
En el capítulo dos el rey Nabucodonosor tuvo un sueño acerca de reinos que no prevalecerían, en el capítulo siete es Daniel quien sueña en relación al mismo tema.
Daniel sueña con cuatro bestias; una es como un león, otra como un oso, otra como un leopardo con alas y la otra como un gran monstruo lleno de cuernos, lo cual parece identificar a un imperio, siendo los cuernos un símbolo común de reyes en el Antiguo Testamento. Todo ello nos habla de reinos arrogantes que se levantan contra Dios y quienes le sirven.
También ve el profeta una imagen que representa a Dios y que denomina "el anciano de dias". Ante su presencia el gran monstruo y las demás bestias son destruidas. Además ve una imagen que describe como un hijo de hombre, que es una representación tanto del pueblo de Dios como de un rey descendiente del rey David, este se sienta al lado del "anciano de dias" y es exaltado por él recibiendo todo dominio gloria y reino:
"Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido." (7:14)
Los cristianos identificamos en esta figura también a Jesús, el Hijo del Hombre.
Daniel recibe la interpretación de su sueño a través de la intervención de un ángel y el mensaje es claro: los reinos arrogantes que se levantan contra Dios y contra quienes sirven a Dios, no prevalecerán. Esto concuerda con el sueño de Nabucodonosor, aquella estatua de diferentes materiales que representaba diferentes reinos que acaban siendo destruidos, prevaleciendo al final un solo reino.
En este punto del libro, tenemos tres historias que representan la fidelidad del señor con su pueblo en medio de la persecución:
Capítulo 1: Daniel y sus amigos deciden no contaminarse con la comida del rey y se ven más fuertes que el resto a pesar de su dieta
Capítulo 3: Los amigos de Daniel son librados del horno de fuego al que son lanzados por no postrarse ante otros dioses.
Capítulo 6: Daniel es librado del foso de los leones al que es lanzado por postrarse a orar ante Dios.
Y cuatro historias que muestran que el sufrimiento de los que sirven a Dios viene por reinos arrogantes que viven en contra de la voluntad de Dios, pero que estos reinos no prevalecerán:
Capítulo 2 y 7: el sueño de Nabucodonosor de la estatuta que fue destruida y el de Daniel donde las bestias son destruidas.
Capítulo 4 y 5: El sueño de Nabucodonosor y la escritura en la pared de su hijo Belsasar que les advertía de no ser arrogante.
Todo lo visto hasta ahora son palabras de aliento para permanecer fieles en nuestra fe a pesar de las oposiciones que enfrentemos. En realidad se trata de un llamado a la paciencia y a la esperanza de que aunque todo a nuestro alrededor parezca decir lo contrario, finalmente la verdad, la justicia y la misericordia prevalecerán.
Nuestra mirada en Jesús, el Hijo del Hombre, es clave en este proceso de espera que no implica pasividad, sino un caminar en integridad, aun cuando dicho caminar nos pueda traer problemas.
¿Qué oposiciones a la justicia y el amor encuentro fuera y dentro de mi? ¿Soy consciente de que dichas fuerzas no prevalecerán y serán destruidas? ¿Cómo afecta esta verdad divina en el presente? ¿Qué significa para mi vivir en integridad en medio de la dificultad?
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