"Como tú sabes, todos los de la provincia de Asia me abandonaron, incluso Figelo y Hermógenes." (1:15)
Sin embargo, el motivo de su detención está relacionado con la proclamación del evangelio y no con ser un mal ciudadano:
"Y Dios me eligió para que sea predicador, apóstol y maestro de esta Buena Noticia.
Por eso estoy sufriendo aquí, en prisión; pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él es capaz de guardar lo que me ha sido confiado hasta el día de su regreso." (1:11-12)
Pablo está pidiendo a Timoteo que no se avergüence del evangelio ni tampoco de él, es más, le anima a disponerse a sufrir si fuera necesario por causa de las buenas noticias:
"Así que nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, aun cuando estoy preso por él. Con las fuerzas que Dios te da prepárate para sufrir conmigo a causa de la Buena Noticia." (1:8)
Pablo ve en Timoteo una persona afianzada en la fe, en parte gracias a la labor de formación espiritual de su abuela y su madre:
"Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti." (1:5)
Y también gracias al acompañamiento espiritual de él mismo:
"Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina." (1:6-7)
Ahora lo que le va a pedir no es fácil, en esta carta no solo le ruega que permanezca fiel a su llamado y que combata los falsos maestros, sino que le visite, lo cual expone al joven Timoteo a riesgos importantes.
El capítulo uno me hace pensar en la realidad de que habrá momentos de dificultad a lo largo de nuestras vidas, a veces tales momentos, como en el caso de Timoteo, implicarán la posibilidad de dos respuestas: mirar hacía otro lado evitando más problemas o disponernos a asumir riesgos por el bien de otros.
Son precisamente esos momentos, los que sacarán a relucir los frutos de nuestra formación espiritual, exponiendo nuestro nivel de egoismo y/o nuestro nivel de compromiso y entrega.
Tristemente, el discipulado basado en consumismo religioso, sienta al 95% de la comunidad en bancos y le insta a cumplir con las normas que mantienen las estructuras eclesiales y la subcultura cristiana. Sin embargo, no debemos confundir la domesticación con el discipulado. Un discipulado correcto, nos ayudará a aplicar la fe en el contexto cotidiano y a enfrentar la vida real, no a sumergirnos en burbujas religiosas. Cuando nuestras dificultades están relacionadas con el mantenimiento de eventos y programas, debido a que dependemos de ellos para nuestro éxito o en el peor de los casos para nuestra autoestima... acabamos perdiendo de vista a las personas y el mundo real, para los cuáles el evangelio debe ser proclamado y aplicado.
Por otro lado, cuando la vida cristiana se presenta como un camino de rosas, donde se nos promete solamente bienestar y ausencia de problemas, también deberíamos revisar nuestros fundamentos y asegurarnos que no estamos mirando hacía otro lado ante las necesidades de nuestros hermanos y de un mundo roto.
¿Hay personas que están pidiendo ayuda en estos momentos? ¿Qué significaría mirar hacia otro lado? ¿Cómo debemos prepararnos para enfrentar las dificultades? ¿Cómo podemos en medio de la comunidad cristiana poner énfasis en aplicar nuestra fe en contextos cotidianos de la vida, en vez de enredarnos en el mantenimiento de estructuras y subculturas?
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