Mateo 21
En este capítulo se nos narra la escena de la purificación del Templo, donde Jesús vuelca las mesas de los cambistas y declara: "Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones" (21:15b)
Hemos de tener en cuenta que nosotros leemos este pasaje en un momento donde el verdadero templo donde Dios habita nada tiene que ver con construcciones humanas (Hechos 7:48, 17:24). La iglesia no son cuatro paredes de reunión, somos las personas que hemos sido redimidas por la gracia de Dios. El apóstol Pablo dijo a los Coríntios: "¿no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (1ª Corintios 3:16) En Atenas declaró: "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas," (Hechos 17:24)
Podemos construir grandes edificios y llamarles templos, aun podemos crear complejas estructuras religiosas y llamarles iglesia, pero la verdadera naturaleza del Templo de Dios, de la Iglesia de Cristo, no depende de dichas construcciones humanas. Lo que los hombres construimos puede dar lugar a edificios y a organizaciones religiosas, pero sólo Dios hace nacer su iglesia, solo Él la edifica.
Ello me hace pensar en la posibilidad de que Jesús lo que quiera volcar hoy tenga que ver precisamente con nuestras propias construcciones, si, esas que han tomado un nombre que no les pertenece y que nos aleja de concentrarnos en lo que realmente es relevante.
Las acciones en este pasaje están muy relacionadas con el ministerio profético: la entrada triunfal en Jerusalén, la purificación del Templo, la Maldición de la higuera estéril, la parábola de los dos hijos y de los labradores malvados.
Jesús pone de manifiesto que los religiosos no creyeron a Juan el Bautista y que tampoco le creen a él. Al mostrarle la manera en la que estaban actuando y reaccionando, ellos se enfadaban. Acaba el capítulo con las siguientes palabras: "Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque este le tenía por profeta." (21:45-46)
El ministerio profético suele poner al descubierto los errores de los líderes religiosos, también desarma el fundamento errado sobre el que se edifica. Cuestionar lo que para algunos es la base de su identidad y su sustento solo lleva a tales líderes a tratar de quitarse de encima tal molestia. "¿Cómo que no estoy en lo importante con todo el tiempo que dedico a la actividad religiosa?" ¿Me estás diciendo que mis títulos no necesariamente están relacionados con los frutos?" "¿Cómo que los publicanos y las prostitutas van delante de nosotros?"
Realmente el ministerio profético suele ser escandaloso para los religiosos. Si quieres hacer la prueba, piensa en quienes crean el efecto de los publicanos y rameras de entonces en nuestro tiempo. Me imagino a Jesús diciéndonos a algunos hoy: "Los homosexuales van delante de vosotros al Reino de Dios". Para algunos esto sería tan difícil de digerir como para los principales sacerdotes y fariseos digerir las palabras del Maestro. "¿Cómo que tales personas están más abiertos que yo a la voluntad de Dios?"
Hace algunos años, Dios nos mostró a un grupo de chicos que vivían en un piso de ocupa. Lo que las entidades religiosas decía de uno de ellos era: "está apartado del Señor, toma drogas, es una lástima". Lo que descubrimos es que este chico, a pesar de sus contradicciones hablaba de Jesús a sus amigos, dos de ellos acabaron siendo bautizados por él y uno fue sanado de cáncer de manera asombrosa". Entendimos que la iglesia brota donde menos nos imaginamos, hasta entre gente que viven en una casa semi-abandonada. Entendimos que los que son rechazados por las organizaciones religiosas pueden ser instrumentos importantes en la mano de Dios. Y todo ello pone en evidencia el valor de lo que a veces dedicamos tanto tiempo y tanta energía en los entornos religiosos.
¿Somos capaces de recibir la exhortación profética sin enojarnos? ¿Qué elementos religiosos no queremos que sean volcados en medio de nuestras comunidades cristianas? ¿Qué es realmente aquello que Jesús espera de nosotros?
Ver también:
What Would Jesus Deconstruct?
En este capítulo se nos narra la escena de la purificación del Templo, donde Jesús vuelca las mesas de los cambistas y declara: "Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones" (21:15b)
Hemos de tener en cuenta que nosotros leemos este pasaje en un momento donde el verdadero templo donde Dios habita nada tiene que ver con construcciones humanas (Hechos 7:48, 17:24). La iglesia no son cuatro paredes de reunión, somos las personas que hemos sido redimidas por la gracia de Dios. El apóstol Pablo dijo a los Coríntios: "¿no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (1ª Corintios 3:16) En Atenas declaró: "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas," (Hechos 17:24)
Podemos construir grandes edificios y llamarles templos, aun podemos crear complejas estructuras religiosas y llamarles iglesia, pero la verdadera naturaleza del Templo de Dios, de la Iglesia de Cristo, no depende de dichas construcciones humanas. Lo que los hombres construimos puede dar lugar a edificios y a organizaciones religiosas, pero sólo Dios hace nacer su iglesia, solo Él la edifica.
Ello me hace pensar en la posibilidad de que Jesús lo que quiera volcar hoy tenga que ver precisamente con nuestras propias construcciones, si, esas que han tomado un nombre que no les pertenece y que nos aleja de concentrarnos en lo que realmente es relevante.
Las acciones en este pasaje están muy relacionadas con el ministerio profético: la entrada triunfal en Jerusalén, la purificación del Templo, la Maldición de la higuera estéril, la parábola de los dos hijos y de los labradores malvados.
Jesús pone de manifiesto que los religiosos no creyeron a Juan el Bautista y que tampoco le creen a él. Al mostrarle la manera en la que estaban actuando y reaccionando, ellos se enfadaban. Acaba el capítulo con las siguientes palabras: "Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque este le tenía por profeta." (21:45-46)
El ministerio profético suele poner al descubierto los errores de los líderes religiosos, también desarma el fundamento errado sobre el que se edifica. Cuestionar lo que para algunos es la base de su identidad y su sustento solo lleva a tales líderes a tratar de quitarse de encima tal molestia. "¿Cómo que no estoy en lo importante con todo el tiempo que dedico a la actividad religiosa?" ¿Me estás diciendo que mis títulos no necesariamente están relacionados con los frutos?" "¿Cómo que los publicanos y las prostitutas van delante de nosotros?"
Realmente el ministerio profético suele ser escandaloso para los religiosos. Si quieres hacer la prueba, piensa en quienes crean el efecto de los publicanos y rameras de entonces en nuestro tiempo. Me imagino a Jesús diciéndonos a algunos hoy: "Los homosexuales van delante de vosotros al Reino de Dios". Para algunos esto sería tan difícil de digerir como para los principales sacerdotes y fariseos digerir las palabras del Maestro. "¿Cómo que tales personas están más abiertos que yo a la voluntad de Dios?"
Hace algunos años, Dios nos mostró a un grupo de chicos que vivían en un piso de ocupa. Lo que las entidades religiosas decía de uno de ellos era: "está apartado del Señor, toma drogas, es una lástima". Lo que descubrimos es que este chico, a pesar de sus contradicciones hablaba de Jesús a sus amigos, dos de ellos acabaron siendo bautizados por él y uno fue sanado de cáncer de manera asombrosa". Entendimos que la iglesia brota donde menos nos imaginamos, hasta entre gente que viven en una casa semi-abandonada. Entendimos que los que son rechazados por las organizaciones religiosas pueden ser instrumentos importantes en la mano de Dios. Y todo ello pone en evidencia el valor de lo que a veces dedicamos tanto tiempo y tanta energía en los entornos religiosos.
¿Somos capaces de recibir la exhortación profética sin enojarnos? ¿Qué elementos religiosos no queremos que sean volcados en medio de nuestras comunidades cristianas? ¿Qué es realmente aquello que Jesús espera de nosotros?
Ver también:
What Would Jesus Deconstruct?
Comentarios
Publicar un comentario