El capítulo nueve de segunda de Samuel nos muestra a un David que está en el punto más alto de su carrera militar y reinado y a pesar de ello, no olvida la promesa que un día le hizo a su querido amigo Jonatán, quien le protegió para que su padre no lo matara y lo único que pidió fue lo siguiente:
"no retires nunca tu favor a mi familia, cuando el Señor suprima de la faz de la tierra a todos tus enemigos." (1ª Samuel 20:15)
El narrador nos muestra a un David piadoso y espiritual, fiel a su palabra y dispuesto a dedicar de sus energías a esta promesa a pesar del puesto y responsabilidad que ocupa. Lo hace llamando al siervo de Saúl llamado Siba, a través del cual se informa que Mefi-Boset, hijo de Jonatán aun vive. David llama a Mefi-boset, el cual está lisiado de los pies, y le entrega las tierras de Saúl y le hace comer en su mesa.
Pienso en el ejemplo de David, capaz de no olvidar su promesa y hacer bien a otros a pesar de que se encuentra en un momento donde atender asuntos de gran relevancia nacional. Pienso en la realidad de que vivimos en un ritmo frenético, donde a menudo nos centramos en atender importantes asuntos laborales o incluso podemos vernos inmerso en alcanzar algún sueño perseguido ¿Olvido en tal caso a mis amigos y mis promesas?
David tuvo que que dedicar tiempo a pensar más allá de sus responsabilidades nacionales y estuvo dispuesto a dedicar tiempo a asuntos que podían ser olvidados en la sombra.
Viene a mi mente aquellas personas que me han acompañado a lo largo de la vida y me han hecho tanto bien, viene también mi promesa a Sylvia de que la amaré en medio de las dificultades ¿Estoy olvidando a tales personas y tales promesas en medio del ajetreo cotidiano?
Algunos estudios muestran, que las personas más felices en el mundo, no lo son porque hayan logrado mucho éxito, o muchas posesiones, sino porque han dedicado tiempo a relaciones significativas y profundas ¿Soy consciente de que vivo en un mundo que a veces olvida lo más importante?
"no retires nunca tu favor a mi familia, cuando el Señor suprima de la faz de la tierra a todos tus enemigos." (1ª Samuel 20:15)
El narrador nos muestra a un David piadoso y espiritual, fiel a su palabra y dispuesto a dedicar de sus energías a esta promesa a pesar del puesto y responsabilidad que ocupa. Lo hace llamando al siervo de Saúl llamado Siba, a través del cual se informa que Mefi-Boset, hijo de Jonatán aun vive. David llama a Mefi-boset, el cual está lisiado de los pies, y le entrega las tierras de Saúl y le hace comer en su mesa.
Pienso en el ejemplo de David, capaz de no olvidar su promesa y hacer bien a otros a pesar de que se encuentra en un momento donde atender asuntos de gran relevancia nacional. Pienso en la realidad de que vivimos en un ritmo frenético, donde a menudo nos centramos en atender importantes asuntos laborales o incluso podemos vernos inmerso en alcanzar algún sueño perseguido ¿Olvido en tal caso a mis amigos y mis promesas?
David tuvo que que dedicar tiempo a pensar más allá de sus responsabilidades nacionales y estuvo dispuesto a dedicar tiempo a asuntos que podían ser olvidados en la sombra.
Viene a mi mente aquellas personas que me han acompañado a lo largo de la vida y me han hecho tanto bien, viene también mi promesa a Sylvia de que la amaré en medio de las dificultades ¿Estoy olvidando a tales personas y tales promesas en medio del ajetreo cotidiano?
Algunos estudios muestran, que las personas más felices en el mundo, no lo son porque hayan logrado mucho éxito, o muchas posesiones, sino porque han dedicado tiempo a relaciones significativas y profundas ¿Soy consciente de que vivo en un mundo que a veces olvida lo más importante?
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