Pablo muestra que lo que en un momento de su vida lo era todo, ahora es basura comparado con su mayor tesoro, que es Cristo mismo.
¿Significa las palabras de Pablo que su formación teológica y conocimiento de la Ley y celo por la misma no le sirve ahora para nada?, no cabe duda que sin Cristo, aquel conocimiento solo le sirvió para desvirtuar la verdad de la Palabra y acabar "dando coces contra el aguijón", pero ¿acaso ahora con Cristo no puede ser de gran valor dicho conocimiento y celo?
"Quiero vivir unido a él, no por la rectitud que viene del cumplimiento de la ley, sino por la que nace de haber creído en Cristo, es decir, la que Dios concede por razón de la fe" (v. 9)
No podemos olvidar la preocupación constante de Pablo en sus cartas, por evitar a los judaizantes, los cuáles querían añadir a la obra de Cristo el cumplimiento de la Ley como requisito para obtener la salvación, obligando así a los creyentes gentiles a circuncidarse entre otras cosas.
Sin embargo, corremos el peligro en el siglo XXI de descontextualizar sus palabras, y por tanto rechazar el valor que tienen las disciplinas espirituales. La gracia a la que accedemos por la fe nunca significa ausencia de esfuerzo por nuestra parte, el mismo apóstol dice:
"No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús" (v. 12)
Sin embargo además del peligro de creer que la gracia implica cruzarnos de brazos y evitar prácticas espirituales y esfuerzo, está el peligro de dogmatizar ciertas prácticas y convertirlas, inconscientemente, en requisitos indispensables para nuestra salvación.
Esto último suele ocurrir cuando confundimos los medios con el fin. Los medios con el tiempo acaban sutilmente confundiéndose con el fin y por tanto se convierten en elementos intocables e incuestionables aun cuando suelen tener fechas de caducidad y necesidad de constante evaluación y renovación.
¿Cómo sabemos que un medio se ha convertido en un fin? Una manera de saberlo es cuando los medios son incuestionables y vienen respaldado por el "siempre se hizo así" y por tanto, privados de ser modificados aunque ya no sean tan útil para conseguir el fin que buscábamos al crearlos. Esto le puede pasar a una reunión de oración, a un método de estudio bíblico, al culto del domingo... Nuestra manera de tratar tales eventos y técnicas pueden revelar que se han convertido en un fin en si mismo y hemos perdido de vista que lo que realmente importa es Cristo y que nuestras construcciones humanas, por legítimas y necesarias que sean, nunca pueden llegar a ser tan esenciales.
¿Qué medios se han convertido en un fin en medio de nuestra eclesiología moderna?
¿Significa las palabras de Pablo que su formación teológica y conocimiento de la Ley y celo por la misma no le sirve ahora para nada?, no cabe duda que sin Cristo, aquel conocimiento solo le sirvió para desvirtuar la verdad de la Palabra y acabar "dando coces contra el aguijón", pero ¿acaso ahora con Cristo no puede ser de gran valor dicho conocimiento y celo?
"Quiero vivir unido a él, no por la rectitud que viene del cumplimiento de la ley, sino por la que nace de haber creído en Cristo, es decir, la que Dios concede por razón de la fe" (v. 9)
No podemos olvidar la preocupación constante de Pablo en sus cartas, por evitar a los judaizantes, los cuáles querían añadir a la obra de Cristo el cumplimiento de la Ley como requisito para obtener la salvación, obligando así a los creyentes gentiles a circuncidarse entre otras cosas.
Sin embargo, corremos el peligro en el siglo XXI de descontextualizar sus palabras, y por tanto rechazar el valor que tienen las disciplinas espirituales. La gracia a la que accedemos por la fe nunca significa ausencia de esfuerzo por nuestra parte, el mismo apóstol dice:
"No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús" (v. 12)
Sin embargo además del peligro de creer que la gracia implica cruzarnos de brazos y evitar prácticas espirituales y esfuerzo, está el peligro de dogmatizar ciertas prácticas y convertirlas, inconscientemente, en requisitos indispensables para nuestra salvación.
Esto último suele ocurrir cuando confundimos los medios con el fin. Los medios con el tiempo acaban sutilmente confundiéndose con el fin y por tanto se convierten en elementos intocables e incuestionables aun cuando suelen tener fechas de caducidad y necesidad de constante evaluación y renovación.
¿Cómo sabemos que un medio se ha convertido en un fin? Una manera de saberlo es cuando los medios son incuestionables y vienen respaldado por el "siempre se hizo así" y por tanto, privados de ser modificados aunque ya no sean tan útil para conseguir el fin que buscábamos al crearlos. Esto le puede pasar a una reunión de oración, a un método de estudio bíblico, al culto del domingo... Nuestra manera de tratar tales eventos y técnicas pueden revelar que se han convertido en un fin en si mismo y hemos perdido de vista que lo que realmente importa es Cristo y que nuestras construcciones humanas, por legítimas y necesarias que sean, nunca pueden llegar a ser tan esenciales.
¿Qué medios se han convertido en un fin en medio de nuestra eclesiología moderna?
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