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LA BENDITA CRISIS DE MANASÉS (2ª CRÓNICAS 33-36)

Me adentro en los últimos capítulos del libro, donde el autor nos da reseñas de siete reyes. Resumidamente nos encontramos con esto:

Manasés (33:1-18): este rey que empieza muy mal, practica adoración a dioses paganos, consultaba a adivinos y encantadores, hasta el punto de pasar sus hijos por fuego. Acaba siendo llevado cautivo por los asirios y en su desolación se humilla y clama a Dios pidiendo ayuda y Dios le restaura. Acaba reinando en armonía con la Vida de Dios.  

Amón (33:21-25): hijo de Manasés, se habla poco de él, pero empieza y acaba mal sirviendo en todo momento a ídolos falsos. 

Josías (34-35): este rey empieza y no acaba mal. Lleva a cabo reformas espirituales. Encuentra un libro de la ley que le ayuda a ver lo abominable que es vivir como el pueblo ha vivido y llora en arrepentimiento. Una profetisa (si, Dios llegó a usar mujeres a pesar de una cultura de dominación machista, lo cual da esperanza para el futuro) le dice que las consecuencias del pecado del pueblo no llegará gracias a su arrepentimiento. Josías celebra la Pascua, lo cual es una nueva señal del cambio social producido. Acaba muerto en una batalla en la que se involucra imprudentemente, pero el pueblo elogia su reinado.  

Joacaz (36:1-4): hijo de Josías, solo reina tres meses porque el rey de Egipto lo destrona y pone en su lugar a su hermano Eliaquim quien acabó llamándose Joacim.

Joacim( 36:5-8): hermano de Joacaz hizo lo malo y acabó cautivo en Babilonia.

Joaquín (36:9-10): Joaquín hijo de Joacim reinó solo tres meses, hizo lo malo y fue llevado también a Babilonia. El rey de babilonia que lo destronó puso en su lugar a su hermano Sedequías.

Sedequías (36:11-21): hizo lo malo ante Dios, no se humilló ante las palabras del profeta Jeremías, ni ante otros profetas que Dios le envío, de quienes el rey se burlaba, lo cual trajo la invasión de los caldeos y la deportación a Babilonia.

Y el libro acaba con la aparición de un decreto por medio del rey Ciro de Persa, quien declara que el templo judío destruido debe ser edificado de nuevo (36:22-23). 

Hecho este resumen, no puedo dejar de destacar la historía de Manasés, ya que se coloca ante nuestros ojos como un arquetipo de la transformación espiritual de los seres humanos.

Las acciones de Manasés son horribles, llenas de oscuridad incluyendo sacrificios terroríficos de niños. El cronista ve la destrucción de su reino como un resultado de su estilo de vida:

"Debido a eso el SEÑOR hizo que los comandantes del ejército de Asiria invadieran el país. Ellos capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce." (33:11)

Pienso en todos esos aspectos, que aun siendo destructivos para mi y para quienes me rodean, acaban siendo incorporados en mi estilo de vida y aun normalizados. En mi experiencia, estos aspectos me llevan tarde o temprano a un momento de consciencia de mi opresión, un momento de crisis donde experimento desolación.  Bendita crisis, si esta es la única que nos ayuda a salir de un camino tan seco y destructivo.

"Pero cuando se vio en semejante situación tan angustiosa, rogó al SEÑOR su Dios y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. Manasés oró a Dios, él atendió su súplica y le permitió volver a Jerusalén y regresar a gobernar. Así fue como Manasés comprendió que el SEÑOR es Dios." (33:12-13)

Es interesante que entre la lista de reyes de esta porción tenemos el ejemplo de Josías que se humilló ante Dios desde un estilo de vida en armonía con Él. Josías no se sumergió en un estilo de vida tan oscuro como el de Manasés y su nivel de crisis le permitió avanzar sin caer en profundos pozos.

Otros como Sedequías, nunca se arrepintieron, y solo experimentaron la caída en la oscuridad más profunda.

¿Cuáles reyes representan mejor las diferentes etapas de mi camino espiritual hasta aquí? ¿Qué me enseñan estas historías sobre la fidelidad de Dios y su voluntad para mis días venideros?

El final del libro es increible. El pueblo está cautivo, y el rey de Persia, llamado Ciro, dice lo siguiente:

"«Ciro, rey de Persia, decreta lo siguiente: »El SEÑOR, Dios del cielo, me dio todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, que está en el territorio de Judá. Así que todo aquel que pertenezca al pueblo de Dios, que el SEÑOR su Dios lo acompañe y se vaya para allá»." (36:23)

Historicamente, tras estas palabras toca el regreso del exilio y las maravillosas historias de Esdras y Nehemías. El cronista se encuentra en un momento histórico en el que conoce estas historias, pero sin embargo, no las señala, deja este final así, abierto e incompleto. 

Esto nos hace pensar que aun la vuelta del exilio y la reconstrucción del templo, no parecen satisfacer totalmente las promesas futuras de renovación de las que hablaron los profetas. Sabemos por los libros que narran estas historias que así es, no nos encontramos con ninguna panacea y muy probablemente sigamos con hambre de una mayor paz y bondad en el mundo a través del liderazgo de la línea de David. Es por ello que las Escrituras acaban señalando a un hijo de David diferente. 

El Mesías prometido, al que nosotros tenemos el privilegio de contemplar desde esta parte de la historia y que se llama Jesús, pone patas arriba esta cultura violenta de dominación a la que nos tiene acostumbrados muchas porciones del Antiguo Testamento. El va a invadir este mundo no con espada sino con mostrar misericordia, gracia y perdón. Un reinado diferente, donde la invitación es someternos voluntariamente al Amor y la Vida que es Dios. 

Es gracias a Jesús que ante nuestros horribles pasados, nuestros errores más indeseados no solo encontramos perdón sino también un abrazo que nos sana y levanta para el próximo tramo del viaje. En él, vemos los principios prácticos y tenemos una imagen real de lo que consiste vivir en armonía con la Vida.

¿Cuáles son las crisis que te han ayudado a madurar? ¿Qué has aprendido de ellas? ¿Qué piensas acerca de ver a Jesús como la esperanza de plena restauración de tu vida y del mundo?




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