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IMITATIO DEI (1ª PEDRO 1:13-25)

1ª Pedro del 13 al 25 sigue hablándonos de los efectos del evangelio en nuestras vidas. Pedro ya ha dicho que hemos sido renacidos (v. 3), y que aunque tengamos que pasar por aflicción en el presente (v. 6), nuestra esperanza está en la certeza de que nuestra salvación será un día completa (v. 9)

Pero la esperanza y el tiempo de espera con respecto a lo que un día será, nunca significa en el Nuevo Testamento estar de brazos cruzados. La salvación nos ha alcanzado, aun cuando todavía no vemos todos sus efectos, pero ya hemos recibido una nueva identidad que nos lleva a no conformarnos a los deseos que antes teníamos sino a recibir un propósito de vida sublime: la imitación de Dios:

"Como hijos obedientes, no sometáis vuestra vida a las apetencias de antaño, cuando aún vivíais en la ignorancia. Por el contrario, comportaos en todo santamente, como santo es el que os llamó. Pues así lo dice la Escritura: Sed santos, porque yo soy santo." (1:14-16)

Y esto es posible porque hemos sido rescatados de nuestra vana manera de vivir mediante la sangre de Cristo

"Debéis saber que habéis sido liberados de la estéril situación heredada de vuestros mayores, no con bienes caducos como son el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha" (1:18-19)

Dios purifica así nuestras almas, llevándonos a obedecer la verdad y esto se traduce en la manifestación del amor entre seres humanos:

"Obedientes a la verdad, habéis eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Amaos, pues, intensa y entrañablemente unos a otros" (1:22)

Si nos preguntamos "¿de que hemos sido rescatados?", descubriremos que cada uno de nosotros tenemos nuestras particularidades dentro de una vana manera de vivir. Algunos han sido rescatados de vicios destructivos al alcohol y las drogas, otros de heridas de rechazos en la familia, otros de depresiones y angustias, otros de enfermedades, otros de desastres financieros... a la vez, seguimos luchando con muchas de estas cosas, sabiendo que ya hemos sido rescatados, pero todavía no hemos experimentado la manifestación gloriosa de nuestra salvación. Y me atrevo a decir que seguiremos experimentando rescates en medio de una realidad dinámica a la que nos enfrentamos cada día. Esto me lleva a pensar que sigo necesitando nutrirme del evangelio y sigo anhelando sus efectos en las nuevas realidades que enfrento en mi vida.

Vivo por tanto con la experiencia de haber sido rescatado, pero luchando aun con aspectos de mi vida, buscando ser santo en toda mi manera de vivir. Estoy por tanto en el "ya, pero todavía no", tal como algunos teólogos han dicho, para describir esta tensión presente. Esto implica andar el camino de "ser santo" con todo el esfuerzo que también implica (pues la gracia de Dios nunca supuso ausencia de esfuerzo por nuestra parte).

La palabra santo, quizás trae a nuestra mente personas con un halo de luz y miradas perdidas, sin embargo, la mejor manera de entender esta palabra es mirando a Jesús, su camino, sus enseñanzas, su sermón del monte... esta es la manera en que la santidad no se confunda con vivir en una burbuja, sino obedeciendo a Dios en medio de un mundo roto. Porque las buenas noticias además de implicar rescate y nueva identidad, implica propósito, y no encuentro mayor propósito en mi vida que la "Imitatio Dei": la imitación de Dios desde el modelo de Jesús. Por dicho propósito no es que merezca la pena vivir, sino que incluso merece la pena morir. No encuentro mayor aventura para mi vida.

¿Qué implica imitar a Jesús ante la tentación y las dificultades?
¿Qué implica imitar a Jesús ante el dolor de otros?
¿Qué implica imitar a Jesús en cuanto al uso de la oración y las Escrituras?
¿Qué implica imitar a Jesús en cuanto a discipular?
¿Qué implica imitar a Jesús en cuanto cumplir la Gran Comisión?
¿Qué implica imitar a Jesús en mi familia, vecindario, lugar de trabajo o estudio o lugares por donde paso?




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