Jacob, recibe de parte de Isaac, su padre, instrucciones para que no tomara mujer de Canaaán y es enviado a encontrar pareja. El que engañó a su padre, robó la bendición y escapó de la ira de su hermano, ahora se encuentra solo y en un viaje en el que Dios mismo se le revela en sueños y le afirma la bendición de Abrahám. Para Jacob, ya no se trató de la bendición de su abuelo, sino que ahora esa bendición le había sido entregada directamente y personalmente a él. Y eso a pesar de su conducta. Así es la gracia de Dios, nos sorprende a pesar de lo que somos y hemos hecho, y nos da dirección, sentido y esperanza. En definitiva, nos transforma.
Lo que más ha llamado mi atención es que Jacob se levanta del sueño diciendo:
"Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía." (28:16b)
Además Dios le dijo:
"He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres,..." (28:15a)
Esto me hace pensar en la promesa de Jesús de que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. No obstante, es fácil que nos pase lo que le pasó a Jacob, que Dios esté en un lugar y no seamos consciente de ello.
He descubierto que en mi vida espiritual existe un dualismo peligroso, que me permite ver a Dios cuando estoy en reuniones con cristianos y sentir que estoy en lugar sagrado, pero que me lleva a perderle de vista de lunes a sábado en medio de mi propio hogar, mi trabajo y mi ocio. El lenguaje que uso expresa mi propio dualismo, pues a menudo hablo de trabajo o actividades seculares. Sin embargo, secular significa, separado de Dios, y como bien dijo alguien: "nada es secular excepto el pecado".
Como Jacob, perdemos de vista que Dios está justamente ahí donde estamos, y que lo sagrado o secular no lo determina la actividad o lugar en sí, sino nuestra actitud. Pablo escribió: "y todo lo que hagáis hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres", y es precisamente esa actitud de continua rendición y búsqueda de agradar a Dios, que convierte en sagrado no solo mis tiempos de devocional personal, o de reuniones con la comunidad cristiana, sino también mis tiempos en las actividades domésticas, con la familia, en mi trabajo, en mis desplazamientos y disfrutando de mi ocio a través de paseos, lectura o el deleite de escuchar buena música o experimentar risas con amigos.
Necesitamos un discipulado que nos permita vivir una espiritualidad integral, donde somos capaces de darnos cuenta como Jacob, que Dios está justamente ahí, donde no lo sabíamos.
¿Cuáles son los lugares o actividades donde más dificultades tenemos para ser conscientes de la presencia de Dios? ¿Qué es lo que convierte en sagrado esas actividades o lugares?
Lo que más ha llamado mi atención es que Jacob se levanta del sueño diciendo:
"Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía." (28:16b)
Además Dios le dijo:
"He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres,..." (28:15a)
Esto me hace pensar en la promesa de Jesús de que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. No obstante, es fácil que nos pase lo que le pasó a Jacob, que Dios esté en un lugar y no seamos consciente de ello.
He descubierto que en mi vida espiritual existe un dualismo peligroso, que me permite ver a Dios cuando estoy en reuniones con cristianos y sentir que estoy en lugar sagrado, pero que me lleva a perderle de vista de lunes a sábado en medio de mi propio hogar, mi trabajo y mi ocio. El lenguaje que uso expresa mi propio dualismo, pues a menudo hablo de trabajo o actividades seculares. Sin embargo, secular significa, separado de Dios, y como bien dijo alguien: "nada es secular excepto el pecado".
Como Jacob, perdemos de vista que Dios está justamente ahí donde estamos, y que lo sagrado o secular no lo determina la actividad o lugar en sí, sino nuestra actitud. Pablo escribió: "y todo lo que hagáis hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres", y es precisamente esa actitud de continua rendición y búsqueda de agradar a Dios, que convierte en sagrado no solo mis tiempos de devocional personal, o de reuniones con la comunidad cristiana, sino también mis tiempos en las actividades domésticas, con la familia, en mi trabajo, en mis desplazamientos y disfrutando de mi ocio a través de paseos, lectura o el deleite de escuchar buena música o experimentar risas con amigos.
Necesitamos un discipulado que nos permita vivir una espiritualidad integral, donde somos capaces de darnos cuenta como Jacob, que Dios está justamente ahí, donde no lo sabíamos.
¿Cuáles son los lugares o actividades donde más dificultades tenemos para ser conscientes de la presencia de Dios? ¿Qué es lo que convierte en sagrado esas actividades o lugares?
Asi es ,ni podemos lo diria mejor, desde luego no hay mejor revolución que el evangelio bien entendido.El enterder bien las cosas nos hace libres y nos evita muchas frustraciones .
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