Roboam, el hijo de Salomón, no es considerado tan ejemplar como su padre, a pesar de que tuvo la oportunidad de mejorar su legado. Salomón falló en obligar a trabajos forzados a muchas personas y Roboam tuvo la oportunidad de acabar con la opresión de los explotados: "—Tu papá nos impuso un yugo demasiado pesado de llevar. Ahora, danos un yugo más liviano que el que tu papá nos dio y nosotros te serviremos." (10:4) Pero Roboam no supo conectar con los que sufrían, ni tampoco gestionó desde la realidad de que el mejor trabajo solo los dan quienes se encuentran bien y cuidados para realizarlo. Sus consejeros más mayores y experimentados le aconsejaron aligerar la carga de los oprimidos siendo amables con ellos, sin embargo el decidió escuchar a los que carecían de capacidad de escucha empática: "Ellos le respondieron: —Si te pones al servicio del pueblo y les hablas en forma amable, ellos seguirán sirviéndote para siempre. Pero Roboán no les hizo caso. Les pidió consejo
en una era denominada post-cristiana