Llego al final de mi lectura y meditación en el libro de Josué. Los últimos tres capítulos, los he leído varias veces y hay varios apartados en ellos que me resaltan. Hay que decir que nos encontramos en el epílogo de la obra, donde lo que destaca son las palabras finales de un Josué ya anciano hacía el pueblo. El objetivo está claro: Josué les recuerda la fidelidad de Dios para con ellos, les advierte de las consecuencias de desviarse del Camino, y les exhorta a permanecer fieles a Dios. La frase: "escogeos hoy a quien sirváis" (24:15) resume muy bien el desafío de Josué para el pueblo y para nosotros.
Es fácil para nosotros quedarnos con el hecho de que un día decidimos servir a Dios, pero si nos volvemos filosóficos, podemos afirmar que el pasado no existe, y el futuro tampoco, por ello lo único que tengo para rendir a Dios es el presente. La conversión es un volvernos a Dios, un rendirnos a Él y tiene que ver con servirle en medio de todo lo que hacemos. Es por ello que se hace relevante preguntarme hoy: "¿está rendida mi vida familiar a Dios?", "¿y mi trabajo?", "¿y mi vecindario?", "¿y mi descanso, mi ocio y sexualidad?"
La conversión no es solo un evento, es un proceso; es en realidad una actitud de rendición que debe acompañarme ante las nuevas realidades que enfrento como ser vivo y dinámico que soy.
¿Hay alguna nueva realidad en mi vida que no está rendida a él?. Se trata de a quien sirvo hoy, por ello las palabras de Josué son tan relevante para mi: "escogeos hoy a quien sirváis" (24:15)
¿Qué prácticas espirituales me pueden ayudar a convertir la rendición en una actitud constante frente a verla solamente como un evento del pasado?
Es fácil para nosotros quedarnos con el hecho de que un día decidimos servir a Dios, pero si nos volvemos filosóficos, podemos afirmar que el pasado no existe, y el futuro tampoco, por ello lo único que tengo para rendir a Dios es el presente. La conversión es un volvernos a Dios, un rendirnos a Él y tiene que ver con servirle en medio de todo lo que hacemos. Es por ello que se hace relevante preguntarme hoy: "¿está rendida mi vida familiar a Dios?", "¿y mi trabajo?", "¿y mi vecindario?", "¿y mi descanso, mi ocio y sexualidad?"
La conversión no es solo un evento, es un proceso; es en realidad una actitud de rendición que debe acompañarme ante las nuevas realidades que enfrento como ser vivo y dinámico que soy.
¿Hay alguna nueva realidad en mi vida que no está rendida a él?. Se trata de a quien sirvo hoy, por ello las palabras de Josué son tan relevante para mi: "escogeos hoy a quien sirváis" (24:15)
¿Qué prácticas espirituales me pueden ayudar a convertir la rendición en una actitud constante frente a verla solamente como un evento del pasado?
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