La porción del libro de Miqueas en la que me adentro hoy, está llena de poemas que profundizan en una esperanza futura para el pueblo de Dios.
Miqueas señala el dolor que el pueblo tendrá que pasar por causa de sus rebeliones, no cabe duda de que serán llevados al exilio ante la invasión de Asiria y Babilonia, algo doloroso y nada deseado, lo cual lo describe así:
Miqueas señala el dolor que el pueblo tendrá que pasar por causa de sus rebeliones, no cabe duda de que serán llevados al exilio ante la invasión de Asiria y Babilonia, algo doloroso y nada deseado, lo cual lo describe así:
"Retuércete de dolor, Jerusalén,
y gime como parturienta, Sión,
porque ahora saldrás de la ciudad
y tendrás que vivir en el campo.
Irás a Babilonia, pero serás liberada;
allí te rescatará el Señor de tus enemigos."
(4:10)
El texto me hace pensar en los momentos de grandes crisis en mi vida, donde lo construido durante tiempo y esfuerzo se viene abajo rápidamente. ¿Has sentido vergüenza alguna vez por enfrentar una situación en la que tu debilidad es evidente ante todos? Miqueas lo expresa así en referencia al pueblo de Dios:
"Ahora se reúnen contra ti
un sinfín de naciones que dicen:
“Que [Jerusalén] sea profanada
y que nuestros ojos se recreen
contemplando la ruina de Sión”."
(4:11)
Pero ese no será el fin de la historia, en medio de tal dolor y de los que se alegran del mismo, el pueblo de Dios encuentra esperanza, y puede aferrarse al hecho de que formamos parte de un proceso, en el que al igual que en un quirófano, la dolorosa herida del bisturí acabará trayendo restauración y fuerza:
"Pero desconocen los designios del Señor
y no comprenden que los ha reunido
para [trillarlos] como gavillas en la era.
¡Arriba, pues, Jerusalén y tríllalos!
Te armaré con cuernos de hierro,
te daré pezuñas de bronce."
(4:12-13a)
El capítulo 5 es un texto mesiánico, donde se nos describe un reino diferente, en el que la maldad no prevalecerá y la paz será instaurada. Los cristianos encontramos aquí una profecía muy específica acerca del nacimiento y reino de Jesús, quien nació en Belén y fue llamado por Isaías "Principe de Paz".
"En cuanto a ti, Belén Efrata,
tan pequeña entre los clanes de Judá,
de ti saldrá el caudillo de Israel,
cuyo origen se remonta a días antiguos,
a un tiempo inmemorial...
...Él nos traerá la paz"
(5:1, 4a)
Nuestra manera de vivir, alejada de Dios, ha traído falta de paz a través de una ruptura en nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con el resto de la creación. Jesús viene a restaurar lo que el pecado ha roto. Permitir que Él gobierne nuestra vida, implica irremediablemente adentrarnos en una nueva manera de vivir en la que nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con la naturaleza se ve afectada.
Ver en esta porción bíblica el duelo y la restauración "tomados de la mano", me da la visión de un proceso tan difícil como esperanzador, donde nos toca someternos al Dios que nos ama y no nos dejará en las consecuencias de nuestras miserias y debilidades.
¿Cómo me afecta saber que el dolor y la confusión que siento ahora es parte de un proceso restaurador que se está llevando a cabo? ¿Cómo puedo responder a Dios ante esta perspectiva?
Comentarios
Publicar un comentario