Jacob, recibe de parte de Isaac, su padre, instrucciones para que no tomara mujer de Canaaán y es enviado a encontrar pareja. El que engañó a su padre, robó la bendición y escapó de la ira de su hermano, ahora se encuentra solo y en un viaje en el que Dios mismo se le revela en sueños y le afirma la bendición de Abrahám. Para Jacob, ya no se trató de la bendición de su abuelo, sino que ahora esa bendición le había sido entregada directamente y personalmente a él. Y eso a pesar de su conducta. Así es la gracia de Dios, nos sorprende a pesar de lo que somos y hemos hecho, y nos da dirección, sentido y esperanza. En definitiva, nos transforma. Lo que más ha llamado mi atención es que Jacob se levanta del sueño diciendo: "Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía." (28:16b) Además Dios le dijo: "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres,..." (28:15a) Esto me hace pensar en la promesa de Jesús de que estará con nosotro
en una era denominada post-cristiana