"Esposas, respetad la autoridad de vuestros maridos; tal es vuestro deber como cristianas." (3:18)
Y también:
"Esclavos, acatad en todo momento las órdenes de los amos temporales. No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino con la nobleza de los que honran al Señor" (3:22)
Olvidarnos que estas palabras fueron escritas hace 2000 años en su contexto, pueden llevarnos a perder el corazón del asunto. En el S.XXI, el patriarcado es cuestionado y tomamos consciencia de toda la opresión y desigualdad que arrastra y poco a poco deja de representar el ideal de la familia y ¿Qué decir de la esclavitud? Mucho más cuando tantos cristianos, con Biblia en mano, contribuyeron a la ilegalidad de la misma (no sin un complicado diálogo con quienes querían ver la esclavitud, como la voluntad de Dios, así como algunos hoy tratan de ver el patriarcado de la misma manera).
Sabemos que en el contexto, el mensaje de Pablo contenían las semillas para poner patas arribas el modelo familiar patriarcal romano, donde el patriarca era amparado legalmente para ostentar el poder sobre la vida y la muerte (de esposa, hijos y sirvientes)... Pablo moldea el hogar Romano alrededor de Jesus, y por ello no podemos dejar de ver en el texto el énfasis en la reciprocidad y la mutua responsabilidad (nota que al final de la carta Onesimo, que sabemos que era un esclavo cristiano que escapó de Filemon, va a ser enviado por Pablo, y pide que se le reciba como uno mas, describiendolo como fiel y amado en el Señor junto a otros, ver Colosenses 4:9).
Esa semilla continuó creciendo y de ahí llegó la abolición de la esclavitud contando con personas inspiradas por el evangelio como William Wilberforce, Thomas Clarkson y Hannah More entre otras. Y también para los fundamentos del feminismo el evangelio inspiró a mujeres como Katharine Bushnell, Frances Willard, Pilar Pascual de Sanjuán, Concepción Arenal y María de Echarri.
El principio universal de las enseñanzas de Pablo es claro para mí, la ética en el hogar no debe ignorarse, y en la vida cristiana los principios del compromiso y responsabilidad mutua, desde el amor y la paciencia, son básicos en la práctica de nuestra fe. El corazón de este asunto, en realidad es un asunto del corazón:
"Pongan el corazón en lo que hagan, como si lo hicieran para el Señor y no para gente mortal." (3:23)
No hace falta mucha imaginación para que estas palabras irrumpan en nuestra realidad actual y nos lleven a preguntarnos ¿Qué significa ser una madre, un padre, una hija o hijo, una persona empleada o jefa que todo lo que hace lo hace de corazón como para el Señor y no para los seres humanos?
No cabe duda ante los escritos de Pablo, de que la espiritualidad que promueve no se limita a la vida religiosa que se desarrolla en medio de reuniones y eventos, sino que nos lleva a una fe que se hace principalmente presente en la vida cotidiana. La familia y entorno laboral, y nuestro trato en las relaciones de mas influencia deben ser evaluadas en armonía con el Amor de la Divinidad, pues es en tales espacios y relaciones es donde se lleva a cabo nuestra verdadera vida de adoración y misión.
En nuestra comunidad cristiana ¿Cómo nos ayudamos para ser mejores parejas, madres, padres, hijas, hijos y personas trabajadoras? ¿Qué pasos damos para exhortarnos a cumplir nuestros roles como para Dios y no para los seres humanos? ¿Si el AMOR no es nuestro Señor, a quien realmente acabamos sirviendo? ¿Hemos desarrollado alguna manera que nos permita evaluar y corregir conductas concretas a la luz de los principios universales expresados en las Escrituras?
En mi comunidad cristiana hemos desarrollado para ello los Grupos de Crecimiento, como un espacio reducido de unas cuatro personas del mismo sexo, donde regularmente nos rendimos cuentas acerca de como estamos aplicando la fe en el hogar, el trabajo, en el vecindario etc. Además, en estos grupos podemos comprometemos a orar y leer la Biblia en comunidad con el fin de no solo confesar nuestras luchas y errores, sino encontrar en la Dvinidad su guía y poder para vivir una espiritualidad integral, que no se reduce a "reuniones religiosas".
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