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HAZ LA VISTA GORDA (1ª CORINTIOS 6)

Me adentro en el capítulo 6 de 1ª Corintios donde Pablo reprende a la comunidad por la manera en la que resuelven un asunto de conflicto interno entre miembros. En vez de ser capaces de arreglarlo entre ellos, han tenido que acudir a jueces fuera de la iglesia (6:1). El apóstol, ante la resolución de lo que alguno ha considerado una injusticia, les recuerda que los injustos, no heredarán el reino de Dios (6:9), y que siendo nosotros injustos, hemos sido justificados en Cristo Jesús (6:11). En este capítulo aparece la famosa frase: "Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen" (6:12a) en las que Pablo nos enseña que aquello que me puede acarrear problemas a mi, puede no hacerlo a otro y viceversa, por lo que debo examinar muy bien ante el Señor como afecta mis acciones a mi vida espiritual.

Lo que ha llamado mi atención en la Lectio Divina es lo siguiente:

"Ya es una lástima que se den pleitos entre vosotros, cuando deberíais soportar pacientemente la injusticia y hacer la vista gorda si alguno os estafa." (6:7)

Tener conflictos entre hermanos, es algo usual que debemos aprender a afrontar de la manera correcta. Lo primero que recomienda Pablo a los Corintios es llegar a un acuerdo y resolución con aquel con el que mantengo el conflicto y si es necesario contar con hermanos sabios que puedan mediar. Sin embargo, a veces los conflictos no se resuelven como nos gustaría, y es entonces cuando la propuesta del apóstol es radical y contracorriente: "soportar pacientemente la injusticia y hacer la vista gorda si alguno os estafa".

Perder tus propios derechos y sufrir injusticia para mantener la paz en la comunidad cristiana, tiene que ver con la gracia. Tiene que ver con dar a otro lo que no merece, a pesar de que eso me cueste. Sin embargo, eso es lo que he recibido de Dios, y eso es lo que estoy invitado a hacer en medio de una realidad que a veces es injusta: "De gracia recibisteis, dad de gracia"

La gracia es costosa, es escandalosa, es injusta, pero es también un arma poderosa, de hecho, la que Dios ha usado para salvarnos.




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