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CONFLICTOS Y SABIDURÍA (SANTIAGO 3:13-18)

Santiago vuelve a mostrarnos como podemos comprobar si realmente estamos siendo sabios o no. Nuevamente, la conducta va a ser la prueba. El autor habla de dos tipos de sabiduría; la que proviene de Dios, y la que no proviene de Dios. A esta última la califica como terrenal, animal y diabólica, y bien podemos identificar su presencia en medio de los sistemas políticos, sociales, culturales y económicos que nos rodean, sin embargo ellos a veces representan muy bien nuestras realidades internas. Desde el lenguaje de los expertos del comportamiento en nuestra época, probablemente la definición sería: "nuestro yo inmaduro", esa parte de nuestro ser que parece que aun no ha obtenido el crecimiento natural. La envidia, la rivalidad que acaba imponiéndose y creando conflictos, son los frutos de dicha sabiduría terrenal y nuestras culturas de dominación son un resultado evidente a nuestro alrededor.

Santiago nos señala que si nuestra manera de actuar con los que nos rodea es abusiva y/o violenta y por lo tanto produce conflictos innecesarios continuos, no podemos hablar de que estamos siendo personas sabias. Más bien es señal de que la sabiduría que no proviene de Dios está presente también en nuestras vidas, o usando otro lenguaje: nuestra maduración como personas está obstaculizada y no se ha llevado a cabo como debería.  Además, Santiago señala muy bien el lugar de este problema, lo ubica en nuestro interior, él lo llama "el corazón":

"Pero si tenéis el corazón lleno de envidia y de ambición, ¿para qué presumir de sabiduría y andar falseando la verdad?" (3:14)

El que ubique el problema en el "corazón" nos recuerda que la obtención de la sabiduría se relaciona muy directamente con la transformación interior. Es decir, no deberíamos separar la formación espiritual de la sabiduría. Podemos esforzarnos en usar cierto lenguaje o incorporar algunas prácticas piadosas, pero si no abrimos nuestro corazón a la intervención divina, no nos sumergiremos en el "mundo de la sabiduría", quizás lograremos "una fachada limpia", pero solo es cuestión de tiempo para que "la basura interna vuelva a salir por alguna ventana", pues la sabiduría, aquí nada tiene que ver con mi capacidad de asimilar información intelectual y expresarla. 

Cuando señalo rápidamente al ofensor sin compasión, olvidando que yo también ofendo a menudo, cuando alimento el conflicto con palabras encendidas o actúo buscando el malestar de otros, no tengo autoridad moral para decir que he obtenido la sabiduría de Dios, más bien estoy mostrando que el niño que llevo dentro aun debe madurar (algo en lo que aun estoy, por cierto). Sin embargo, los conflictos, las envidias, la ambición, se convierten en unos excelentes indicadores de nuestra necesidad de reparación interna y/o maduración, así como me avisan las luces de la pantalla de control de mi vehículo. Un arreglo adecuado debe producir un estilo de vida caracterizado por el pacifismo, la conciliación, la compasión, la sinceridad... es decir, un estilo de vida lleno de sabiduría. 

"Y es que donde hay envidia y ambición, allí reina el desenfreno y la maldad sin límites. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es ante todo pura, pero también pacífica, indulgente, conciliadora, compasiva, fecunda, imparcial y sincera." (3:17-17)

Esto me lleva a ver la importancia de tomar consciencia en como me manejo en mi hogar, en mi trabajo, en mi vecindario etc. ante las tensiones ¿Cómo respondo ante aquello que no me gusta? ¿Qué sale de mí cuando hay presión?

Resumiendo, hay una "sabiduría terrenal y diábolica" (quizás prefieras llamarle inmadura, si de esa manera te es más fácil detectarla en tu interior) que acrecienta los conflictos y que trata de solucionarlos imponiéndose sobre otros, y una sabiduría que se expresa en humildad y acaba desmontando los conflictos y trayendo paz. Los conflictos que me rodean van a poner de manifiesto que tipo de sabiduría está guiando mi vida y por lo tanto que tipo de reparación interna debo exponer ante el Dios que desea transformarme. 

Cuando tomas consciencia de que tu bebé interior ha tomado el control ¿Cómo te sientes? ¿Sueles juzgarte duramente? ¿Cómo piensas que el Eterno Terapeuta te mira y desea guiarte en esos momentos de consciencia? ¿Cómo podemos contribuir a la paz y el agradecimiento cuando la luz de Dios nos permite detectar nuestros corazones heridos? 

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