían más madurez para si escucharlos. Cuando no escuchamos, acabamos rodeándonos de personas que justifican nuestras acciones, es decir, de personas inmaduras. Las personas sabias que pueden aconsejarnos siempre van a ser personas con una capacidad de escucha profunda ante lo que le decimos, ante lo que está pasando en el mundo y ante lo que ellos perciben de todo. 

La formación espiritual que acompaña a toda espiritualidad no superficial, siempre nos va a llevar a la práctica de la escucha profunda. 

En el paradigma cristiano, Jesús es nuestro modelo de escucha y su vida nos ofrece un amplio catálogo de prácticas para quienes deciden seguirle:

- Jesús a menudo iba a lugares desiertos, practicó la oración , el silencio y el retiro 

- Jesús expresó sus emociones abiertamente, no las reprimió ni las negó

- Jesús a menudo se paraba en el camino o se sentaba a comer con personas diversas, escuchaba sus necesidades y empatizaba con sus situaciones

- Jesús aconsejó siempre a sus discípulos desde la escucha de lo que el mundo estaba clamando y necesitando

Las prácticas del silencio, el retiro, el escuchar a otros no solo desde lo mental etc. Nos colocan en el lugar donde el Espíritu Santo nos ilumina, nos trae la consciencia que necesitamos para colaborar en que nuestro mundo interno y externo sea mejor. No escribo esto como un experto en la escucha, sino tan solo como alguien que está un poco más consciente de mi propia dificultad para oír lo que pasa en mi interior, en mi prójimo  y a mi alrededor, y por tanto, con dificultad para oir la voz del Espíritu de Dios. 

¿Qué se te ocurre para avanzar en tu capacidad de escucha empática contigo y con los demás? ¿De qué manera relacionarías la escucha con la voz del Espíritu Santo en tu vida? 




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