He estado en estos días escuchando varias veces la historia de los jueces menores que nos relata los capítulos del 10 al 12 del libro de Jueces y meditando en este relato. Aunque esta porción del libro nos habla de Toá, Jair, Jefté, Ibsan, Elón y Abdón, es en Jefté donde se extiende el relato. Jefté era hijo de una prostituta, pero a pesar de ello, Dios lo usó para traer liberación al pueblo. Esto nos recuerda que Dios nos usa a pesar de nuestro pasado y nuestra condición social.
En esta porción observamos como Israel continuó repitiendo el ciclo en el que tras ser liberado por la mano de Dios, acaba abandonando al Señor, experimentando opresión y finalmente volviendo a clamar y reconocer su pecado:
"Los israelitas suplicaron al Señor diciendo: —Hemos pecado contra ti, Señor, al abandonarte a ti, nuestro Dios, para rendir culto a los Baales." (10:10)
Sin embargo, Dios les responde:
"Id y suplicad a los dioses que habéis elegido: que os salven ellos en la hora de vuestra angustia." (10:14)
Parece que esta respuesta en vez de desanimar al pueblo, le llevó no solo a seguir clamando, sino además a llevar a cabo cambios en su manera de vivir, lo cual si movió al Señor a liberarlos una vez más.
"Los israelitas respondieron al Señor: —Hemos pecado. Haz con nosotros lo que te plazca; pero, por favor, hoy sálvanos. Quitaron de en medio los dioses extranjeros y dieron culto al Señor que ya no pudo soportar más la aflicción de Israel." (10:15-16)
Pensaba en que una cosa es clamar, es decir, reconocer ante Dios que necesitamos ser librado de alguna situación o condición, y otra cosa es estar dispuesto a cambiar el estilo de vida que nos lleva a la opresión. Nuestro clamor no siempre va acompañado de una disposición intencional de cambio, y cuando esto ocurre, no estamos atacando la esencia del problema.
Pensaba en las veces que estando oprimido por un estilo de vida que me perjudica, no tomo las medidas radicales y oportunas para no repetirlo. Pensaba en las crisis de comunidades cristianas fundamentada en modelos eclesiológicos consumistas y como a veces hay un clamor y deseo de salir de la crisis sin abandonar los sistemas que la crean. Esto mismo se ve reflejado en nuestra sociedad, que anhelando un cambio social profundo, se niega a cambiar el estilo de vida que nos sumerge en la crisis.
El principio es claro para mi en este día, no es suficiente que yo desee ver la mano de Dios a favor de mi vida, la vida de mi familia, de mi comunidad cristiana y mi vecindario, ni siquiera es suficiente con que yo exprese tal deseo al Señor, Dios espera que nos involucremos en hacer cambios concretos en la manera en la que estamos viviendo. Por ejemplo, si hemos confiado en sistemas materialistas, consumistas y capitalistas y en nuestra crisis clamamos, Dios puede decirnos ahora: "Que el Dios Mamón en quien habéis confiado os salve", otra cosa es que además de reconocer nuestra necesidad, derrumbemos los altares que hemos levantado y empecemos a confiar en el Señor de manera intencional.
Si hay un verdadero deseo de experimentar la gracia y la libertad de Dios, y expresamos ese deseo en oración, ¿Qué cosas dice el Espíritu Santo que deben cambiar en nuestro estilo de vida?
Tenemos que salir de nuestra zona de confort, empezando por cada uno, derribar esos altares, y aprender realmente lo que es confiar en Dios, ¿Sabemos confiar? ¿Cuál es la medida y el tamaño de nuestra fe? Mi oración en este sentido es, Señor, auméntame la fe, para que suelte lo que estorba, haga mi parte y así pueda ver tu obra primero en mi vida y luego en la de los demás. Oración, más acción.
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