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PRINCIPIOS PARA AVANZAR (EFESIOS 6:10-24)

Llego al final de mis reflexiones en Efesios y me encuentro con el famoso pasaje de la armadura. En unos tiempos donde las guerras en el mundo y la religión a menudo van de la mano, reconozco que este tipo de figuras me pone algo tenso. No obstante, Pablo está usando una imagen común para sus lectores, en este caso la de un soldado Romano de su época y al hacerlo en realidad nos saca de la lucha violenta con otras personas y nos sitúa en la lucha espiritual contra lo que nos desconecta de Dios, de nosotros mismos, de nuestro prójimo y de la naturaleza. Nos invita a ir más allá del propio poder que representa Roma, para mostrarnos que el adversario al que hemos de enfrentar es espiritual y no físico. Además nuestras armas no son las de Roma, y a la vez superan el poder de las armas de Roma: se trata de la verdad, la rectitud, el evangelio, la fe, la salvación y la Palabra de Dios.

"Por eso es preciso que empuñéis las armas que Dios os proporciona, a fin de que podáis manteneros firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno. Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud y calzados vuestros pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. Tened siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno. Como casco, usad el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios." (6:13-17)

Las palabras de Pablo implican una acción intencionada por nuestra parte para el trabajo espiritual. Este trabajo o esta lucha, siguiendo la metáfora de Pablo, no es contra carne y sangre y esto no es un recordatorio insignificante en un mundo donde acabamos combatiendo unos contra otros en el camino de buscar la paz. A la vez, las palabras de Pablo son un reto para la cosmovisión materialista del mundo.

"Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno."  (6:12)

El texto me lleva a preguntarme, ¿hasta que punto el materialismo reinante me lleva a perder de vista la realidad del mundo espiritual que nos rodea y no podemos ver?

Por otro lado, la lucha espiritual implica esfuerzo, dicho esfuerzo no tendrá efecto sin seguir la recomendación de Pablo:

"Sólo me resta desear que os mantengáis fuertes, apoyados en el poder irresistible del Señor." (6:10)

Otra traducción dice:

"...fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza"

Fortaleceos, poder y fuerza en el original son "dinamis", "kratos" e "ischus" también usadas al principio de la carta para referirse al poder que levantó a Jesús de los muertos:

"y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales" (1:19-20)

Con estas tres palabras el apóstol nos recuerda que aunque la vida cristiana implica esfuerzo, la formación espiritual depende de principio al fin del poder del Señor. Este es el poder con el que podemos avanzar, ver transformación y ver como la maldad retrocede a medida que nuestro yo egocéntrico y caprichoso va madurando y respondiendo a las necesidades cotidianas desde una mayor conexión con aquel que es el Amor y la Vida. No es un poder cualquiera, es el mismo que actuó en Cristo para vencer a la muerte y a quien tenia el imperio de la muerte.

¿Cómo podemos equilibrar el concepto de la gracia que transforma desde el poder del Señor con el del esfuerzo personal?

Dallas Willard explicó muy bien lo que el mismo denominó "el camino de la gracia disciplinada" refiriéndose a una senda que se encuentra acotada por dos peligros:

- a la derecha está el precipicio del esfuerzo personal para lograr la justicia, lo cual nos haría caer en la herejía del moralismo.

- a la izquierda está la ausencia del esfuerzo humano para lograr la justicia, lo cual nos haría caer en la herejía del antinomianismo.

Lo que hay que tener claro es que no es el sendero el que produce el cambio, pero sin embargo, estar en él permite que el cambio pueda ocurrir. Este sendero tiene que ver con sembrar para el espíritu en vez de sembrar para la carne. Figuras como las de un atleta, o como la de un guerrero pueden ayudarnos a entender mejor la intencionalidad que implica transitar tal camino.

En el capítulo de Efesios en el que nos encontramos, Pablo enfatiza una práctica con el fin de que avancemos en nuestra formación espiritual y sembremos para el espíritu:

"orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;" (6:18)

"todo tiempo", "toda oración", "toda perseverancia" y "todos los santos" es la manera en la que el apóstol reta a los creyentes a adentrarse en la vida de oración con dimensiones comunitaria y una visión unificadora. Una vida que nos abre a la transformación de nuestro corazón a la vez que nos une a la vida de otras personas "por todos los santos".

Sin embargo, tras el reto de esforzarnos en mejorar nuestra vida de oración, Pablo acaba su carta con las siguientes palabras:

"La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén." (6:24)

Como señala Timothy Brown, "Efesios y la vida cristiana misma, finaliza donde comenzó ¡con la gracia! Las bendiciones antiguas eran mucho más que una convención social. Cumplían con aquello que declaraban."

Gracia y esfuerzo personal de la mano, para mostrarnos en que consiste la formación espiritual, la vida cristiana en la vida del Reino.

¿Qué significa en la práctica ponerme la armadura espiritual a la que hace referencia Pablo? ¿Debo esforzarme en mi vida de oración? ¿Cómo puedo avanzar en las prácticas espirituales dependiendo del poder del Señor y confiando en la sola gracia que transforma?



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