Me adentro hoy en el capítulo cuatro del evangelio de Marcos y me encuentro con la famosa parábola del sembrador, la de la lámpara y la medida, la del crecimiento de la semilla y la de la semilla de mostaza. Con estos ejemplos Jesús invitaba a los que le oían a meditar acerca de como es el Reino de Dios. Las parábolas usan elementos del mundo que nos rodea para pensar en asuntos de una perspectiva distinta, no tienen la intención de ofrecernos un tema ya digerido para que lo aceptemos tal cual, más bien nos invitan a la reflexión, a la meditación, en un sentido, hacen trabajar nuestra mente. De hecho, el mismo Jesús al preguntarle porque usaba las parábolas, hablaba de que con ellas había personas que quedaban fuera de la enseñanza, es decir, la parábola era como una criba, que deja a un lado a aquellos que realmente no están interesados en las enseñanzas del Maestro. Sin embargo, aquellos que mostraban interés, acababan acercándose más a Jesús y entendiendo mejor sus enseñanzas. Ya este hecho, me reta a cuestionar nuestro modelo de enseñanza en occidente, ese que no da lugar a que los demás piensen, a que los demás pregunten, porque trata de darlo todo digerido y acaba creando cristianos sin entrenamiento para llegar a conclusiones por ellos mismos.
El capítulo acaba con una escena en la que Jesús está dormido en una barca en medio de una tempestad, mientras sus discípulos temen por su vida. Finalmente es despertado y Jesús hace que la tempestad cese con una orden. Marcos muestra claramente como Jesús tiene autoridad sobre los elementos naturales (4:41), lo cual debería tener consecuencias en mi en aquellos momentos en lo que todo a mi alrededor anuncia desastre. ¿Estoy dispuesto a entender que mi temor en tales momentos puede ser una excelente señal de que necesito poner mi confianza en Cristo?
Sin embargo, lo que más ha llamado mi atención en esta lectura son dos cosas:
Por un lado me ha resaltado que la parábola del sembrador empieza con las palabras:
"Escuchad: Una vez, un sembrador salió a sembrar." (4:3)
El sembrador tuvo que salir de su casa, de su zona de comodidad y confort. Los discípulos escuchaban estas palabras en el contexto de acompañar a Jesús en constante movimiento por ciudades y regiones. Pensaba que hoy se leen estas palabras en el contexto de estar sentado en un banco entre cuatro paredes, y eso puede limitar mucho lo que Jesús trataba de expresar al decir que el sembrador salió a sembrar.
Lo siguiente que me ha resaltado es que en la parábola del crecimiento de la semilla Jesús dice lo siguiente del sembrador:
"la semilla germina y crece, aunque él no sepa cómo." (4:27b)
Esto me hace pensar que nos toca obedecer al Maestro cuando nos invita a salir de la comodidad para sembrar, para mostrar que el Reino de los Cielos se ha acercado, sin embargo, el protagonismo acerca de como la semilla se convierte en fruto es de Dios, es su parte. La cosecha es suya por tanto a mi me toca descansar en este hecho. Es más, la parábola me invita a reconocer que yo no se como la semilla germina y crece. Esto es relevante en un mundo cristiano donde no nos falta pasos y estrategias para controlar todo proceso en la misión. Aun nos atrevemos a hablar de como plantar iglesias, olvidando que nuestro llamado es hacer discípulos y la parte de Dios edificar su iglesia. Me temo que nuestra manera occidental de hacer iglesia y vivirla y los resultado de ello, es un testimonio de que el Maestro tiene razón: No tenemos ni idea de como la semilla crece y germina, y necesitamos confiar más en Dios y menos en nuestras estrategias y recursos.
Sospecho que nos vendría bien dejar a un lado tanta teoría y decirle a Dios:
"Señor, no tengo ni idea de como, cuando y donde va a dar fruto la proclamación de las Buenas Nuevas. Solo se que quieres que salga de la comodidad y anuncie el mensaje de que el reino de los Cielos se ha acercado, y que lo demuestre sanando enfermo y liberando oprimidos. Ayúdame a involucrarme en esa aventura de fe y riesgo descansando en que tu te encargarás de todo lo demás, tu eres el que edificas tu iglesia, tú eres el que haces germinar la semilla de manera que yo no entiendo. Perdónanos por nuestra falta de fe, la cual se demuestra cuando no salimos y cuando no descansamos en el proceso de que tu iglesia nazca a tu manera y en tu tiempo".
El capítulo acaba con una escena en la que Jesús está dormido en una barca en medio de una tempestad, mientras sus discípulos temen por su vida. Finalmente es despertado y Jesús hace que la tempestad cese con una orden. Marcos muestra claramente como Jesús tiene autoridad sobre los elementos naturales (4:41), lo cual debería tener consecuencias en mi en aquellos momentos en lo que todo a mi alrededor anuncia desastre. ¿Estoy dispuesto a entender que mi temor en tales momentos puede ser una excelente señal de que necesito poner mi confianza en Cristo?
Sin embargo, lo que más ha llamado mi atención en esta lectura son dos cosas:
Por un lado me ha resaltado que la parábola del sembrador empieza con las palabras:
"Escuchad: Una vez, un sembrador salió a sembrar." (4:3)
El sembrador tuvo que salir de su casa, de su zona de comodidad y confort. Los discípulos escuchaban estas palabras en el contexto de acompañar a Jesús en constante movimiento por ciudades y regiones. Pensaba que hoy se leen estas palabras en el contexto de estar sentado en un banco entre cuatro paredes, y eso puede limitar mucho lo que Jesús trataba de expresar al decir que el sembrador salió a sembrar.
Lo siguiente que me ha resaltado es que en la parábola del crecimiento de la semilla Jesús dice lo siguiente del sembrador:
"la semilla germina y crece, aunque él no sepa cómo." (4:27b)
Esto me hace pensar que nos toca obedecer al Maestro cuando nos invita a salir de la comodidad para sembrar, para mostrar que el Reino de los Cielos se ha acercado, sin embargo, el protagonismo acerca de como la semilla se convierte en fruto es de Dios, es su parte. La cosecha es suya por tanto a mi me toca descansar en este hecho. Es más, la parábola me invita a reconocer que yo no se como la semilla germina y crece. Esto es relevante en un mundo cristiano donde no nos falta pasos y estrategias para controlar todo proceso en la misión. Aun nos atrevemos a hablar de como plantar iglesias, olvidando que nuestro llamado es hacer discípulos y la parte de Dios edificar su iglesia. Me temo que nuestra manera occidental de hacer iglesia y vivirla y los resultado de ello, es un testimonio de que el Maestro tiene razón: No tenemos ni idea de como la semilla crece y germina, y necesitamos confiar más en Dios y menos en nuestras estrategias y recursos.
Sospecho que nos vendría bien dejar a un lado tanta teoría y decirle a Dios:
"Señor, no tengo ni idea de como, cuando y donde va a dar fruto la proclamación de las Buenas Nuevas. Solo se que quieres que salga de la comodidad y anuncie el mensaje de que el reino de los Cielos se ha acercado, y que lo demuestre sanando enfermo y liberando oprimidos. Ayúdame a involucrarme en esa aventura de fe y riesgo descansando en que tu te encargarás de todo lo demás, tu eres el que edificas tu iglesia, tú eres el que haces germinar la semilla de manera que yo no entiendo. Perdónanos por nuestra falta de fe, la cual se demuestra cuando no salimos y cuando no descansamos en el proceso de que tu iglesia nazca a tu manera y en tu tiempo".
Comentarios
Publicar un comentario