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UN MEJOR SACRIFICIO (HEBREOS 8-10)

Ya hemos visto como Jesús ha sido declarado superior a los ángeles (capítulos 1-2), superior a Moisés (capítulos 3-4), superior a los sacerdotes (capítulos 5-7) y ahora, el autor de Hebreos va a seguir poniendo la atención en la función sacerdotal hasta centrarse en el acto del sacrificio, para demostrar que el sacrificio de Jesús es superior a los sacrificios de los animales (capítulos 8-10).

Recordemos que el autor está tratando de lidiar con cristianos que probablemente han pasado por dificultades:

"Recordad aquellos días, cuando apenas acababais de recibir la luz de la fe y tuvisteis ya que sostener un encarnizado y doloroso combate. Unos fuisteis públicamente escarnecidos y sometidos a tormentos; otros os hicisteis solidarios con los que así eran maltratados. Os compadecisteis, efectivamente, de los encarcelados y soportasteis con alegría que os despojaran de vuestros bienes, seguros como estabais de tener a vuestro alcance unos bienes más valiosos y duraderos." (10:32-34)

Sin embargo, ahora se percibe en la comunidad quienes están abandonando la fe, por lo que la carta es una importante advertencia, tratando de explicarles lo absurdo que es rechazar precisamente la salvación que Dios les ofrece.

Básicamente, el argumento en estos capítulos es el siguiente: los sacrificios eran parte de una alianza que ha quedado obsoleta, pues eran sombra de lo que había de venir y no tenían la capacidad para limpiarnos del pecado, de ahí que los sacrificios se llevaran a cabo diariamente y anualmente, pero el sacrificio de Jesús se llevó a cabo de una vez y para siempre y si tiene el poder de limpiarnos, de ahí que es el fundamento de una nueva alianza que nos abre la posibilidad de relacionarnos con el Dios que transforma lo profundo del corazón:

"Al llamar nueva a esta alianza, Dios está declarando vieja a la primera; y todo lo que se queda viejo y anticuado está a punto de desaparecer." (8:13)

"Todo lo cual tiene un alcance simbólico referido a nuestro tiempo. En efecto, las ofrendas y sacrificios presentados allí eran incapaces de perfeccionar interiormente a quien los presentaba." (9:9)

"¡Pues cuánto más eficaz será la sangre de Cristo que, bajo la acción del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como víctima sin mancha! ¡Cuánto más será capaz de limpiar nuestra conciencia de las acciones que causan la muerte para que podamos dar culto al Dios viviente!" (9:14)

Toda esta realidad de un mejor pacto y un sacrificio perfecto, de nada sirve conocerla, si no nos impulsa a vivir en armonía con Dios y su creación. De ahí que ante ella, el autor de la carta nos anima a acercarnos a Dios con confianza, sabiendo que eso potenciará una vida de amor y buenas obras:

"Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe... " (10:22a)
"y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de las buenas obras" (10:24)

¿Acaso hay algún sentido en conocer esta realidad espiritual y vivir sin armonía con Dios y su creación? ¿De qué serviría todo lo que Cristo ha hecho y nos ofrece si nosotros conociéndolo lo despreciamos? La advertencia vuelve a ser directa e incómoda:

"Porque si después de haber conocido la verdad continuamos pecando intencionadamente ¿qué otro sacrificio podrá perdonar los pecados?" (10:26)

Hasta llega a escribir unas duras palabras de advertencia para quienes conociendo el camino de armonía con Dios y la creación, deciden vivir en la destrucción:

"¡Tiene que ser terrible caer en las manos del Dios viviente!" (10:31)

No creo que el autor desea atemorizar a sus lectores ni distorsionar la revelación del amor del Padre que Jesús reflejó, sino más bien mostrarles lo absurdo de rechazar lo que les puede salvar.

Me entristece, cuando este complicado verso, se saca de contexto para dar la imagen de un Dios airado que parece que se deleita en la destrucción de su creación cuando esta se rebela. Ese énfasis e interpretación, no se puede hacer en base a la luz que Jesús nos da del carácter del Padre. Más bien nos toca entender que lo que Dios pretende es evitarnos las consecuencias de una vida destructiva, pues ese tipo de vida es un mal para nosotros. Como dijo Tomás de Aquino:  “Dios es ofendido por nosotros solo porque obramos contra nuestro propio bien”.

¡Qué pena cuando miramos a Dios desde la culpa como un ser resentido! Cuidémonos de no distorsionar el corazón del evangelio por sacar versículos difíciles de su contexto, porque de ese comportamiento también nos quiere librar las advertencias de Hebreos y ya hay demasiados cristianos que creen que fomentando temor lograrán un arrepentimiento sincero en sus oyentes.

Sin despreciar el incómodo hecho de que podemos escoger vivir una vida que nos lleve a terribles consecuencias, el texto de hoy me hace poner la mirada en todo aquello que Jesús ha conseguido en su sacrificio para que yo pueda ser transformado y capacitado para vivir en armonía con él, conmigo mismo, con mi prójimo y con la naturaleza.

El camino de Jesús no es otro que el camino del amor, y no se basa en atemorizarnos de lo que nos pasará si no le hacemos caso (muchos basan erroneamente en este punto el evangelio), sino que se basa en estar dispuesto a dar su vida por quienes no le hacen caso. De eso va el sacrificio que es mejor que el de los animales. De eso va también el ser un seguidor de Jesús, en que actuamos con los demás conforme a la misma gracia que hemos recibido.

Hoy podemos mirar honestamente nuestra vida llena de errores, contradicciones y egoismo, e incluso la de otros que viven haciendo daño frecuentemente, y ante esta triste realidad, Jesús es el sacrificio perfecto, él único que nos aclara que Dios en vez de darnos lo que merecemos, nos quiere dar lo que necesitamos. Y Jesús nos capacita para andar el camino perfecto, el de no darnos a nosotros ni a los demás lo que merecemos, sino lo que necesitamos. Esa es la gracia. Ese es el amor que transforma lo profundo del corazón y nos permite vivir en los términos de la nueva alianza que vislumbraron los profetas:

"...inculcaré mis leyes en su mente
y las escribiré en su corazón;
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
 Ya nadie tendrá que enseñar a su vecino
ni tendrá que instruir a su hermano diciendo:
“reconoce al Señor”,
porque todos me conocerán,
desde el más pequeño hasta el mayor.
Y yo perdonaré sus iniquidades
y no me acordaré más de sus pecados." 
(8:10b-12)


¿Cómo te afecta saber que Dios, en vez de darnos nuestro merecido, ha decidido sacrificarse en amor para salvarnos y no acordarse de nuestros pecados? ¿Qué aspectos de nuestras vidas deben ser modificados a la luz del sacrificio de Cristo? ¿Cómo modifica el sacrifico de Cristo mi manera de resolver el mal que me rodea? ¿Cómo se aplica en este día esta verdad?






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