Me paro a reflexionar sobre la escena en que Jesús sana en la sinagoga y en un día de reposo, a un hombre con la mano atrofiada. Dice el texto que los religiosos estaban al acecho, trataban de ver si podían acusar a Jesús de hacer algo que no estaba permitido hacer en sábado en su subcultura. Cuando nos volvemos religiosos, lo que nos preocupa es el manetenimiento de nuestro sietema y estructuras, lo cual contrasta con ser un verdadero discípulo de Jesús. Jesús no vino a crear ningún sistema religioso, vino para restaurar un mundo roto, combatiendo las consecuencias del pecado.
Jesús conociendo los corazones, puso al hombre enfermo en medio e hizo una pregunta que podía ayudar a los presentes a centrarse en lo que realmente deberían estar centrados, a la vez esta pregunta desmontaba la idea de que el enfoque religioso de preocuparse en proteger un sistema de creencias y conductas concretas que no necesariamente estaba relacionado con un corazón conforme a la voluntad de Dios, no era bueno. La pregunta era:
"Luego preguntó a los otros:
— ¿Qué es lo que se permite en sábado? ¿Hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Ellos callaron." (3:4)
El silencio ante su pregunta activó algunas emociones en el Maestro, dice el texto:
"Al verlos tan obcecados, Jesús les echó una mirada, enojado y entristecido al mismo tiempo, y dijo al enfermo:
— Extiende la mano.
Él la extendió y la mano recuperó el movimiento." (3:5)
Jesús sintió enojo y tristeza, y a la luz de los cuatro evangelios, sabemos que sintió muchas otras emociones. Todo ello me recuerda que las emociones son parte de como Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. Sin embargo, no siempre somos capaces de reconocer nuestras emociones, saber que hay detrás de ellas, y responder a las mismas adecuadamente. El autor Peter Scazzero dijo que no podemos ser espiritualmente maduro si no somos emocionalmente maduros. La madurez emocional está relacionada con nuestra capacidad de reconocer emociones en nosotros y en otros y en saber que hacer con ellas.
Las emociones que provocó la actitud de los religiosos, no llevó a Jesus a insultarles o a agredirles, o a provocarle una raíz de amargura. Toda aquella energía que Jesús estaba sintiendo de enojo y tristeza, acabó canalizándose en un acto de misericordia, de poder y de sanidad. Jesús sanó al enfermo.
Todo ello me lleva a preguntarme: ¿Qué emociones estoy sintiendo?, ¿Qué hay detrás de estas emociones?, ¿Cómo voy a responder a ellas de manera adecuada?
Las emociones son una alarma en nuestras vidas, nos avisan de que algo debe ser tenido en cuenta. A veces nos están avisando de que es hora de parar y descansar, a veces de que hay algo que no va bien en nuestro entorno o en nuestro estilo de vida. Alguien dijo que las emociones son unos increibles siervos, pero unos nefastos señores.
¿Qué te está diciendo Dios a través de las emociones?
Jesús conociendo los corazones, puso al hombre enfermo en medio e hizo una pregunta que podía ayudar a los presentes a centrarse en lo que realmente deberían estar centrados, a la vez esta pregunta desmontaba la idea de que el enfoque religioso de preocuparse en proteger un sistema de creencias y conductas concretas que no necesariamente estaba relacionado con un corazón conforme a la voluntad de Dios, no era bueno. La pregunta era:
"Luego preguntó a los otros:
— ¿Qué es lo que se permite en sábado? ¿Hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Ellos callaron." (3:4)
El silencio ante su pregunta activó algunas emociones en el Maestro, dice el texto:
"Al verlos tan obcecados, Jesús les echó una mirada, enojado y entristecido al mismo tiempo, y dijo al enfermo:
— Extiende la mano.
Él la extendió y la mano recuperó el movimiento." (3:5)
Jesús sintió enojo y tristeza, y a la luz de los cuatro evangelios, sabemos que sintió muchas otras emociones. Todo ello me recuerda que las emociones son parte de como Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. Sin embargo, no siempre somos capaces de reconocer nuestras emociones, saber que hay detrás de ellas, y responder a las mismas adecuadamente. El autor Peter Scazzero dijo que no podemos ser espiritualmente maduro si no somos emocionalmente maduros. La madurez emocional está relacionada con nuestra capacidad de reconocer emociones en nosotros y en otros y en saber que hacer con ellas.
Las emociones que provocó la actitud de los religiosos, no llevó a Jesus a insultarles o a agredirles, o a provocarle una raíz de amargura. Toda aquella energía que Jesús estaba sintiendo de enojo y tristeza, acabó canalizándose en un acto de misericordia, de poder y de sanidad. Jesús sanó al enfermo.
Todo ello me lleva a preguntarme: ¿Qué emociones estoy sintiendo?, ¿Qué hay detrás de estas emociones?, ¿Cómo voy a responder a ellas de manera adecuada?
Las emociones son una alarma en nuestras vidas, nos avisan de que algo debe ser tenido en cuenta. A veces nos están avisando de que es hora de parar y descansar, a veces de que hay algo que no va bien en nuestro entorno o en nuestro estilo de vida. Alguien dijo que las emociones son unos increibles siervos, pero unos nefastos señores.
¿Qué te está diciendo Dios a través de las emociones?
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