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SOLEDAD (GÉNESIS 32-33)

Génesis 32 y 33 nos narra el encuentro de Jacob con su hermano Esau. No podemos olvidar que Jacob tuvo que huir después de engañar a su hermano y a su padre y llevarse la bendición que no le correspondía. Por eso no es de extrañar que Jacob planifique el llevar importantes regalos materiales a su hermano antes de encontrarse con él y que se divida en dos campamentos por lo que pudiera pasar (32:7-8). Sin embargo, su preparación incluye también dirigirse al Dios de sus ancestros y al hacerlo, reconoce algo importante:

"...menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo..." (32:10)

¿Soy consciente de que Dios se relaciona conmigo a través de la gracia? Eso significa que no me da conforme a lo que merezco, sino conforme a lo que necesito. Significa que mis esfuerzos personales, no tienen sentido alguno para recibir su favor, sino solo para agradecer su iniciativa.

Esta porción también nos habla de un hecho misterioso. Si bien la presencia de los ángeles como parte de la provisión de Dios está presente en este camino de Jacob (32:1), lo interesante es que un día Jacob se quedó solo y luchó con él un varón que ocultó su nombre, pero que acabó bendiciéndole. Jacob, quien quedó cojo tras ese encuentro, interpretó su experiencia de la siguiente manera:

"Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma" (32:30b)

La porción en la que me he adentrado hoy a meditar, acaba con un abrazo entre los dos hermanos, como remedio para la ruptura que padecieron en sus día:

"Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron." (32:4)

Ante un pasaje tan rico en escenas y principios, quiero destacar un hecho que pasa desapercibido antes de que Jacob luchara con aquel varón misterioso. Dice el texto que aquella mañana "se quedó Jacob solo" (32:24a)

La soledad parece que fue la antesala para el encuentro con aquel varón que bendijo y cambió el nombre de Jacob, que hace referencia al que engaña, por el de Israel, que hace referencia a que Dios gobierna y lucha (32:28),  y que hizo que el patriarca a partir de ese día caminara de manera diferente (32:31-32). Da la sensación que esa lucha significó una nueva etapa, inaugurada por  una reconciliación con abrazo ante el cual Jacob expresa una interesante observación a su hermano:

"...he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios..." (32:10)

La palabra soledad a menudo produce temor en nosotros ya que, entre otras cosas, pone al descubierto nuestras dependencias de otras personas en lugar de Dios, para nuestra felicidad y bienestar. Sin embargo la soledad es un elemento constante a lo largo de las Escrituras, lo vemos aquí con un patriarca, pero también en los profetas, en los salmistas y sobre todo en el Maestro, Jesús, quien a menudo buscaba lugares apartados y silenciosos.

Como Jacob, necesitamos la ayuda de Dios en nuestro camino, el reconocimiento de la gracia de Dios sobre nosotros, la disposición para usar el perdón como arma contra la ruptura con otros...en definitiva, necesitamos ver a Dios en medio de nuestra vida cotidiana y la soledad, puede ser una buena práctica para prepararnos para ello.

¿Qué otras razones puedo tener para evitar la soledad? ¿Qué tal buscar un momento de soledad para hablar con Dios de esos temores e inquietudes?

Comentarios

  1. Rubén, esta reflexión está increíble, felicidades por ser un profeta hoy, te mando un fuerte abrazo

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