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ABAJO LOS MUROS (EFESIOS 2)

El capítulo dos de Efesios nos ofrece tres palabras imprescindibles para nuestra vida espiritual: "gracia", "salvo" y "fe". Sin ellas, todo lo que hagamos, por religioso que fuera, carecería de motivos de celebración y de sentido real. Las buenas noticias son que a pesar de que estábamos perdidos en nuestra manera de vivir y nuestro camino desembocaba en perdición, la gracia de Dios nos ha alcanzado y por medio de la fe en Cristo somos salvos:

"En efecto, habéis sido salvados gratuitamente mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de vosotros; es un don de Dios. No es, pues, cuestión de obras humanas, para que nadie pueda presumir." (2:8-9)

Tristemente, en muchos círculos cristianos, esa salvación parece que tiene poco efecto en nuestros días, más bien se vive como un boleto que solo se podrá disfrutar una vez que partamos de esta vida terrenal. Dallas Willard dijo en una ocasión que tener un seguro para un coche que no funciona, tiene poco sentido, y es que en el Nuevo Testamento, salvación está relacionado con una nueva vida que empieza aquí y ahora y que trasciende la muerte. Es más, la realidad de que el Reino de los Cielos se ha acercado, nos da la idea de que el Cielo para el cristiano empieza en este mundo y no tras la muerte, por lo que es más un estado del alma que nos acompaña en vez de un lugar geográfico estático. 

El apóstol al menos describe dos consecuencias prácticas aquí y ahora de que hemos sido salvados:

La primera está relacionado con una nueva manera de vivir como individuos, lo cual ha dejado atrás nuestras antiguas actitudes:

"Así vivíamos también todos nosotros en el pasado: sometidos a nuestras desordenadas apetencias humanas, obedientes a esos desordenados impulsos del instinto y de la imaginación, y destinados por nuestra condición a experimentar, como los demás, la ira de Dios." (2:3)

La segunda, está relacionada con una nueva manera de vivir con aquellas personas de las que nos manteníamos separadas:

"Cristo es nuestra paz. Él ha hecho de ambos pueblos uno solo; él ha derribado el muro de odio que los separaba;" (2:14)

Pablo sabía bien del muro que en el templo dividía a los judios de los que no lo eran (los gentiles), sin embargo, la voluntad de Dios es que esos muros caigan y efectivamente, en Cristo Jesús, esos muros caen.

Vivimos en un mundo donde continuamente se levantan muros por cuestiones culturales, políticas, religiosas, económicas, sexuales... Es la consecuencia de vivir sin tener en cuenta a Dios, lo cual no solo levanta muros entre Él y nuestra realidad humana sino que también se levantan en nuestro interior con áreas de nuestro propio ser, con nuestro prójimo y con nuestro entorno natural.

Cuando la fe se convierte en algo meramente intelectual y la gracia es sinónimo de estar de brazos cruzados, es muy posible ver a personas cristianas que abrazan grandes afirmaciones teológicas, pero que a la vez muestran poco cambios en sus vidas y en las relaciones con personas que manifiestan alguna diferencia. Es como si el músculo de la empatía y el de la conexión con la diversidad estuviera atrofiado y a pesar de la teoría.

La fe implica creer que la manera en la que Jesús nos enseñó a vivir es la mejor, y por lo tanto, decidimos vivirla, confiando en que Dios nos dará el poder de hacer realidad su deseo de que vivamos en buenas obras (2:10). Por eso, el reformador Lutero, acabó afirmando en su comentario a los Romanos: "es imposible separar las obras de la fe; si, tan imposible como separar el quemar y el brillar del fuego”. También afirmó: “¡Oh, esta fe es una cosa viva, atareada, activa, poderosa!”

Todo ello me lleva a pensar en como es vivir bajo los principios del Reino de Dios en medio de un mundo donde se levantan muros constantemente. Pienso en como la fe activa me lleva a reaccionar frente a los muros que nos separan de otras personas ¿Estoy dispuesto a reconocer que tales muros no son la voluntad de Dios? ¿Cómo es mi actitud ante los muros que se levantan en nuestro mundo?

Fe en Jesús es igual a vivir como él vivió. Enmanuel tiene que ver con un Dios que decide despojarse de su gloria para saltar el muro que nos separaba. El nos dijo "Cómo el Padre me envió, así yo os envío". Todo ello me hace pensar que la salvación que hemos recibido por gracia, está íntimamente relacionado con un estilo de vida dispuesta a saltar muros y ver muros caer. Eso es precisamente lo que Pablo, el judío, está haciendo con los Efesios gentiles y eso es lo que yo debo hacer con...



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