En el capítulo 15 de Génesis, Dios le hace una promesa a Abrán; le dice que su descendencia será incontable como las estrellas del cielo. Esta promesa implicaba la intervención divina, ya que el patriarca no solo es que no tenía hijos, sino que el y su mujer eran de edad avanzada. Sin embargo, aunque las circunstancias que rodeaban a Abrán eran adversas a la promesa, él decidió creer.
"Abrán creyó al Señor, y el Señor le concedió su amistad" (Génesis 15:6)
Otras traducciones lo expresan así:
"Abram creyó a Jehová y le fue contado por justicia" (Génesis 15:6)
El relato nos habla por tanto de la justicia que nace de poner la confianza en Dios. En el Nuevo testamento, encontramos referencia a este texto en Santiago 2:23 y Romanos 4:3.
Nosotros hemos recibido el regalo de creer en la obra de Cristo, y al hacerlo, hemos sido constituidos justos ante Dios, hemos sido reconciliados con él, hemos entrado en la comunión, en la amistad con Dios. Esta amistad con Dios es eterna, trasciende la realidad actual y la muerte, y es posible solo por lo que Dios ha hecho a través del Mesías.
Una pregunta difícil en nuestros días es: "¿Qué pasa con aquellos que viven en lugares y épocas donde no han escuchado acerca de la obra de Cristo?"
Quizás no tengo una respuesta satisfactoria. Pero si hay tres asuntos que creo que la Biblia nos señala:
- En la historia de la humanidad los seres humanos somos justificados mediante la fe gracias a la obra de Cristo
- Abrán no conoció a Jesús, pero por la fe fue constituido justo
- La manera en la que Dios aplica la obra de Cristo a las personas de todos los tiempos y lugares es algo que le corresponde a él, que por cierto es el Justo.
Otra cosa que tengo claro, es que en medio de un mundo adverso y roto, soy invitado a confiar en su promesa, esa que gracias a Cristo me permite amistad con Dios y la esperanza de que la misericordia, la justicia y el amor triunfarán al final y darán lugar a una nueva tierra y un nuevo cielo.
"Abrán creyó al Señor, y el Señor le concedió su amistad" (Génesis 15:6)
Otras traducciones lo expresan así:
"Abram creyó a Jehová y le fue contado por justicia" (Génesis 15:6)
El relato nos habla por tanto de la justicia que nace de poner la confianza en Dios. En el Nuevo testamento, encontramos referencia a este texto en Santiago 2:23 y Romanos 4:3.
Nosotros hemos recibido el regalo de creer en la obra de Cristo, y al hacerlo, hemos sido constituidos justos ante Dios, hemos sido reconciliados con él, hemos entrado en la comunión, en la amistad con Dios. Esta amistad con Dios es eterna, trasciende la realidad actual y la muerte, y es posible solo por lo que Dios ha hecho a través del Mesías.
Una pregunta difícil en nuestros días es: "¿Qué pasa con aquellos que viven en lugares y épocas donde no han escuchado acerca de la obra de Cristo?"
Quizás no tengo una respuesta satisfactoria. Pero si hay tres asuntos que creo que la Biblia nos señala:
- En la historia de la humanidad los seres humanos somos justificados mediante la fe gracias a la obra de Cristo
- Abrán no conoció a Jesús, pero por la fe fue constituido justo
- La manera en la que Dios aplica la obra de Cristo a las personas de todos los tiempos y lugares es algo que le corresponde a él, que por cierto es el Justo.
Otra cosa que tengo claro, es que en medio de un mundo adverso y roto, soy invitado a confiar en su promesa, esa que gracias a Cristo me permite amistad con Dios y la esperanza de que la misericordia, la justicia y el amor triunfarán al final y darán lugar a una nueva tierra y un nuevo cielo.
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