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¿ME PREGUNTO DONDE ESTÁ DIOS? (SALMO 10)



Tomé esta foto en el Reina Sofía de Madrid sin mi hija pequeña, ella no quería verlo, había sido conmovida por la historia detrás de este cuadro en su clase de arte en el colegio y no se sentía preparada para remover tanto dolor. 


En el Salmo 10, el autor, tras mirar la injusticia y ver a los oprimidos se pregunta:


“¿Por qué estás lejos, oh SEÑOR, 

Y te escondes en el tiempo de la tribulación?


Con arrogancia el malo persigue al pobre;

Será atrapado en los artificios que ha ideado.” (V. 1-2)


No tengo duda que esta pregunta nace de una espiritualidad profunda, conectada con el deseo de qué los oprimidos sean liberados y de que la injusticia no se alargue en el tiempo. 


El Salmista tiene claro que quienes se regocijan en la injusticia, están lejos de alinearse con la Deidad. Para él, no se puede separar tener presente a Dios y estar oprimiendo.


“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;

No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.” (V. 4)


Escribo esta reflexión en un momento donde las noticias nos han mostrado grandes momentos de injusticia y opresión en los últimos tiempos. El 7 de octubre de 2023 fuimos conmovido por el inhumano ataque terrorista  al pueblo de Israel que mató a más de mil personas. Tras el mismo, somos conmovidos por una represalia inhumana que multiplicó escandalosamente el terror y la muerte de inocentes en Gaza en proporciones escalofriantes. A la vez, en Nigeria, miles de cristianos llevan tiempo siendo asesinados de manera alarmante por acciones terroristas y se sienten en abandono por el resto del mundo… y podríamos seguir hablando de tanta atrocidad conmovedora que hacen que este Salmo tenga hoy mucho sentido.


Si mi espiritualidad es como la del Salmista, es completamente normal que me pregunte “¿Por qué te escondes Dios?” Y desde esta conexión con la opresión y deseo de que acabe de una vez, tambien es normal que afirme la incompatibilidad de estar conectado con la Deidad e insensible a la injusticia. 


El silencio y la insensibilidad ante tanto terror, de quienes proclamamos que es posible restaurar la relación del ser humano con la Deidad, tambien debería llevarnos a preguntarnos si realmente estamos conectando con el Dios que se compadece con quienes sufren. 


La poesía hebrea me invita hoy a no quedar indiferente ante la injusticia y la opresión, no hay otro camino para llegar a la esperanza con la que acaba este Salmo:


“Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos;

    ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.

Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos,

    para que ya no los aterre un simple mortal.” (V. 18-19)

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