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HORA DE ANUNCIAR BUENAS NOTICIAS (2ª REYES 7)

La escena que acabo de leer nos muestra a Samaria sitiada, lo cual provoca una hambruna dramática y desesperada en el pueblo. Esto hace que el rey, al ver escenas tan horribles rasgara sus vestiduras y se llenara de silicio (6:30). 

Sin embargo, el texto no nos dice, como en el caso de otros reyes, que ayunara. El silicio, normalmente venía acompañado de ayuno, pero en este caso, venía acompañado de una gran hostilidad hacía el profeta de Dios: 

"Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy" (6:31)

Esta imagen nos permite ver cómo cumplir con los requisitos externos de las disciplinas espirituales sin una actitud interna adecuada y humilde del corazón, no tiene ningún beneficio espiritual.

¿Tengo la actitud adecuada cuando oro, leo la Biblia, ayuno, celebro en comunidad o práctico alguna otra disciplina?

El capítulo 7 nos cuenta cómo se cumple la palabra de Eliseo de que se podrá comprar comida en Samaria a buen precio. 

"Eliseo respondió: — Escuchen la palabra del Señor, pues dice así: Mañana a estas horas en el mercado de Samaría una medida de harina costará un siclo y lo mismo costarán dos medidas de cebada." (7:1)

Dios envió un gran estruendo de caballo y ejército al campamento Sirio que mantenía la opresión, y los soldados acabaron huyendo.

"Resulta que el Señor había hecho resonar en el campamento sirio un estrépito de carros y caballos, el fragor de un gran ejército, y se habían dicho unos a otros: “Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para que nos ataquen”. Así que al anochecer habían emprendido la huida, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus burros y el campamento tal como estaba, para ponerse a salvo." (7:6-7)

Fueron unos leprosos que ya apenas esperaban vivir, quienes descubrieron el campamento Sirio vacío, habían ido para ver si encontraban allí misericordia o en el peor de los caos se encontraban con la muerte dando fin al hambre que padecían.

Lo que ha llamado mi atención son las siguientes palabras de estos hombres que estaban tomando las riquezas abandonadas que encontraron: 

"No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos" (7:9)

Finalmente estos hombres fueron a avisar a su pueblo. La imagen es increíble, en vez de encontrarlos gritando "¡impuro!, ¡impuro!" que es lo que los leprosos pronunciaban, ellos anuncian que la opresión había terminado 

"Cuando llegaron a la ciudad, llamaron a los centinelas y les informaron: — Hemos entrado en el campamento sirio y allí no hay nadie, ni se oye a nadie; sólo hay caballos y burros atados, y las tiendas tal como estaban." (7:10)

Nuevamente estos leprosos se convierten en una buena imagen de mi realidad. A pesar de mi condición no restaurada completamente, Dios me invita a anunciar buenas noticias. Sin embargo, a veces me encuentro como ellos, callando y ocupado en mi propio beneficio y olvidando que muchos no se han enterado que la opresión no tiene que determinar el final de nuestras historias.

¿Soy consciente de que este mundo necesita escuchar buenas noticias? ¿Estoy dispuesto a dejar de callar y anunciarlas? Si mi respuesta es un sí ¿Qué supondría a nivel práctico por mi parte?

Pienso en orar para que Dios me ayude en esta labor, y que no pierda de vista las oportunidades en este día donde puedo traer esperanza en medio de un mundo roto: conozco a personas que están sufriendo por la enfermedad, que se encuentran solas y abandonadas, que padecen los síntomas de la crisis de este tiempo de pandemia... ¿Me quedaré callado y ocupado en mis asuntos o me dispondré a traerles buenas noticias?


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