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LA VOZ DE DIOS Y SU SILENCIO (HECHOS 23-26)

Hoy he leído los capítulos 23, 24, 25 y 26 de Hechos, donde vemos a Pablo defendiendo su causa ante las acusaciones de los judíos ante el Consejo, ante Félix, ante Festo y ante Agripa.

Llama mi atención lo siguiente: En dos de sus declaraciones el apóstol dice:

"...hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia" (23:1)

"En todo esto procuro conservar siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres" (24:16)

Pablo admite que sigue el Camino tras haberse encontrado con Jesús resucitado, pero fuera de este hecho no pueden acusarle, su consciencia está limpia delante de Dios y de las personas. Esto no significa perfección, sino la capacidad para reconocer aquellas acciones que atentan contra Dios y nuestro prójimo, teniendo el valor de confesarlas y aceptando el perdón y la gracia divina.

Me pregunto si soy capaz de saber como está mi consciencia ante Dios y las personas. Para ello creo que necesito entrar en un ritmo que me permita el autoexaminarme a la vez que reconozco el perdón de Dios, la libertad de la culpa, su gracia y su poder para llevarme a ser transformado a la imagen de Cristo.

Lo siguiente que llama mi atención es que Pablo recibe las siguientes palabras en medio de un ambiente donde planean matarle:

"¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma" (23:11)

El que Pablo recibiera estas palabras me hacen pensar en lo sobrenatural en la vida cristiana. Hay momentos en los que Dios nos habla directamente o a través de alguien de manera asombrosa, y esas palabras suponen un ánimo increíble en medio del Camino.

No hace mucho, me encontraba en un dilema con respecto a compartir o no con una comunidad cristiana algo que tenía preparado, no estaba seguro de si podría expresar de manera entendible lo que tenía en mi corazón. Estaba a 1000 Kms de casa y no compartí mi dilema con nadie, sin embargo, un amigo mío me envío un escrito al móvil donde me contaba que le vine a su mente mientras oraba con esta idea: "No dudes del mensaje, el Señor te pondrá las palabras adecuadas".

No siempre nos encontramos con este tipo de experiencias, a veces enfrentamos silencio y la aparente ausencia de la presencia de Dios, aun esa sensación de la ausencia de Dios puede ser tan abrumadora y prolongada que algunas personas de fe hablaron de "la noche oscura del alma". He de reconocer que es un misterio la manera en la que Dios obra, pero lo cierto es que en la manifestación de su presencia y en la noche oscura del alma, él está llevando a cabo la obra de que seamos más como Jesús.

La teología no parece aclarar aparentes contradicciones ni preguntas del tipo: "¿Condiciona mi oración la voluntad de Dios?"... por lo que el misterio me invita, no a lo irrazonable, sino a aceptar que Dios va más allá de lo que podemos entender y razonar, y que me toca confiar en él, y estar abierto a la posibilidad de que me hable de manera sobrenatural o permita que pase por la noche oscura del alma... en ambas situaciones, él sigue siendo Dios soberano.

¿Estoy abierto a que Dios me hable de manera sobrenatural? ¿Estoy consciente que la noche oscura del alma es también un lugar que Dios usa para hacer su obra en mí?, ¿Qué significa confiar en Dios en todo momento?


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