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ARREPENTIMIENTO VERDADERO (JOEL 1-3)

En esta semana me he adentrado en el libro de Joel, leyéndolo varias veces y contemplando su hermosa estructura. El libro trata acerca del "Día del Señor", término que hace referencia no solo a los hechos del pasado donde Dios salvó a su pueblo de la opresión y confrontó la injusticia, sino también a un futuro donde Dios acabará con la maldad y salvará al mundo.

Es interesante que Joel parece que está familiarizado con otros libros proféticos debido a la similitud de referencia a los mismos, pero con una peculiaridad, no acusa el autor a Israel de ningún pecado, aunque si nombra las consecuencias del pecado, es como si el autor contara con que sus lectores conocen ya la historia de este pueblo y da ciertos asuntos por sentados.

La obra empieza con la narración de una plaga que nos recuerda a Éxodo 10, sin embargo, esta plaga  afecta en esta ocasión a Israel mismo:

"Lo que dejaron las langostas grandes
lo devoraron las langostas pequeñas;
lo que dejaron las langostas pequeñas
se lo comieron las larvas;
y lo que dejaron las larvas
se lo comieron las orugas." (1:4)

El capítulo 2 vuelve a nombrar el desastre en Israel, sin embargo, tras la descripción de dichos desastres, en ambos capítulos hay una llamada al arrepentimiento:

"Entréguense al ayuno,
convoquen a una asamblea solemne.
Reúnan a los ancianos del pueblo
en la casa del Señor su Dios;
reúnan a todos los habitantes del país,
y clamen al Señor." (1:14)

"Rásguense el corazón
y no las vestiduras.
Vuélvanse al Señor su Dios,
porque él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y lleno de amor,
cambia de parecer y no castiga." (2:13)

El arrepentimiento en las Escrituras hace referencia a un cambio de 180 grados en nuestro caminar de vida. Se trata de reconocer que estamos andando de espaldas a Dios y nos giramos para volvernos hacía Él. No está mal reconocer que el arrepentimiento no solo es un evento de un día, sino una actitud constante que debe gobernar nuestra vida, mucho más cuando sabemos que somos seres dinámicos que enfrentamos nuevas realidades a lo largo del tiempo y todas ellas deberían estar sometidas a la voluntad de Dios.

Joel nos llama a un arrepentimiento profundo, y no solo de apariencias, de ahí que el profeta diga "Rásguense el corazón y no las vestiduras". La prueba de que un arrepentimiento es auténtico, no son las palabras que se las lleva el viento, sino la conducta transformada.

El arrepentimiento es un elemento esencial en la vida espiritual ya que nuestra manera errada de vivir nos lleva al desastre, pero Dios es un Dios "bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga" (2:13b). El arrepentimiento nos pone ante este Dios para reconocer que estamos perdidos sin su gracia, y en un sentido el arrepentimiento es también parte de esa gracia que el Señor nos ofrece con el fin de restaurarnos.

El resto de Joel nos habla de la respuesta de Dios ante el arrepentimiento de su pueblo y todo ello son ecos de otros profetas como Isaías, Ezequiel, Jeremías, Sofonías y Zacarías entre otros. Concretamente nos dice que Dios los defenderá de los invasores (2:20-21), que restaurará la tierra (Joel 2:22-26), que pondrá su presencia en su pueblo y sobre todo el mundo (Joel 2:27-32 ecos de Isaías 32:15, 44:3, Jeremías 31:31-34 y Ezequiel 36:23-28), confrontará la maldad de las naciones (Joel 3.1-16 ecos de Isaias 13, Sofonías 3, Ezequiel 38-39) y renovará toda su creación (Joel 3:17-21 ecos de Isaías 35, Ezequiel 47 y Zacarías 14)

La promesa del derramamiento del Espíritu Santo cumplida el día de Pentecostés se encuentra entre las respuestas al arrepentimiento:


"»Después de esto,
derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano.
Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán,
tendrán sueños los ancianos
y visiones los jóvenes.
En esos días derramaré mi Espíritu
aun sobre los siervos y las siervas." (2:28-29)

No podemos perder de vista el deseo de Dios de restaurar a "todo el género humano", la misma historia en Hechos de como los gentiles reciben el Espíritu Santo, nos habla del Dios que desea que todo lo que el pecado ha estropeado sea restaurado.

La cuestión es que vamos a hacer con las consecuencias de nuestros pecados, vamos a reconocer nuestra necesidad de arrepentimiento, o como Adán vamos a señalar a la mujer como la culpable de lo que nos pasa. ¡Qué Dios nos conceda la gracia de arrepentirnos!

¿Qué práctica nos puede adentrar en una actitud constante de someter todas las áreas de nuestras vidas a Dios? ¿Soy consciente de que hay cosas de las cuáles arrepentirme, pero me cuesta reconocerlas? ¿Qué tal si le pido a Dios que me ayude? ¿Qué señales en mi vida serían señal de un arrepentimiento real del corazón?



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