En el capítulo 3, Jonás recibe una nueva oportunidad para andar el Camino de Dios.
"La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar». Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor." (3:1-3a)
Esto me hace pensar en mi propia realidad. Cuando decido vivir mi propio camino sin tener en cuenta a Dios me meto en líos como Jonás, sin embargo, Dios me saca de ellos y me da una nueva oportunidad. Dios es misericordioso y paciente con nosotros.
Sobre todo, este capítulo nos resalta la respuesta de los ninivitas a la predicación de Jonás. Estos deciden creer a Dios y arrepentirse y manifiestan su cambio de actitud con ayuno y señal de duelo.
"Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento." (3:4-5)
Los líderes dan ejemplo en esto y piden que los habitantes juntos a sus animales tomen en serio el ayuno y cambien la manera violenta y errada de actuar:
"el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos" (3:8)
Dios responde al clamor y se nos cuenta que:
"Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado." (3:10)
Pienso en la sencillez en la que esta historia nos cuenta la conversión de los ninivitas: un pueblo violento al que se le anuncia que el camino en el que van es contra la voluntad de Dios y lleva a la destrucción, un volverse a Dios con clamor y ayuno y una liberación de las consecuencias de sus pecados.
Hoy sin embargo, me resalta la manera concreta en que los ninivitas se vuelven a Dios, con ayuno y oración. Este acto implica intensidad en su respuesta, profunda devoción y un gran anhelo por ser libre del camino que han tomado. En mi vida espiritual ¿está presente el clamor ante Dios? o quizás debo preguntarme ¿Soy lo suficiente consciente de mi necesidad profunda de clamar a Dios?
En mi caso, veo la necesidad de aplicar este clamor ante mis propias rupturas y miserias, pero también ante la realidad rota de quienes me rodean. La falta de este clamor, puede estar relacionada con poca consciencia de mis heridas y la necesidad en el mundo, por ello, si el ayuno y la oración intensa están ausente en mi vida espiritual, quizás mi oración hoy debe ser: "abre mis ojos Señor". No obstante, en el momento de escribir este párrafo, Dios se las ha arreglado para mostrarme los aspectos más perversos y necesitados de restauración en mi vida, Jonás ha aparecido en mi medio y es por ello que los ninivitas se convierten hoy en mi ejemplo a seguir.
"La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar». Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor." (3:1-3a)
Esto me hace pensar en mi propia realidad. Cuando decido vivir mi propio camino sin tener en cuenta a Dios me meto en líos como Jonás, sin embargo, Dios me saca de ellos y me da una nueva oportunidad. Dios es misericordioso y paciente con nosotros.
Sobre todo, este capítulo nos resalta la respuesta de los ninivitas a la predicación de Jonás. Estos deciden creer a Dios y arrepentirse y manifiestan su cambio de actitud con ayuno y señal de duelo.
"Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento." (3:4-5)
Los líderes dan ejemplo en esto y piden que los habitantes juntos a sus animales tomen en serio el ayuno y cambien la manera violenta y errada de actuar:
"el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos" (3:8)
Dios responde al clamor y se nos cuenta que:
"Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado." (3:10)
Pienso en la sencillez en la que esta historia nos cuenta la conversión de los ninivitas: un pueblo violento al que se le anuncia que el camino en el que van es contra la voluntad de Dios y lleva a la destrucción, un volverse a Dios con clamor y ayuno y una liberación de las consecuencias de sus pecados.
Hoy sin embargo, me resalta la manera concreta en que los ninivitas se vuelven a Dios, con ayuno y oración. Este acto implica intensidad en su respuesta, profunda devoción y un gran anhelo por ser libre del camino que han tomado. En mi vida espiritual ¿está presente el clamor ante Dios? o quizás debo preguntarme ¿Soy lo suficiente consciente de mi necesidad profunda de clamar a Dios?
En mi caso, veo la necesidad de aplicar este clamor ante mis propias rupturas y miserias, pero también ante la realidad rota de quienes me rodean. La falta de este clamor, puede estar relacionada con poca consciencia de mis heridas y la necesidad en el mundo, por ello, si el ayuno y la oración intensa están ausente en mi vida espiritual, quizás mi oración hoy debe ser: "abre mis ojos Señor". No obstante, en el momento de escribir este párrafo, Dios se las ha arreglado para mostrarme los aspectos más perversos y necesitados de restauración en mi vida, Jonás ha aparecido en mi medio y es por ello que los ninivitas se convierten hoy en mi ejemplo a seguir.
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