Al adentrarnos al capítulo dos de Lamentaciones, el poeta mira a Dios como aquel que ha destruido al pueblo. Llega incluso a expresar el sentir al Señor como enemigo: "Es mi Dios un enemigo que ha aniquilado a Israel: desmanteló sus palacios, derribó sus fortalezas y llenó la capital de gemidos y lamentos." (2:5) Detrás de toda esta expresión, no se elude la responsabilidad del pueblo, hay también un reconocimiento de las maldades de Israel y como han influido en la destrucción. Llama mi atención que hay también un reconocimiento de una nefasta labor profética en el pasado: "Tus profetas te anunciaban falsas e ilusas visiones: no descubrieron tu culpa para hacer cambiar tu suerte; solo te dieron oráculos falaces y seductores." (2:14) Estos versos que han llamado mi atención, me hablan de dos elementos espirituales pocos populares en nuestros días. Expresar Nuestro Enfado a Dios Por un lado, la realidad de que a veces las circunstancias tan d
en una era denominada post-cristiana