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SENTIDO Y PROPÓSITO (LUCAS 1)

En el nuevo mes entrante, en nuestra comunidad cristiana nos adentramos en el evangelio de Lucas. El primer capítulo del libro es extenso y contiene una introducción del autor y su propósito, así como una descripción del anuncio del nacimiento de Juan, y de Jesús para acabar con el nacimiento del primero y la profecía de su padre Zacarías.

Juan nace con un propósito claro, preparar el camino al Mesías.

Las palabras proféticas de su padre Zacarías lo describe de este manera:

"En cuanto a ti, hijo mío,
serás profeta del Dios Altísimo,
porque irás delante del Señor
para preparar su venida
y anunciar a su pueblo la salvación
mediante el perdón de los pecados.
Y es que la misericordia entrañable de nuestro Dios,
nos trae de lo alto un nuevo amanecer
para llenar de luz a los que viven
en oscuridad y sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por caminos de paz." 
(76-79)

Si bien estas palabras son clara referencia a Juan el Bautista, como señala Félix Ortiz, contienen también una buena descripción de lo que podemos esperar de un seguidor de Jesús: "Preparar en las vidas de las personas el camino para que Jesús pueda encontrarse con ellos -demostrar el Reino con nuestro estilo de vida- Hacer saber que hay perdón de los pecados y salvación -proclamar el Reino del Señor- Traer paz y luz a los que viven en ansiedad y oscuridad -actuar como agentes de restauración de un mundo roto." (Felix Ortix, blog Mis Pensamientos)

Saber que nuestras vidas cumplen un propósito, que tenemos una misión que realizar en este mundo roto, es clave para marcar la diferencia en la manera en la que nos manejamos en nuestra familia, nuestros trabajos o lugares de estudio, nuestros vecindario y nuestros momentos de ocio. Cuando la misión deja de ser un programa o evento de la iglesia, y se convierte en un estilo de vida, nuestros ojos se abren para ver la necesidad que nos rodea, nuestros oídos se agudizan para escuchar la voz de Dios y nuestra boca, manos y pies se preparan para actuar en obediencia. 

Solo tenemos que ver a que dedicamos el tiempo y las motivaciones que nos impulsan para darnos cuenta que nos importa y nos mueve. La vida cristiana tiene que ver con ser impulsados por la misma vida de Jesús, por la misma guía del Espíritu Santo. 

Me pregunto hoy, ¿está mi vida alineada con los planes de Dios? Reconozco que a menudo tengo que parar en el Camino para examinar con honestidad lo que realmente me está moviendo. Alinearnos con los planes de Dios para los seguidores de Jesús, implica negarnos a nosotros mismos, y eso a veces es duro, pero también implica un motivo por el cual vivir que no se compara a ningún otro que este mundo me ofrezca. Lo realmente duro, es vivir perdiendo nuestra vida, porque a veces por aquello que nos movemos no es que no nos da motivos por lo que merezca la pena morir, sino que a veces ni por ello merece la pena vivir. En Jesús la cosa cambia, en Él hay propósito y misión para hoy. 


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