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EL SIERVO SUFRIENTE (ISAÍAS 49-55)

Isaías habla en la porción en la que me adentro hoy del siervo de Dios, y al hacerlo, nos da la imagen de un ministerio que no se reduce a la restauración de Israel, sino que alcanza al resto de las naciones. Una vez más, vemos la amplitud teológica de Isaías, quien espera que la bendición no tenga un carácter local sino global. Escribo esto en tiempo de pandemia, y me imagino que Isaías está pensando en ese efecto contagioso, es decir, espera una "pandemia de restauración" de proporción mundial:

"Él dice: «Harás algo más que devolverme al pueblo de Israel. Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra»." (49:6)

¿Qué significa ir más allá de mi propia zona de comodidad? ¿Cómo nos adentramos en esta corriente de bendición que no está hecha para estancarse sino para extenderse?

En la teología de Isaías, así como es recurrente en los profetas, los marginados son visibilizados y hay buenas noticias para ellos. Aunque viven en un entorno donde son ignorados y oprimidos, la salvación implica también recibir honor y gracia. Este aspecto es muy interesante para nuestra teología occidental, la cual a veces reduce la salvación al aspecto jurídico que trata con la culpa, a menudo desde una visión individual-ideológico. Aquí tenemos un marco de tinte más oriental, con una visión comunitaria-interpersonal donde  el grupo de personas que lidian con la vergüenza y la deshonra se encuentran con honor y gracia.* 

"Les diré a los prisioneros: “Salgan en libertad”, y a los que están en tinieblas: “Vengan a la luz”. Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes y en colinas que antes estaban desiertas." (49:9)

Esta gracia se muestra desde la imagen de Dios como madre. A menudo, la mirada masculina, y esta muy socializada, nos reduce la visión del Dios que nos ha hecho a mujeres y hombres a su imagen y semejanza. Una madre es una excelente imagen para explicar cómo es de seguro el amor de Dios. Y aunque nuestra ruptura pudiera llegar a dar lugar a la imagen de una madre que se olvida de sus hijos, el profeta aclara que eso Dios no lo hará, Dios es una madre perfecta. 

"«¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes." (49:15)

Todo el mensaje de esperanza en Isaías nos traslada a una imagen de gran gozo y celebración ¿Hay una mejor respuesta a la compasión y la gracia que nos salva y restaura? 

"Regresarán los que fueron rescatados por el Señor y entrarán cantando a Jerusalén, coronados de alegría eterna. Desaparecerán el dolor y el luto y estarán llenos de gozo y de alegría." (51:11)

Así como en el nuevo testamento es habitual encontrarnos con la palabra evangelio, que significa buenas noticias, Isaías encuentra en su mensaje este término como muy apropiado para describir su mensaje, y nos ofrece la imagen de una persona que hace un gran recorrido a pie para explicar que hay un nuevo reino que ha sustituido al reino de opresión.  

"¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que trae buenas noticias, buenas noticias de paz y de salvación, las noticias de que el Dios de Israel reina! Los centinelas gritan y cantan de alegría, porque con sus propios ojos ven al Señor regresando a Jerusalén. Que las ruinas de Jerusalén canten de alegría, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén." (52:7-9)

En la tradición cristiana el mismo mensaje de buenas noticias de Jesús tiene que ver también con un nuevo reino que desbanca al anterior. Son imágenes familiares para un contexto politico-social de dominación, muy útiles para explicar un cambio en nuestra manera de ser tratados y tratar a otros. Esta nueva manera de vivir en el mundo es accesible y posible aunque el entorno y el imperio que parece dominar enseñe lo contrario, sobre a todo a sectores que acaban siendo marginados. El reino de Dios ha desbancado a los reinos de opresión, Jesús lo dijo así:

"Más tarde, después del arresto de Juan, Jesús entró en Galilea, donde predicó la Buena Noticia de Dios. «¡Por fin ha llegado el tiempo prometido por Dios! —anunciaba—. ¡El reino de Dios está cerca! ¡Arrepiéntanse de sus pecados y crean la Buena Noticia!»." (Marcos 1:14-15)

Sin embargo, Isaías nos dice que él siervo de Dios que rescata a Israel y es luz a las naciones es rechazado y matado. Y entramos aquí con un aspecto mesiánico que gran parte de los teólogos del tiempo de Jesús no supieron ver, rechazando así al Dios encarnado. La herejía, en realidad es una reducción de la verdad, y eso es precisamente lo que les pasó a quienes rechazaron a Jesús porque esperaban al Mesías victorioso y no al Mesías que sufre y se entrega para que encontremos la paz. Sin embargo las imágenes que ofrece Isaías unos 700 años antes de la venida de Cristo son muy precisas:

"Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban y las mejillas a quienes me tiraban de la barba; no escondí el rostro de las burlas y los escupitajos." (50:6)

"Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo. Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó. Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados. Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas; hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros. Sin embargo, el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros." (53:3-6)

En el libro de Hechos encontramos a un eunuco leyendo una parte de este pasaje de Isaías (concretamente Isaías 53:7-8) y preguntándole a Felipe de quien está hablando el profeta: 

"El hombre contestó: —¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique? Y le rogó a Felipe que subiera al carruaje y se sentara junto a él. El pasaje de la Escritura que leía era el siguiente: «Como oveja fue llevado al matadero. Y, como cordero en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca. Fue humillado y no le hicieron justicia. ¿Quién puede hablar de sus descendientes? Pues su vida fue quitada de la tierra». El eunuco le preguntó a Felipe: «Dime, ¿hablaba el profeta acerca de sí mismo o de alguien más?». Entonces, comenzando con esa misma porción de la Escritura, Felipe le habló de la Buena Noticia acerca de Jesús." (Hechos 8:31-33) 

Estos sufrimientos acaban en vida y restauración, lo cual en la tradición cristiana nos evoca a la idea de resurrección. Lo que queda claro para Isaías es que la entrega del siervo sufriente va a acabar en una larga vida y en un avance del plan restaurador de Dios:

"Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado, tendrá muchos descendientes. Disfrutará de una larga vida, y en sus manos el buen plan del Señor prosperará. Cuando vea todo lo que se logró mediante su angustia, quedará satisfecho. Y a causa de lo que sufrió, mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos." (53:10b-11)

Con todas estas buenas noticias para los oprimidos, ahora la invitación es a responder desde la alabanza y el gozo, así como en fe a lo que viene:

"«¡Canta, oh mujer sin hijos, tú que nunca diste a luz! Prorrumpe en canciones de alegría a toda voz, oh Jerusalén, tú que nunca tuviste dolores de parto. Pues la mujer desolada ahora tiene más hijos que la que vive con su esposo —dice el Señor—. Agranda tu casa; construye una ampliación. Extiende tu hogar y no repares en gastos." (54:1-2)

"»¿Alguien tiene sed? Venga y beba, ¡aunque no tenga dinero! Vengan, tomen vino o leche, ¡es todo gratis!" (55:1)

La gracia de Dios desde la proclamación profética nos invita a salir del pensamiento limitante que nos ofrece el entorno. "¡Es todo gratis!" podemos obtener lo que la opresión nos dice que es inaccesible para nosotros, pero para ello, va a ser necesario un cambio de mente y reconocer que:

"«Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse." (55:8)

¿No es increíble el mensaje de Isaías? ¡Cuánto desafío para quienes al escucharlo se llenaban de esperanza y rehusaban seguir viviendo bajo la opresión! 

El desafío también es para mí hoy. En medio de un mundo donde seguimos experimentando las consecuencias de vivir sin tener en cuenta los principios de amor y vida de Dios, se abre ante mí la posibilidad de adentrarme en una nueva manera de pensar y vivir en el mundo, usando el lenguaje bíblico, la posibilidad de acceder a un nuevo Reino. 

¿Cuál va a ser nuestra respuesta individual y comunitaria ante las buenas noticias? ¿Qué implicaciones prácticas tiene creer que el Reino de Dios es accesible para mí? ¿Cómo afecta la realidad del nuevo reino a la culpa, la vergüenza y el miedo que produce nuestra rota realidad social actual? Al pensar que el siervo de Dios viene no solo a restaurar a Israel sino a ser Luz a las naciones ¿Cómo me planteo responder al ver la culpa, la vergüenza y el miedo más allá de mi propio entorno? (Por ejemplo ante las noticias diarías en prensa o TV? 

*Ver para más detalle Págs 146-156 de "Recomposición" de Alan Hirsch y Mark Nelson

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