Mateo 8-9
¿Por qué teméis?
Me adentro en el capítulo 8 y 9 de Mateo que nos cuenta lo que ocurre cuando Jesús baja de la montaña tras sus enseñanzas denominada el "Sermón del Monte". Lo interesante es que después de sus enseñanzas tan prácticas para la vida, el Maestro no pierde el tiempo ante la realidad rota que le rodea: sana a un leproso, al siervo de un centurión, a la suegra de Pedro, a dos endemoniados, a un paralítico, a la hija de Jairo, a una mujer con flujo de sangre, a dos ciegos, a un mudo, y sabemos que a muchos más que le llevaron (8:16) Con razón dijo a sus discípulos "A la verdad la mies es mucha , pero los obreros poco" (9:37b) En Jesús no hay una división entre ortodoxia y ortopraxis. Su mensaje es para la vida, y su vida es el mensaje.
Sin embargo, lo que más ha llamado mi atención, son las palabras de Jesús a sus discípulos cuando se encontraban en una barca atravesando una tormenta. Ellos están asustados y el Maestro les dice: "¿Por qué teméis hombre de poca fe?" (8:26).
Su pregunta resuena fuertemente en mi mente y me lleva a contestarle: porque tengo miedo de perder el control, porque tengo miedo de quedarme atrapado en un estado de estrés y ansiedad, porque tengo miedo a no ser un buen marido y un buen padre, porque tengo miedo de lo que los demás piensen de mi, porque tengo miedo de una enfermedad mortal... y así podríamos nombrar las razones de porque tememos. Sin embargo, en el corazón del asunto, se encuentra solo un motivo, mi necesidad de confiar más en Jesús. El Maestro tiene razón, soy un hombre de poca fe y eso sale a relucir en medio de las adversidades y retos que me rodean.
El miedo nos paraliza, nos hace centrarnos en nosotros mismos y nuestras circunstancias y eso nos impide hacer lo que el Maestro hizo al terminar su enseñanza en el Monte: acercarnos a las necesidades de otros para suplirlas.
Mi petición de hoy es clara: "Señor ayúdame a conocerte más, aumenta mi fe, quiero entregar todos mis temores en tus manos y recibir de ti la paz y seguridad que me permitan ser un agente de restauración en un mundo roto, un obrero tuyo en medio de la abundante mies. Se que mi Camino de fe empieza y se mantiene confiando en ti en medio de las dificultades y retos. Gracias porque tu amor echa fuera todo temor".
¿Por qué teméis?
Me adentro en el capítulo 8 y 9 de Mateo que nos cuenta lo que ocurre cuando Jesús baja de la montaña tras sus enseñanzas denominada el "Sermón del Monte". Lo interesante es que después de sus enseñanzas tan prácticas para la vida, el Maestro no pierde el tiempo ante la realidad rota que le rodea: sana a un leproso, al siervo de un centurión, a la suegra de Pedro, a dos endemoniados, a un paralítico, a la hija de Jairo, a una mujer con flujo de sangre, a dos ciegos, a un mudo, y sabemos que a muchos más que le llevaron (8:16) Con razón dijo a sus discípulos "A la verdad la mies es mucha , pero los obreros poco" (9:37b) En Jesús no hay una división entre ortodoxia y ortopraxis. Su mensaje es para la vida, y su vida es el mensaje.
Sin embargo, lo que más ha llamado mi atención, son las palabras de Jesús a sus discípulos cuando se encontraban en una barca atravesando una tormenta. Ellos están asustados y el Maestro les dice: "¿Por qué teméis hombre de poca fe?" (8:26).
Su pregunta resuena fuertemente en mi mente y me lleva a contestarle: porque tengo miedo de perder el control, porque tengo miedo de quedarme atrapado en un estado de estrés y ansiedad, porque tengo miedo a no ser un buen marido y un buen padre, porque tengo miedo de lo que los demás piensen de mi, porque tengo miedo de una enfermedad mortal... y así podríamos nombrar las razones de porque tememos. Sin embargo, en el corazón del asunto, se encuentra solo un motivo, mi necesidad de confiar más en Jesús. El Maestro tiene razón, soy un hombre de poca fe y eso sale a relucir en medio de las adversidades y retos que me rodean.
El miedo nos paraliza, nos hace centrarnos en nosotros mismos y nuestras circunstancias y eso nos impide hacer lo que el Maestro hizo al terminar su enseñanza en el Monte: acercarnos a las necesidades de otros para suplirlas.
Mi petición de hoy es clara: "Señor ayúdame a conocerte más, aumenta mi fe, quiero entregar todos mis temores en tus manos y recibir de ti la paz y seguridad que me permitan ser un agente de restauración en un mundo roto, un obrero tuyo en medio de la abundante mies. Se que mi Camino de fe empieza y se mantiene confiando en ti en medio de las dificultades y retos. Gracias porque tu amor echa fuera todo temor".
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