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¿Cómo Enseñamos a Ser Cristianos?

¿Qué entendemos por ser cristiano?, tristemente en muchos contextos evangélicos se reduce a haber hecho una oración de arrepentimiento y a partir de ahí, asistir cada domingo a un culto en la mañana. Con estos dos requisitos eres considerado "cristiano consagrado" en muchas iglesias cristianas.

¿Pudiera ser que el afán de ver nuestros edificios llenos nos lleve a ignorar los requisitos de Jesús para sus discípulos?

No creo que nadie quiso o planificó que las cosas fueran así. Y tampoco creo que la mayoría de pastores en nuestro país desean tal estado, sin embargo seguimos pensando que la llegada del poder de Dios a nuestras vidas vendrá por las experiencias vividas en comunidad en medio de tiempos de alabanza y predicación,. Aunque tales actos tengan su efecto y valor, ninguna de estas experiencias colectivas genera un número aproximado de personas que sean así como fue Jesús y sus seguidores. Como dice Dallas Willard en su prefacio al libro "El Espíritu de las Diciplinas"este es un hecho verificable por medio de las estadísticas. 

Siempre me llama la atención el que Jesús no pusiera fácil el seguirle: "tomar la cruz, negarse uno mismo, disponerse a perder la vida, vender todo lo que tienes..." Con razón más de uno rechazó la invitación.

Félix Ortiz nos recuerda frecuentemente que cuando alguien te invita a seguirle bien debiéramos preguntarnos ¿a dónde? y ¿para qué? Estoy muy deacuerdo con él en que hay un doble propósito a la hora de seguir a Jesús:

- Por un lado, seguirle para ver en nosotros restauradas las cuatros rupturas que ha creado nuestra rebelión contra Dios (ruptura con Dios, con nosotros mismos, con el prójimo, y con la creación)

- Por otro lado, seguirle para convertirnos en colaboradores de Dios en la restauración de un mundo roto (para más información sobre este tema pincha aquí)

Para mi, la mejor definición de cristiano es "seguidor de Jesús" y si entendemos las implicaciones de seguirlo, entonces ser cristiano está muy lejos de tan solo haber orado un día y asistir regularmente a cultos dominicales (aunque tales cosas puedan sernos útiles para ello). De hecho, en estos días, es fácil que uno pueda haber cumplido estos dos requisitos, junto con el bautismo y la participación regular del pan y del vino y seguir estando muy lejos de seguir a Jesús.

Estoy convencido que a la mayoría de lectores lo que he dicho hasta aquí le parecerá muy básico y simple, sin embargo, me sorprende la dificultad tan grande que tenemos para hacer seguidores de Jesús en el S. XXI, y me preocupa que nos quedemos con la imagen del cristianismo visible hoy en Europa y América, como lo mejor que podemos aportar los seguidores de Jesús al mundo.

Quizás es tiempo de darnos cuenta, que la mejor manera de comunicar estas verdades (que seguro que hemos oído más de una vez en nuestras reuniones), es sin duda viviendo junto a otros, sacando la santidad y el amor de las cuatros paredes donde la escondemos, para que se haga presente donde estudiamos, trabajamos y vivimos.

Escuché al autor Rick Warren decir que hemos despojado al Cuerpo de Cristo de sus manos y sus pies y lo hemos reducido a una gran boca. ¿Qué tal si como iglesia en vez de reuniones dominicales como el centro de todo lo que hacemos, es la misión quien toma ese lugar en un contexto de discipulado? (y no limito aquí la palabra misión a cruzar las fronteras sino a todo lo que tenga que ver con restaurar estas cuatros rupturas que nombré, en nosotros y en otros). Quizás así, nos sería más fácil asimilar y entender lo que significa ser cristiano y podríamos despojarnos de la imagen de la iglesia como solo una gran boca, añadiendo las manos y pies que este mundo necesita.

Si la misión tomara más lugar que nuestros cultos, algunos seguramente no se atreverían a unirse a tal estilo de vida, debido a la dificultad de desbancar nuestro egoísmo. Otros empezarían y quizás abandonarían al comprobar el precio, pero los que permanezcan, sin duda que cumplirían con la verdadera adoración, experimentarían una comunión sin igual y usarían sus dones para ser luz a este mundo... es decir, enseñarían en que consiste ser un seguidor de Jesús. Las palabras de muchos sermones dominicales o conferencias tendrían el contexto de credibilidad necesario.

Creo que tenemos ejemplos de personas comprometidas con hacer que este mundo llegue a ser lo que debió de ser y no fue por causa del pecado, en los púlpitos de diferentes modelos de iglesia y aun en sus bancos. Pero sostengo que si todos los considerados hoy "cristianos" viviéramos como verdaderos seguidores de Jesús, el impacto en nuestro medio sería notable.

Solo una persona viviendo radicalmente en los principios de Jesús es toda una revolución, ¿qué pasaría con los 50, 100, 300 o 1000 que llenan nuestros edificios o rellenan las redes de iglesias en casas si vivieran comprometidos con el verdadero significado de seguir a Cristo? Por ello sería interesante plantearnos ¿Cómo contribuimos a una comunidad con este enfoque? Quizás necesitemos revisar nuestras agendas y dejar de reunirnos como un fin en si mismo para centrarnos en nuestra razón de ser (observa que no estoy diciendo que no nos reunamos, sino que las reuniones no sean un fin en si mismo). Quizás tenemos que estar dispuestos a ver como muchos se alejan por no querer cambiar sus cómodos bancos por el campo de misión cotidiano...

Algunos me dicen que como iglesia no hay que dejar de hacer una cosa (refiriéndose a reunirnos en el edificio o las casas) para hacer la otra (centrarnos en la vida misional), y tienen razón; no hay duda que podemos tener buenas reuniones que nos inviten y capaciten para la vida misional (yo mismo me preocupo de que así sea), pero sospecho que hay que dejar de dar tanto protagonismo a las reuniones para que la misión real tome el lugar del que ha sido desbancada.

Si además, descubrimos que nuestros cultos no nos ayudan a crear verdaderos seguidores de Jesús y restauradores de un mundo roto, ¿por qué no permitir que algunos entren en crisis al quitarle a nuestras reuniones el lugar tan central que le hemos dado? Es más positivo tan incómodo estado que el vivir engañados toda la vida pensando que estamos siendo buenos cristianos tan solo por reunirnos fielmente un día a la semana.

¿Cómo puedes dar eficazmente a la misión de la iglesia la categoría de locomotora en tu comunidad cristiana?

Ver también:

Cristianismo Consumista

Un Modelo Caduco


Comentarios

  1. Estoy totalmente deacuerdo, creo que nos hemos identificado con símbolos y no con cambios, hemos agarrado aquello que nos protegía del exterior de algún modo, las rutinas son útiles en la medida que producen cambios luego no son más que rituales que nos acostumbran y acallan nuestra conciencia pero nos dejan inertes a lo real.
    me parece genial que exista este blog , creo que debemos empezar a debatir y tomar valentía para cambiar primero dentro de nosotros mismos.
    gracias por compartir esto.
    un saludo

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  2. Gracias por los ánimos y por participar damaris, es alentador saber que hay ganas para hacer cambios. Es cierto que las rutinas pueden acallar nuestras consciencias a pesar de que ese no sea el objetivo de las mismas. De ahí que debemos evaluar constantemente nuestras rutinas para ver si realmente están cumpliendo el propósito por el que las adoptamos. Al fin y al cabo solo son útiles como medios y no como fines.

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