Llego al final de mi reflexión en el libro de Santiago. Tras sus comentarios acerca de los ricos opresores, Santiago nos invita a la paciencia:
"Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las [lluvias] de otoño y primavera, así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida gloriosa del Señor. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para que no seáis condenados; el juez ya está a las puertas." (5:7-9)
No podemos negarlo, vivimos en un mundo lleno de injusticias, donde muchas veces el que hace el mal parece prosperar y el inocente e injusto sufre. La receta de Santiago no es una forzosa resignación, por el contrario nos habla de paciencia, lo cual está relacionado con tener paz en medio de circunstancias adversas. Me ayuda que el autor ponga el ejemplo de los profetas y del mismo Job, porque ellos representan la reivindicación a la vez que ponen su esperanza en el Señor en medio de circunstancias tan poco deseadas.
Los cristianos tenemos nuestra esperanza en que el Señor vendrá y su Reino, que hoy experimentamos en parte, será establecido plenamente. El establecimiento del Reino de Dios implica que la injusticia y el sufrimiento no permanecerán. Esta realidad no ha llevado a las mujeres y hombres de fe a cruzarse de brazos y solo esperar en medio de un mundo injusto y roto. Por el contrario, tenemos ejemplos de alzar la voz, tanto para expresar las emociones no deseadas ante Dios como para denunciar la injusticia y el dolor en nuestro entorno, para proclamar buenas noticias y para dar el tiempo, la energía y los recursos en beneficio de los más vulnerables. Cuando algunos cristianos ante las dificultades en el mundo solo se les escucha alzar la voz para decir que estamos en el final de los tiempos, manifiestan su poco conocimiento sobre el papel de la escatología bíblica.
Santiago, siendo práctico hasta el final del escrito, nos deja una serie de acciones que implican sacar las manos de los bolsillos y no solo resignarnos ante las dificultades, sino tener una actitud comunitaria diferente ¿Qué tal si las revisamos y nos disponemos a llevarlas a cabo? He aquí algunas cosas que el nombra para ponernos manos a la obra:
- No nos quejemos en medio de la comunidad (v. 9)
- Hablemos siempre la verdad (v. 12)
- Ante el sufrimiento oremos y ante el gozo alabemos (v. 13)
- Ante la enfermedad, que las personas más maduras en la comunidad ungan a las personas enfermas con aceite y oren por ellas (v. 14,15)
- Reconozcamos nuestros pecados ante los demás y oremos unos por otros (v. 16-18)
- Reconduzcamos a aquellos que se alejan de la verdad (v. 19-20)
Estoy convencido que un breve análisis de nuestra realidad nos confirmará que tenemos motivos para quejarnos, tentación de tergiversar algún hecho, algún motivo que nos hace sufrir, algún motivo que nos llena de gozo, algún conocido enfermo, alguna lucha o fracaso que podemos compartir y algún hermano querido que sabemos que necesita acercarse de nuevo al abrazo amoroso de Jesús, si es así, tenemos motivos para mostrar paciencia de manera activa y práctica, desde la esperanza y convencimiento de que aunque el Reino no se ha establecido todavía, ya está entre nosotros, y aunque sea en parte, podemos vislumbrar lo que un día permanecerá por siempre.
"Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las [lluvias] de otoño y primavera, así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida gloriosa del Señor. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para que no seáis condenados; el juez ya está a las puertas." (5:7-9)
No podemos negarlo, vivimos en un mundo lleno de injusticias, donde muchas veces el que hace el mal parece prosperar y el inocente e injusto sufre. La receta de Santiago no es una forzosa resignación, por el contrario nos habla de paciencia, lo cual está relacionado con tener paz en medio de circunstancias adversas. Me ayuda que el autor ponga el ejemplo de los profetas y del mismo Job, porque ellos representan la reivindicación a la vez que ponen su esperanza en el Señor en medio de circunstancias tan poco deseadas.
Los cristianos tenemos nuestra esperanza en que el Señor vendrá y su Reino, que hoy experimentamos en parte, será establecido plenamente. El establecimiento del Reino de Dios implica que la injusticia y el sufrimiento no permanecerán. Esta realidad no ha llevado a las mujeres y hombres de fe a cruzarse de brazos y solo esperar en medio de un mundo injusto y roto. Por el contrario, tenemos ejemplos de alzar la voz, tanto para expresar las emociones no deseadas ante Dios como para denunciar la injusticia y el dolor en nuestro entorno, para proclamar buenas noticias y para dar el tiempo, la energía y los recursos en beneficio de los más vulnerables. Cuando algunos cristianos ante las dificultades en el mundo solo se les escucha alzar la voz para decir que estamos en el final de los tiempos, manifiestan su poco conocimiento sobre el papel de la escatología bíblica.
Santiago, siendo práctico hasta el final del escrito, nos deja una serie de acciones que implican sacar las manos de los bolsillos y no solo resignarnos ante las dificultades, sino tener una actitud comunitaria diferente ¿Qué tal si las revisamos y nos disponemos a llevarlas a cabo? He aquí algunas cosas que el nombra para ponernos manos a la obra:
- No nos quejemos en medio de la comunidad (v. 9)
- Hablemos siempre la verdad (v. 12)
- Ante el sufrimiento oremos y ante el gozo alabemos (v. 13)
- Ante la enfermedad, que las personas más maduras en la comunidad ungan a las personas enfermas con aceite y oren por ellas (v. 14,15)
- Reconozcamos nuestros pecados ante los demás y oremos unos por otros (v. 16-18)
- Reconduzcamos a aquellos que se alejan de la verdad (v. 19-20)
Estoy convencido que un breve análisis de nuestra realidad nos confirmará que tenemos motivos para quejarnos, tentación de tergiversar algún hecho, algún motivo que nos hace sufrir, algún motivo que nos llena de gozo, algún conocido enfermo, alguna lucha o fracaso que podemos compartir y algún hermano querido que sabemos que necesita acercarse de nuevo al abrazo amoroso de Jesús, si es así, tenemos motivos para mostrar paciencia de manera activa y práctica, desde la esperanza y convencimiento de que aunque el Reino no se ha establecido todavía, ya está entre nosotros, y aunque sea en parte, podemos vislumbrar lo que un día permanecerá por siempre.
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