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UNA MANERA DE RECONOCER A DIOS (1ª SAMUEL 27-31)

Llego al final del primer libro de Samuel y en los últimos cincos capítulos, encuentro a David y sus hombres refugiados entre los filisteos y a un Saúl temeroso de tener que luchar contra sus enemigos. Saúl trata de buscar dirección de parte de Dios, pero solo encuentra silencio, y acaba consultando a una medium a pesar de que esto es cosa prohibida y abominable delante del Señor. El relato es insólito, ya que en esta consulta el profeta Samuel, que ya había muerto, entra en escena y le recuerda a Saul que ha sido desechado y que David tomará su lugar y que mañana el y sus hijos morirán en la batalla. El capítulo treinta y uno nos narra la muerte de Saúl y sus hijos tal como Samuel profetizó. La consulta a través de prácticas esotéricas acaban desembocando en un final trágico. Esto es un aviso importante en medio de un mundo donde el esoterismo sigue presente y en algunos contextos en auge.

La consulta de Saúl a una medium contrasta con la actuación de David. Este descubre que los amalecitas han llegado hasta donde habitaban y han tomado presos a sus familias. Enseguida David consulta al Señor, quien le confirma que si va en busca de los secuestradores y saqueadores los podrá vencer, y así lo hace finalmente, consiguiendo un botín.

"y David consultó al Señor: —¿Puedo perseguir a esa banda? ¿Los alcanzaré? El Señor le respondió: —Persíguela, porque los alcanzarás y liberarás a los prisioneros." (30:8)

Algunos de los hombres de David, no quieren dar parte del botín a los que no participaron activamente en la batalla, pero David, reconoce que aquellos que se quedaron custodiando sus equipajes, también forman parte de la victoria, que por cierto, era una victoria que les había dado el Señor:

"Pero David replicó: —No podéis hacer eso, hermanos, pues ha sido el Señor quien nos lo ha dado; él nos ha protegido y nos ha entregado la banda que nos había atacado. Nadie tendrá en cuenta vuestro parecer en este asunto, y tanto el que entra en combate como el que guarda el equipaje, tendrá la misma parte. Y desde aquel día hasta el presente esto ha sido norma y costumbre en Israel." (30:23-25)

David, busca el consejo del Señor, y le reconoce en los resultados obtenidos. Esto contrasta con un Saúl impulsivo, que a lo largo del libro lo vemos tomando decisiones basadas en su propio criterio y aun consultando a una medium, además de buscar su propia gloria y en vez de ver a Dios como el que dio victorias al pueblo, veía a un joven que le hacía sombra en su fama.

Todo ello me lleva a examinar mi corazón y a preguntarme si soy de los que busco la dirección del Señor en mi vida y de los que soy capaz de reconocerle en medio de lo que me sucede. Reconozco, que a veces soy como Saúl, respondiendo con rapidez, basándome en mi propio criterio y tratando de subir mi autoestima en medio de posibles éxitos.

Ayer unos vecinos nos invitaron a una cena de Acción de Gracias. Para nuestra vecina, esto era un momento muy especial ya que esta celebración siempre fue importante y significativa en su entorno familiar. Antes de cenar cada uno dimos gracias a Dios por algunos de los muchos regalos que disfrutamos. Aquella familia nos bendijo y compartió con nosotros algunas de las bendiciones que habían recibido. La experiencia me hizo pensar en lo fácil que es vivir sin tener en cuenta a Dios, sin verle en medio de la experiencia cotidiana. También me alertó de mi necesidad de reconocerle, y avanzar en mi comunión con Él y como eso afecta a como trato a los que me rodean.

Este asunto ataca a la esencia del pecado. El pecado en su esencia implica vivir sin tener en cuenta al Creador, sin embargo, la conversión tiene que ver con un rendirnos a Él reconociéndole en nuestra vida.  La conversión no es solo el evento en el que decidí un día seguir a Jesús, es el proceso de permitirle guiarme y en el que me dispongo a reconocer su mano en mi vida, en mi familia, en mi vecindario, en mi trabajo, en mi país, en el mundo y en este universo.

¿Soy capaz de ver a Dios en medio de lo que me rodea? ¿Estoy consciente de mi necesidad de ser guiado por él y me dispongo para una actitud de recogimiento constante que me permita escucharle?

La acción de gracia puede ser un buen camino para abrir mis ojos y ver a Dios y disponerme a escuchar su voz, pues quita la mirada de mi mismo y combate la amargura y el egocentrismo.




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