Diez años había pasado desde que Dios le hizo la promesa a Abrám y seguían sin ver el hijo del que saldría una gran descendencia. En estas circunstancias, Saray la mujer de Abram tiene una idea: que su marido se acueste con su sirvienta y de esta manera podrían tener un hijo. Esta extraña propuesta no era ninguna ilegalidad en la época, de hecho se trataba de algo frecuente. Pero en esta historia parece que se trataba de una estrategia precipitada, en la que no se estaba teniendo en cuenta la intervención de Dios.
Pensaba en las muchas maneras en las que a veces trato de "ayudar a Dios". Reconozco que a veces tengo la horrible osadía de pensar que lo que Dios desea que ocurra depende de mí más que de él. Cuando esto me pasa, me doy cuenta que me precipito. Son muchas las veces que he tenido que reconocer que no escogí el momento apropiado para empujar una propuesta o tomar cualquier otro tipo de decisión.
El hijo que Abrám tuvo con su sirvienta se llamó Ismael, y trajo serios problemas en las nuevas relaciones familiares y mas allá de las mismas.
Sin embargo, llama también mi atención, que a pesar de que Saray y Abrám, se precipitan, Dios sigue adelante y fiel con su promesa. En el capítulo 17 Dios vuelve a enfatizar sus propósitos y su manera de llevarlo a cabo. Tras este encuentro del patriarca con Dios, se le avisa de que Saray se quedará embarazada y dará a luz un hijo, además Abrám pasa a llamarse Abraham, para que no olvide que será padre de muchos y se le manda circuncidar a los varones de su familia, para que no se olvide de que son llamados a vivir de una manera diferente, a apartar de ellos aquello que solo es inmundicia y causa de problemas tóxicos.
No quiero dejar de señalar como Agar, la sirvienta, no es abandonada por Dios. Ella recibe una gloriosa manifestación de su presencia y tambien promesas increibles. La Divinidad es compasiva y amorosa y aun se hace cargo cuando nos desalineamos de su voluntad. La Divinidad no deja a Agar sola en una cultura patriarcal, por el contrario, le da un valor fuera de lo que el contexto historico nos tiene acostumbrado, hasta el punto de no poder ser ignorada en los escritos y miradas del momento.
Dos principios para mi importantes:
- He de evitar tratar de ayudar a quien ha creado cielos y tierra, he de confiar en la Divinidad y saber que aunque las circunstancias anuncien todo lo contrario, llevará a cabo lo que ha prometido.
- Aun cuando me precipite y haga lo que no debí hacer, Dios seguirá adelante con sus planes, y en tal caso, a mi me toca volver a confiar en sus manos, volver al camino de donde me salí, pues la Divinidad sabe lidiar con mis errores y con las consecuencias de los mismos.
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