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NÚMEROS Y EL CALENDARIO LITÚRGICO (NÚMEROS 5-10)

Tras los primeros capítulos en lo que Israel es contado y organizado, nos encontramos con una sesión en la que el texto se centra en leyes adicionales que el pueblo debía considerar. la lepra, la restitución y los celos parece que eran asuntos que preocupaban y necesitaban una respuesta (5:1-31), por otro lado, la consagración de los Nazareos, las ofrendas de dedicación, la consagración de los Levitas y la celebración de la Pascua (6-9:14) seguían manteniendo la atención en el aspecto de la santidad.

"Manda a los israelitas que expulsen del campamento a todo leproso, a todos los que padezcan flujo seminal y a todos los impuros por contacto con un cadáver" (5:2)

"El sacerdote ofrecerá uno como ofrenda de purificación y el otro en holocausto; así hará expiación en favor del nazareo por el pecado en que incurrió al estar cerca del muerto. Ese mismo día consagrará nuevamente su cabeza," (6:11)

La santidad no solo alude al aspecto de ser buenos e íntegros, en la Biblia también es una señal de ser único. En este sentido, Dios es Santo porque también es único como poderoso Creador de todo.

Algunos usan la metáfora del Sol para entender ciertas paradojas de este aspecto divino. Así como el Sol es único en nuestro sistema solar al proveernos luz y calor necesaria para la vida, también lo es Dios. Así como no nos podemos exponer al Sol mucho tiempo ni mucho menos acercarnos a cierta distancia sin ser quemados, tampoco podemos en nuestra condición inmunda acercarnos a Dios sin sufrir consecuencias. Así como necesitamos protegernos para exponernos al Sol sin morir, lo necesitamos para exponernos a Dios ¿Necesitamos protegernos de Dios por que él es malo?, claro que no, precisamente por todo lo contrario, porque es demasiado bueno para nuestra realidad caída.

La radiante bondad de Dios siempre ha provisto maneras para que podamos acercarnos a él de manera segura. Es desde este lugar que podemos entender las leyes de purificación del pueblo de Israel. Estas leyes responden a un pueblo en unas condiciones muy diferentes a las nuestras en Occidente: su herencia cultural patriarcal, la experiencia de esclavitud, el sobrevivir en un desierto hostil lleno de enemigos... todo ello hace que preocupaciones que para nosotros son básicas, este pueblo ni se las plantee. No me extraña que al leer estas porciones con mis gafas occidentales, yo me preguntara por ejemplo, por qué las leyes para actuar ante los celos del hombre no contemplan los posibles celos de una mujer... Estos silencios, nos hablan más de la realidad caída y de desigualdad que el pecado ha traído, que de la justicia que finalmente anhelamos y será establecida al final de los tiempos.

El Calendario Litúrgico de la Iglesia, puede ser una buena herramienta para usar aspectos claves del evangelio como gafas para mirar la antigua historia de Israel. Voy a tratar de hacerlo a partir de aquí: Cuando el año pasado celebramos Adviento en mi familia y comunidad cristiana, recordamos el tremendo y maravilloso misterio de la Encarnación: Dios poniendo su tienda en medio de nosotros, Enmanuel, uno de los nombres proféticos de Cristo, significa "Dios con nosotros". Después de la Navidad viene la Cuaresma, donde reflexionamos en como Jesús fue tentado y no pecó, Él vivió en absoluta santidad y también la Cuaresma nos prepara para acoger la Semana Santa: el misterio de su muerte y resurrección, a través de la cual tenemos libre acceso a la intimidad con Dios. Todo este nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo cumple y completa las imperfectas leyes del Antiguo Pacto que a veces tanto nos cuesta entender y llegamos así a un momento neurálgico del perfecto plan de Dios para restaurar lo que hemos estropeado con nuestro pecado.

Números del 9:15 al 10:36, nos señala como este pueblo que es invitado a estar cerca de Dios, también es guiado a salir de su zona de confort, para encontrar un lugar de paz donde reposar y vivir. El uso de las trompetas, señalaba los momentos en los que Dios indicaba a través de la columna de nube y fuego cuando era hora de partir u hora de descansar en medio del camino que debían recorrer.

"En el año segundo, a los veinte días del segundo mes, la nube se levantó por encima de la Morada del testimonio y los israelitas partieron en orden de marcha del desierto de Sinaí hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán." (10:11)

Tras la Semana Santa, el calendario Litúrgico nos lleva hacía el día de Pentecostes, donde lenguas de fuego se posaron sobre las cabezas de mujeres y hombres por igual para dar testimonio de que la purificación y el poder de Dios se nos otorga para ser agentes de restauración en un mundo roto. Ahora somos guiados por el Espíritu Santo, quien a través de una relación íntima nos habla y guía en nuestros ritmos individuales y comunitarios. ¡Qué increíble privilegio tenemos! El pueblo que experimentó la gloriosa nube y columna de fuego que los guió en el desierto, quizás ni se podría imaginar como Dios se manifestaría en nuestros día también a gentiles para guiarnos en nuestro día a día.

Leer un libro como Números, no es fácil sin una adecuada contextualización, pero en este día soy más consciente que las historias ancestrales siguen señalando una herencia gloriosa, la cual podemos saborear y experimentar de una manera nueva y más completa hoy gracias a la historia de Cristo Jesús, la cual podemos tenerla presente durante todo el año con herramientas concretas, una de ellas, es el calendario litúrgico.

La Santidad, el acercarnos a Dios confiadamente, el ser guiados a su presencia y por su presencia... siguen siendo temas claves de ayer y hoy para la espiritualidad, pero que alivio poder entenderlos hoy a la luz de Cristo Jesús. Con la luz de Cristo, las historias de este pueblo siguen siendo mi propia historia, siguen desafiándome a asegurarme que vivo en los parámetros que me permiten relacionarme adecuadamente con el Dios que quiere estar cerca de mí y desea guiarme a un lugar de paz más profunda.

"Gracias Dios por acercarte a nosotros para una relación íntima donde tu santidad nos transforma y no nos destruye y donde tu Espíritu santo nos guía con el propósito de experimentar y promover la Paz. Ayúdanos como Israel, a preocuparnos para dar respuestas adecuadas ante todo asunto que nos pueda alejar de ti. Qué al tomar el pan y el vino  seamos más conscientes de tu amor y nuestra misión, y que estemos siempre atentos a la guía de tu Espíritu Santo para ir donde tu nos envías y para descansar cuando lo necesitemos. Amén"



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