"Esposas, respetad la autoridad de vuestros maridos; tal es vuestro deber como cristianas." (3:18)
Y también:
"Esclavos, acatad en todo momento las órdenes de los amos temporales. No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino con la nobleza de los que honran al Señor" (3:22)
Olvidarnos de que estas palabras fueron escritas hace 2000 años en su contexto, pueden llevarnos a perder el corazón del asunto. En el S.XXI, el patriarcado es cuestionado y tomamos consciencia de toda la opresión y desigualdad que arrastra y poco a poco deja de representar el ideal de la familia y ¿Qué decir de la esclavitud? Mucho más cuando tantos cristianos, con Biblia en mano, contribuyeron a la ilegalidad de la misma (no sin un complicado diálogo con quienes querían ver la esclavitud, como la voluntad de Dios, así como algunos hoy tratan de ver el patriarcado de la misma manera).
Sin embargo, el principio universal de las enseñanzas de Pablo es claro para mí, la ética en el hogar no debe ignorarse, y en la vida cristiana los principios del compromiso y responsabilidad mutua, desde el amor y la paciencia son básicos en la práctica de nuestra fe. El corazón de este asunto, en realidad es un asunto del corazón:
"Pongan el corazón en lo que hagan, como si lo hicieran para el Señor y no para gente mortal." (3:23)
No hace falta mucha imaginación para que estas palabras irrumpan en nuestra realidad actual y nos lleven a preguntarnos ¿Qué significa ser un padre, una madre, un hijo, un empleado o un jefe que todo lo que hace lo hace de corazón como para el Señor y no para los hombres?
No cabe duda ante los escritos de Pablo, de que la espiritualidad que promueve no se limita a la vida religiosa que se desarrolla en medio de reuniones y eventos, sino que nos lleva a una fe que se hace principalmente presente en la vida cotidiana. La familia y entorno laboral, y nuestro trato en las relaciones de mas influencia deben ser evaluadas en armonía con el Amor de Dios, pues es en tales espacios y relaciones es donde se lleva a cabo nuestra verdadera vida de adoración y misión.
En nuestra comunidad cristiana ¿Cómo nos ayudamos para ser mejores parejas, madres, padres, hijos y trabajadores? ¿Qué pasos damos para exhortarnos a cumplir nuestros roles como para el Señor y no para los hombres? ¿Hemos desarrollado alguna manera que nos permita evaluar y corregir conductas concretas a la luz de los principios universales expresados en las Escrituras?
En mi comunidad cristiana hemos desarrollado para ello los Grupos de Crecimiento, como un espacio reducido de unas cuatro personas del mismo sexo, donde regularmente nos rendimos cuentas acerca de como estamos aplicando la fe en el hogar, el trabajo, con los vecinos etc. Además, en estos grupos podemos comprometemos a orar y leer la Biblia en comunidad con el fin de no solo confesar nuestras luchas y errores entre nosotros, sino encontrar en Dios su guía y poder para vivir una espiritualidad integral, que no se reduce a "reuniones religiosas".
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