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VALOR Y LÍMITE DE LA TEOLOGÍA DE LA RETRIBUCIÓN (2ª CRÓNICAS 13-16)


Tras una pausa durante el periodo de Adviento y Navidad, retomo mi viaje por la historía judía a través de los ojos del cronista, tratando de escuchar lo que el Espíritu de Dios quiere enseñarme a través de lo vivido por nuestros ancestros. Concretamente, la porción de hoy se centra en el reinado de Abías y de su hijo Asa. 

En ambos, el cronista ve elementos de confianza en Dios que acaban trayendo victoria en las batallas y tiempo de paz. Por ejemplo, Abías denuncia que el reino del norte adora dioses paganos en un tiempo de conflicto bélico con ellos:

"Ahora ustedes se han propuesto resistir la autoridad del SEÑOR, la cual está en manos de los descendientes de David. Se han envalentonado por ser muchos y porque tienen los becerros de oro que Jeroboán les puso como dioses." (13:8)

Desde ese mensaje, les anima a no pelear con ellos, avisándoles que en tales circunstancias serán derrotados:

"Fíjense que al frente de nosotros están Dios y sus sacerdotes. Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes. Así que, israelitas, ¡No peleen contra el SEÑOR, Dios de sus antepasados, porque no tendrán éxito!»" (13:12)

A pesar de que el reino del norte les rodea y ataca, ellos claman a Dios y los sacerdotes tocan las trompetas y Juda acaba en victoria:

"Cuando los de Judá vieron hacia atrás, se dieron cuenta de ello, pero era demasiado tarde, estaban rodeados. Entonces clamaron al SEÑOR y los sacerdotes tocaron las trompetas. Cuando los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios mismo atacó a Jeroboán y a todo Israel delante de Abías y de Judá. Israel se retiró, y Dios le dio la victoria a Judá." (13:14-16)

Su hijo Asa, también experimenta de manera similar la ayuda de Dios contra el ejercito Etíope en base a su confianza:

"Asá le pidió así ayuda al SEÑOR su Dios: «SEÑOR, para ti no importa si somos muchos o somos pocos cuando decides ayudarnos. Por tanto, ayúdanos, SEÑOR, Dios nuestro, porque confiamos en ti y en tu nombre vamos contra este ejército numeroso. Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios, no permitas que ningún ser humano te oponga resistencia». El SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asá y de Judá, y los etíopes huyeron," (14:11-12)

El mensaje de los profetas en aquellos tiempo de adversidad, estaba basado principalmente en la teología de la retribución:

"Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded. Entonces él fue a ver a Asá y le dijo: «¡Escúchame, Asá y todo Judá y Benjamín! El SEÑOR está con ustedes si ustedes siguen estando con él. Si lo buscan, lo encontrarán, pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes." (15:1-2)

Es desde esta teología, que un pueblo guerrero en una época hostil caracterizada por una cultura de dominación, se involucra en un proceso de renovación y cambio:

"Cuando Asá escuchó la profecía de Oded el profeta, se animó a quitar los ídolos repugnantes de toda la región de Judá, de Benjamín y de las ciudades que había capturado de la región montañosa de Efraín. Reconstruyó también el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico del templo del SEÑOR." (15:8)

La renovación en este punto de la historia se centra en no confiar en ellos mismos, sino en reconocer que tienen que escuchar y confiar al Creador. Este es un punto básico de la espiritualidad profunda: el reconocimiento de nuestras limitaciones y nuestra necesidad de alinearnos con el Amor y la Vida que es Dios, inmanente y trascendente. 

Sin embargo, el momento histórico no nos deja ver aun la salida de la cultura de dominación en la que están inmersos. La renovación espiritual que experimentan está aun en el lenguaje y cultura del momento, donde la violencia llega a ser una herramienta política y espiritual:

"También decidieron que todo aquel que no siguiera al SEÑOR Dios de Israel tendría que morir, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. Entonces hicieron ese juramento ante el SEÑOR en voz alta y en medio de gritos de alegría y de toques de trompetas y de cuernos de carneros." (15:13-14)

Desde nuestro punto de vista, en el cual Jesús es el modelo de renovación, sabemos que la transformación profunda de nuestra maldad se lleva a cabo a través del camino del amor incondicional y la gracia. Las leyes impuestas, por duras que sean, pueden tener un valor para contener ciertas expresiones de maldad y para la protección social, pero no el poder de transformar lo profundo del corazón, que es donde se encuentra la raíz del verdadero problema. 

Es por ello, que a pesar de que el cronista ve con buenos ojos la reformas de Asá y su reinado, al final, aun con todo el compromiso radical en declaraciones públicas como la muerte de quienes no sigan la guía del Señor, no puede omitir que el mismo rey que canaliza esta declaración acaba bajando su nivel de confianza en Dios llegando a rebelarse ante quien le trae la guía del Señor y a confiar en los hombres antes que en su Creador:

"En ese tiempo el vidente Jananí fue a ver a Asá, rey de Judá, y le dijo: «Debido a que depositaste tu confianza en el rey de Siria en lugar de confiar en el SEÑOR tu Dios, el ejército de Siria se te ha escapado de las manos." (16:7)

"Asá se irritó con Jananí y lo metió en la cárcel porque estaba furioso con él. También en ese tiempo Asá oprimió a algunos del pueblo." (16:10)

"En el año 39 de su reinado, Asá contrajo una grave enfermedad de los pies. Sin embargo, no buscó ser sanado por el SEÑOR, sino que buscó ayuda de los médicos." (16:12)

El mensaje de los profetas de entonces sigue vivo hoy: confiar en Dios nos abre a la posibilidad de la transformación que anhelamos. 

A la vez, fomentar una cultura de armonía con la Vida y Amor de Dios a través de la dominación que podemos expresar con leyes, por necesarias que estas sean para la vida social, ya nos ha demostrado la historia que no tiene el efecto deseado, porque no solucionan el corazón del asunto. A la vez, Jesús pone patas arriba el modelo de transformación basado en la dominación. Con razón Pablo acabó diciendo:

"Él fue quien nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; y la letra de la ley es causa de muerte, mientras que el Espíritu lo es de vida." (2ª Corintios 3:6)

La porción de hoy me parece muy relevante para un mundo donde una parte de la cristiandad parece que pone su esperanza en partidos políticos que desean un cambio social a base de leyes que pretenden imponer la moral que comparten (da igual que sean de derechas o de izquierdas). La historia se repite, y si bien, vivir alineados con el Amor y la Vida que es Dios es básico para experimentar lo que nuestros corazones rotos anhelan, esa alineación profunda nunca se llevará a cabo en base a leyes impuestas. 

Escribo esta reflexión en periodo de Navidad, donde recordamos que el Dios que desea nuestra transformación viene a nosotros a través de un reinado diferente. En vez de venir con una espada para castigarnos, viene humilde, como siervo, con el arma del amor incodicional y la gracia, para mostrarnos el camino de la transformación profunda. La transformación nos hará vivir en armonía con todo enunciado que pretende el respeto por la Vida, pero el camino para esa realidad es de dentro hacía fuera y no al revés. 

¿Cuál es el valor de conocer las consecuencias de no andar en armonía con la Vida y el Amor que es Dios? ¿Por qué piensas que conocer estas consecuencias es tan insuficiente para no experimentarlas?  ¿Cómo buscan los reinos de este mundo la transformación que necesitamos? ¿Cómo opera el reino de Dios para transformarnos e involucrarnos en la transformación? 

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