El capítulo 8 de 1ª de Corintios aborda el tema de si un seguidor de Jesús debería o no tomar carne que ha sido primeramente ofrecida a los ídolos. Este capítulo ha sido usado muchas veces para imponer tradiciones o para actuar sin responsabilidad ante alguna práctica polémica, de ahí que sea muy importante que entendamos lo que Pablo está diciendo y también lo que no está diciendo.
Pablo deja claro que hemos recibido libertad en Cristo, por lo que ninguna persona ni circunstancia debería robarnos esa libertad. Lo cierto es que en nuestras comunidades cristianas y en nuestros entornos sociales, a veces te encuentras con presiones que amenazan dicha libertad.
Pablo también deja claro que debo hacer un uso adecuado de la libertad que he recibido en Cristo. Hacer un uso adecuado, pasa por tener en cuenta que aquellas cosas que puedo hacer, no son adecuadas o factibles para otros que están en proceso de madurez, y que por tanto, mi acción puede ocasionarle más problemas que bendición. En el caso concreto que nos ocupa el apóstol lo expresa así:
"No será un alimento lo que nos haga estar más cerca de Dios; nada perderemos por dejar de comer, ni ganaremos nada por comer. Eso sí, procurad que esta libertad vuestra no se convierta en ocasión de caída para los poco formados." (8:8-9)
Es decir, a la hora de la práctica, esto supone, que algo que tengo libertad para hacer, debido a que poseo el conocimiento para ello, decido no hacerlo, para evitar problemas a otros que aun están poco formados.
Creo que esta frase del apóstol con la que empieza a abordar el asunto, lo expresa muy acertadamente y encierra el corazón del asunto:
"Pero el conocimiento envanece; solo el amor es verdaderamente provechoso." (8:1b)
Ahora bien, no podemos olvidar que Pablo está hablando de no problematizar a aquel que todavía no tiene la madurez para entender o abordar ciertos asuntos y nos anima a ser sensibles, delicados y amorosos en el proceso de los mismos. Pablo no está hablando de complacer a los que son intolerantes, a los que caen en dogmatismos o a los que piensan que todos tienen que ver los asuntos como ellos los ven. Para nada este capítulo nos está animando a perder nuestra libertad por causa del capricho de algunos. De hecho, el mismo apóstol que solicita esa sensibilidad y amor hacía los menos formados, resistió los dogmatismos e intolerancia de su época.
En mi caso, no me cuesta resistir los dogmatismo e intolerancias de algunos que atentan contra la libertad que he recibido, por ello mi lección en este día, tiene que ver más bien con actuar en base al amor hacía los demás, teniendo en cuenta lo que realmente les puede bendecir, animar y edificar. Eso pasa por evitar ser impulsivo, por buscar los momentos y las maneras adecuadas de hacer entender algo y por no perder de vista, que el conocimiento que creo poseer envanece, y sin embargo el amor, es de gran utilidad.
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