
Allí, en un lugar desierto, la gran multitud se le acercó, y el Maestro quiso darles de comer.
"Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó: —¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente?" (6:5)
Felipe mostró como no era posible darle de comer a tanta gente, sin embargo Andrés, señaló a un joven que tenía cinco panes y dos pescados, cosa que el mismo reconocía como insuficiente para tanta necesidad:
"Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?»." (6:8-9)
Lo que ocurre a continuación nos es bien conocido, Jesús tomó la única comida que le trajeron y la multiplicó de manera milagrosa. Así alimentó a todos los presentes y aun nos dice Juan que sobró una importante cantidad de la misma (6:10-13).
La escena nos hace recordar el momento en que el pueblo de Israel vagaba por el desierto tras ser liberado de Egipto, y entonces tuvieron hambre y Dios les proveyó el maná.
Juan pasa rápidamente a contar sobre el regreso de Jesús al otro lado del lago, señalando otro momento milagroso, ya que Jesús no salió con sus discípulos en la barca, sino que los alcanzó andando por el mar. Y la atención pasa con prontitud a un nuevo diálogo de Jesús con aquellos que le siguen buscando tras su regreso.
"Jesús les contestó:—Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas." (6:26)
Jesús les muestra las motivaciones de la búsqueda de estas personas y a la vez nos deja ver que las señales que estaba realizando en medio de ellos pueden ser entendidas, aunque al menos, aquellos que estaban en ese momento ante él no las entendieron ¿Qué significó aquella multiplicación de comida?
"Jesús les respondió: —Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi Padre. Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo, pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo." (6:32-33)
Nuevamente Jesús muestra como otro importante acontecimiento, en este caso, que los judíos fueron alimentados con maná en el desierto en el tiempo de Moisés, en realidad solo era sombra de lo que apuntaba ¿y que apuntaba? a Jesús mismo. "...pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo."
Pienso en las muchas veces que me ilusiono con aquello que aun pudiendo ser importante en un momento dado, solo es sombra de lo que realmente necesito y Dios me ofrece. Quizás esto que me ilusiona es un proyecto ministerial concreto, algún aspecto de la eclesiología o cierta disciplina espiritual. No es difícil encontrar comentarios en las redes que exaltan prácticas como la predicación expositiva, o el estudio bíblico, muchos de ellos, no todos, pueden tener cierto tufillo a bibliolatría... Todo ello nos muestra lo fácil que nos es confundir los medios con los fines. Con el paso del tiempo, los medios pueden llegar a tomar el lugar del fin por el cual existe, y si esto ocurre, el bendito medio pierde su razón de ser y nosotros perdemos el norte.
En la espiritualidad cristiana, perder de vista una relación íntima con Cristo es perdernos en más religiosidad. Es fácil tomar del pan y del vino regularmente y no haber entendido sus palabras:
"Sí, yo soy el pan de vida! Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne»." (6:48-51)
En nuestro entorno se toma el pan y el vino, hay bautismos en agua, se proclaman las Escrituras, se cantan alabanzas... sin embargo todo esto es posible sin tomar lo único que nos hace vivir para siempre.
¿Qué determina que la cena del Señor u otros elementos que usamos como iglesia, sean de ayuda o de estorbo en nuestra vida espiritual? ¿Qué podemos hacer para evitar confundir los medios con los fines?
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