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A PESAR DE MIS REBELIONES (OSEAS 12-14)


Me adentro en la última sesión de advertencia profética del libro. En esta ocasión Oseas usa una serie de historias para mostrar la infidelidad del pueblo. 

Por un lado hace referencia a la mentira y traición de Jacob, la cual se narra en Génesis 27-28:

"Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras. En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros." (12:3-4)

También les recuerda la rebelión del pueblo en el desierto la cual está narrada en Números del 12-20:

"Yo te conocí en el desierto, en tierra seca. En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí." (12:5)

Y por último les recuerda la corrupción del rey Saúl que guió al pueblo a la miseria, la cual se narra en 1ª Samuel del 12 al 15:

"¿Dónde está tu rey, para que te guarde con todas tus ciudades; y tus jueces, de los cuales dijiste: Dame rey y príncipes? Te di rey en mi furor, y te lo quité en mi ira." (12:10-11)

Como dicen en The Bible Project, esta es la manera como Oseas dice que algunas cosas parecen que nunca cambian en esta familia.

Sin embargo, así como en el hermoso capítulo 11 se nos mostró a Dios como un padre amoroso que finalmente no les da a sus hijos lo que se merecen sino lo que necesitan, y los perdona, ahora, en el último capítulo, hay una llamada a que el pueblo se arrepienta:

"Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios." (14:1-2)

Y una promesa a que serán restaurados a pesar de sus rebeliones:

"Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano." (14:4-5)

Llegado a este punto, esta obra me ha enfrentado ante la realidad de mis propias rebeliones. Puedo pensar en que acciones, actitudes y motivaciones he permitido que en mi vida tengan lugar, y me han sumergido en nefastas consecuencias e importantes crisis. A veces estamos ciegos ante aquello que nos lleva a la perdición, de ahí que el ministerio profético, en el sentido de señalar aquello que es injusto, se hace tan incómodo como necesario en nuestro caminar espiritual. 

Las crisis, junto al Espíritu Santo que nos trae luz y nuestros compañeros de camino que se atreven a desafiar nuestros caminos errados, son elementos básicos de una espiritualidad transformadora. Sin embargo, todo ello solo serían malas noticias si ignoramos que los deseos y propósitos del Señor con nosotros es sanarnos y restaurarnos y él está ocupado en ello.

¿Somos conscientes de que Dios está llevando a cabo una obra de restauración en medio de nuestras crisis? ¿De qué manera una visión de Dios como padre amoroso que nos perdona y nos sana nos ayuda en estos días? 





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