1ª de Pedro 4 sigue argumentando en torno al sufrimiento. Pedro es muy consciente de las pruebas y dificultades en las que se encuentra sus lectores por el hecho de ser cristianos en un entorno hostil.
Pedro anima a tener una actitud concreta ante las dificultades, es importante recalcar que el apóstol habla del sufrimiento por seguir a Cristo:
"Dichosos si sois ultrajados por seguir a Cristo; eso quiere decir que el Espíritu glorioso de Dios alienta en vosotros." (4:14)
Aclara que hay otros sufrimientos que no deben confundirse con el que viene por seguir a Jesús:
"Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por asesino, ladrón, malhechor o entrometido. Pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar ese nombre." (4:15-16)
Ya se ha expresado a lo largo de toda la carta como hemos de vivir; con ferviente amor, sin murmuraciones, sirviendo a los demás... sin embargo, tenemos que reconocer que hacer el bien choca con la injusticia y con los que se jactan de ella, además de que implica en la mayoría de los casos salir de nuestra comodidad y resistir nuestros deseos egoístas. A esto, se le añade, que el pecado, tiene ciertas gratificaciones inmediatas para la carne, lo cual implica renunciar a las mismas. Por todo ello, el sufrimiento y el esfuerzo forman parte del Camino de quien sigue a Cristo y del crecimiento en el discipulado.
No obstante, tampoco podemos perder de vista, que el deseo de Dios nunca es fastidiarnos, sino por el contrario, librarnos de la esclavitud que conduce no solo a sufrimientos sino a destrucción. Hablamos por tanto de un esfuerzo que tiene recompensa, así como el ejercicio físico a pesar del sacrificio nos brinda salud, descanso y bienestar.
Me gusta practicar running. Cuando empecé no fue fácil: había días que no me apetecía salir, sobre todo si hacía frío, llovía o demasiada calor, a lo que a veces se unía mis agujetas. Sin embargo, conforme mi cuerpo se fue haciendo al ejercicio, este llegó incluso a convertirse en un placer, pues mi cuerpo se habituó a moverse y con el tiempo lo hizo con menos esfuerzo y sin dolor.
Vivir el Camino de Jesús haciendo el bien implica etapas de entrenamiento. La vida cristiana no se vive en un sofá sino en una senda que hay que recorrer. Los músculos espirituales deben ser ejercitados para que no se atrofien, y además, es cuando nos disponemos a "entrenarlos" que descubrimos la gracia y el poder a nuestra disposición.
Resumiendo, la lucha contra una vida sin Dios y contra el pecado implica esfuerzo, ya que nos lleva a luchar contra la injusticia que nos rodean y contra nuestra vieja naturaleza que se niega a responder con bendición ante la maldición, sin embargo, tal como nos anima Pedro, podemos esforzarnos con la actitud adecuada y en esperanza:
"Alegraos, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, para que el día de su gloriosa manifestación también vosotros saltéis de júbilo." (4:13)
Cuando uno sabe los verdaderos beneficios que obtenemos, el esfuerzo y los padecimientos se ven de otra manera, pues no se trata de sufrir por sufrir, sino de llegar a la gloria que desde lo más prfundo de nuestro ser anhelamos.
Pedro anima a tener una actitud concreta ante las dificultades, es importante recalcar que el apóstol habla del sufrimiento por seguir a Cristo:
"Dichosos si sois ultrajados por seguir a Cristo; eso quiere decir que el Espíritu glorioso de Dios alienta en vosotros." (4:14)
Aclara que hay otros sufrimientos que no deben confundirse con el que viene por seguir a Jesús:
"Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por asesino, ladrón, malhechor o entrometido. Pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar ese nombre." (4:15-16)
Ya se ha expresado a lo largo de toda la carta como hemos de vivir; con ferviente amor, sin murmuraciones, sirviendo a los demás... sin embargo, tenemos que reconocer que hacer el bien choca con la injusticia y con los que se jactan de ella, además de que implica en la mayoría de los casos salir de nuestra comodidad y resistir nuestros deseos egoístas. A esto, se le añade, que el pecado, tiene ciertas gratificaciones inmediatas para la carne, lo cual implica renunciar a las mismas. Por todo ello, el sufrimiento y el esfuerzo forman parte del Camino de quien sigue a Cristo y del crecimiento en el discipulado.
No obstante, tampoco podemos perder de vista, que el deseo de Dios nunca es fastidiarnos, sino por el contrario, librarnos de la esclavitud que conduce no solo a sufrimientos sino a destrucción. Hablamos por tanto de un esfuerzo que tiene recompensa, así como el ejercicio físico a pesar del sacrificio nos brinda salud, descanso y bienestar.
Me gusta practicar running. Cuando empecé no fue fácil: había días que no me apetecía salir, sobre todo si hacía frío, llovía o demasiada calor, a lo que a veces se unía mis agujetas. Sin embargo, conforme mi cuerpo se fue haciendo al ejercicio, este llegó incluso a convertirse en un placer, pues mi cuerpo se habituó a moverse y con el tiempo lo hizo con menos esfuerzo y sin dolor.
Vivir el Camino de Jesús haciendo el bien implica etapas de entrenamiento. La vida cristiana no se vive en un sofá sino en una senda que hay que recorrer. Los músculos espirituales deben ser ejercitados para que no se atrofien, y además, es cuando nos disponemos a "entrenarlos" que descubrimos la gracia y el poder a nuestra disposición.
Resumiendo, la lucha contra una vida sin Dios y contra el pecado implica esfuerzo, ya que nos lleva a luchar contra la injusticia que nos rodean y contra nuestra vieja naturaleza que se niega a responder con bendición ante la maldición, sin embargo, tal como nos anima Pedro, podemos esforzarnos con la actitud adecuada y en esperanza:
"Alegraos, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, para que el día de su gloriosa manifestación también vosotros saltéis de júbilo." (4:13)
Cuando uno sabe los verdaderos beneficios que obtenemos, el esfuerzo y los padecimientos se ven de otra manera, pues no se trata de sufrir por sufrir, sino de llegar a la gloria que desde lo más prfundo de nuestro ser anhelamos.
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