Mateo 17
La transfiguración tuvo que ser toda una experiencia para los discípulos que la presenciaron. Jesús resplandeciendo, la visión de Moisés y Elias, la voz del Padre celestial aprobando a su Hijo y pidiendo que sea oído... Imagino la adrenalina de Pedro, Santiago y Juan fluyendo en sus cuerpos.
Sin embargo, aunque el momento tuvo que ser sobrecogedor y emocionante, llegó el momento de bajar de la montaña, y al hacerlo, se encuentran con una realidad diferente: Personas atormentadas y pidiendo ayuda ante situaciones desesperante. Ante tal panorama, Jesús interviene con compasión y liberación.
La afirmación del amor de su Padre, es clave como punto de partida para la misión en Jesús. Si nuestras buenas acciones parten de una búsqueda de valor personal en lo que hacemos, lo que tenemos u otros dicen de nosotros, no estamos en el corazón del evangelio. Cuando el amor del Padre determina lo que realmente somos "amados por Dios", nuestras acciones dejan de ser un intento de salvarnos a nosotros mismos, para convertirse en un fluir de gracia.
El ejemplo del Maestro me hace pensar en como debe seguir actuando su cuerpo hoy. A menudo la iglesia nos ocupamos de buscar momentos juntos donde el cielo parece que baja a la tierra y eso es bueno para recordar quienes somos en Dios. Sin embargo podemos tener problemas si:
- No escuchamos más allá del intelecto que somos hijos amados
- Si la montaña se convierte en un escape para afrontar un mundo roto
Nuestras comunidades cristianas no solo deben tener claro que hay que bajar de la montaña, sino que deben ver el valor de escuchar quienes somos cuando estamos en ella. Solo así, la misión al estilo del Maestro será nuestra misión.
Ver también:
Los Crooods y La Vida misional
La Misión

Sin embargo, aunque el momento tuvo que ser sobrecogedor y emocionante, llegó el momento de bajar de la montaña, y al hacerlo, se encuentran con una realidad diferente: Personas atormentadas y pidiendo ayuda ante situaciones desesperante. Ante tal panorama, Jesús interviene con compasión y liberación.
La afirmación del amor de su Padre, es clave como punto de partida para la misión en Jesús. Si nuestras buenas acciones parten de una búsqueda de valor personal en lo que hacemos, lo que tenemos u otros dicen de nosotros, no estamos en el corazón del evangelio. Cuando el amor del Padre determina lo que realmente somos "amados por Dios", nuestras acciones dejan de ser un intento de salvarnos a nosotros mismos, para convertirse en un fluir de gracia.
El ejemplo del Maestro me hace pensar en como debe seguir actuando su cuerpo hoy. A menudo la iglesia nos ocupamos de buscar momentos juntos donde el cielo parece que baja a la tierra y eso es bueno para recordar quienes somos en Dios. Sin embargo podemos tener problemas si:
- No escuchamos más allá del intelecto que somos hijos amados
- Si la montaña se convierte en un escape para afrontar un mundo roto
Nuestras comunidades cristianas no solo deben tener claro que hay que bajar de la montaña, sino que deben ver el valor de escuchar quienes somos cuando estamos en ella. Solo así, la misión al estilo del Maestro será nuestra misión.
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