En las últimas palabras del Predicador, seguimos encontrando argumentos acerca de porque la vida no es justa, y por ello, no podemos vivir con garantía de que el bien y los beneficios nos alcanzarán, aun cuando vivamos haciendo lo correcto. "había una ciudad pequeña, de pocos habitantes; vino contra ella un gran rey que la cercó y la asedió con grandes fortificaciones. Vivía allí un hombre pobre y sabio, que hubiera podido salvar la ciudad con su sabiduría; pero nadie se acordó de él." (9:14-15) Por mucho que tratemos de controlar los resultados con esfuerzo e integridad, cualquier detalle, por pequeño que sea, puede arruinarlo todo ¿Es esto justo? No lo parece, pero para el Predicador, la vida "debajo del Sol" no es justa. Un perfumista puede pasar muchas horas elaborando el mejor olor del mundo, pero en un momento, todo el trabajo puede quedar sin la recompensa esperada: "Una mosca muerta pudre un perfume; un poco de necedad cuenta más que sabiduría y honor
en una era denominada post-cristiana