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LA ADVERSIDAD, LA ESPERANZA Y NUESTRA RESPUESTA (ISAÍAS 24-27)

Con los cuatro capítulos en los que me adentro hoy, finalizo la sección del libro que comprende los capítulos del 13 al 27, donde el profeta se centra en mostrar tanto el juicio, como la esperanza para las naciones. Concretamente en la porción en la que reflexiono hoy, encontramos un cuadro de la humanidad destruida y otro de la humanidad siendo bendecida.

Primero se nos narra la historia de un pueblo que va a la ruina, y que es un buen arquetipo de la realidad humana cuando no actuamos en armonía con la vida:

"La tierra sufre por los pecados de sus habitantes, porque han torcido las instrucciones de Dios, han violado sus leyes y quebrantado su pacto eterno. Por lo tanto, una maldición consume la tierra; sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado. El fuego los destruye, y solo unos cuantos quedan con vida." (24:5-6)

Las imágenes usadas en los capítulos anteriores, se usan aquí para describir como la humanidad que se sustenta en la rebeldía y la soberbia no prevalecerá.

A continuación, el profeta pasa a anunciar un panorama donde finalmente la justicia es establecida y el necesitado no queda para siempre abandonado. La destrucción de una sociedad edificada en la soberbia no es para otra cosa que para dar final a la opresión y permitir que la vida, la paz y la armonía se abra paso.

"Oh Señor, tú eres una torre de refugio para los pobres, una torre de refugio para los necesitados en su angustia. Eres refugio de la tempestad y amparo del calor. Pues los actos opresivos de la gente despiadada son como una tormenta que azota los muros, o como el calor implacable del desierto. Sin embargo, tú haces callar el rugido de las naciones extranjeras. Como la sombra de una nube aplaca el incesante calor, tú silencias las canciones vanidosas de la gente despiadada." (25:4-5)

Otra vez, Isaías traspasa la visión de bienestar del pueblo al que pertenece, para ofrecernos una imagen donde la gente de todo el mundo es invitada al bienestar y el placer:

"En Jerusalén, el Señor de los Ejércitos Celestiales preparará un maravilloso banquete para toda la gente del mundo." (25:6a)

La visión de que la maldad no prevalecerá y de que la justicia será finalmente establecida, abre paso a una declaración de fe llena de aliento y esperanza:

"¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Confíen siempre en el Señor, porque el Señor Dios es la Roca eterna." (26:3-4)

El texto pone ante mi una respuesta ante la adversidad que bien puede ser un buen ejemplo para la vida de fe:

"Señor, en nuestra angustia te hemos buscado; bajo la carga de tu disciplina hemos orado." (26:16)

Buscar a Dios en medio de la adversidad, es encontrarnos con aquel que ve más allá de nuestras circunstancias presentes y que ha prometido la restauración de lo que nos perjudica tanto en este mundo como en el que está por venir. 

"Pero los que mueren en el Señor vivirán; ¡sus cuerpos se levantarán otra vez! Los que duermen en la tierra se levantarán y cantarán de alegría. Pues tu luz que da vida descenderá como el rocío sobre tu pueblo, en el lugar de los muertos." (26:19)

No hay muchos textos en el Antiguo Testamento donde se nos ofrezca la imagen de la resurrección que es tan recurrente en la cosmovisión cristiana, pero aquí tenemos uno de ellos. 

Buscar a Dios en medio de la adversidad también implica involucrarnos más intencionalmente en el crecimiento que a veces solo viene a través de la crisis o como dice el profeta " bajo la carga de tu disciplina hemos orado." (26:16b):

"Pues solo cuando tú vengas a juzgar la tierra, la gente aprenderá lo correcto." (26:9b)

Acabamos esta sección con un enfoque extendido de la bendición. La restauración de Israel no es algo que solo afecta a esta nación:

"¡Israel brotará y florecerá, y llenará de fruto el mundo entero!" (27:6b)

Tenemos por tanto una porción llena de principios para afrontar la adversidad:

1) Dios no permitirá que la injusticia permanezca, y esto no solo podemos aplicarlo a la realidad política del mundo (en estos días escribo esta reflexión ante la toma de poder de los talibanes en Afganistán, con toda la pérdida de derechos fundamentales que eso supone, sobre todo para las mujeres). También me atrevo a aplicarlo a nuestra realidad interna; aquellas partes de nuestras vidas que no están alineadas con la Vida; nuestros propio opresor interno acabará no prosperando en el tiempo.

2) En medio de la adversidad, ya sea esta provocada por los errores de otras personas o por nuestras propias acciones, somos invitados a buscar a Dios, lo cual implica confiar en que sus planes de restaurar lo que no está alineado con la Vida se llevarán a cabo y se están llevando a cabo y también disponernos intencionalmente al crecimiento que a veces solo se da en medio de las crisis. 

3) La restauración de Dios de nuestras comunidades y aquí también me atrevo a aplicarlo a la restauración de las diferentes áreas de nuestras vidas, trae y traerá un beneficio global que afecta más allá del localismo e individualismo. Por lo tanto la restauración de situaciones opresoras en el mundo y en nuestra realidad interna se lleva a cabo desde la interconexión que tenemos como seres vivos y por tanto, con el proceso cósmico de transformación y bendición universal que Dios está llevando a cabo. Por ejemplo, la liberación de la mujer en nuestro mundo machista, implica la liberación del opresor que llevo dentro. La libertad de los oprimidos es mi propia libertad. Me atrevo incluso a teorizar en que los cambios que llevamos a cabo en nuestro nivel de influencia, afectan más de lo que imaginamos al resto de la creación. 

¿Qué emociones e ideas vienen a tu mente al escuchar de que Dios está trabajando para que la injusticia y la opresión no prospere en tu vida y en el mundo y la paz y armonía sean establecidas finalmente de manera global? ¿Están nuestras comunidades cristianas en la adversidad dispuestas a tomar el rol de los opresores y las víctimas y someter tales roles al Espíritu de Dios? ¿Cómo crees que se relaciona la pregunta anterior con la identificación de Jesús con nuestros pecados, por ejemplo con su participación en el bautismo de arrepentimiento que practicaba su primo Juan? ¿Qué piensas acerca de que la interconexión como seres vivos contribuya a que nuestros propios procesos de transformación y bendición afecten la realidad del mundo más allá de lo que podemos captar o imaginar? ¿Qué papel toma la oración individual y comunitaria en medio de la adversidad que ves o experimentas?


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