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Hablar de Jesús sin sonar a religioso (parte 2 de 3)

Entrada Anterior: parte 1

En el primer artículo de esta serie aclaré que me centraría en medios que me parecen útiles para el fin de comunicar a Jesús a las nuevas generaciones. También nos acercamos a las ideas negativas que vienen a la mente de muchos hoy, cuando escuchan la palabra "cristiano" o "cristianismo". Dije que estas ideas negativas no son señales de ausencia de hambre espiritual en ellos y finalmente propuse no limitar el evangelio a la verbalización de un mensaje, ya que el mensaje es la persona misma de Jesús.

En adelante, voy a señalar aspectos concretos que creo que deben ser tenidos en cuenta a la hora de compartir de Jesús en el siglo XXI. He decidido acercarme a cada aspecto teniendo en mente la figura del Maestro. Creo que estaremos en terreno seguro si su vida es el GPS para nuestro viaje.

Como una persona

Desde mi punto de vista, palabras y obras son dos caras de una misma moneda cuando hablamos de proclamar a Jesús, traté de aclarar esto en el artículo anterior. Se que algunos hermanos queridos diferencian estos dos aspectos a la hora de tratar la comunicación del evangelio. Ellos resaltan algo que para mi es importante: "el poder de la verbalización de las buenas noticias", lo cual ven como el propósito primario de la misión de la iglesia. Yo voy a tratar la verbalización como un medio más para el  fin de que el evangelio sea entendido y lo haré más adelante. Ahora quiero resaltar el valor de las acciones en nuetsra labor comunicativa. Soy de los que sostengo que un sordo analfabeto no está incapacitado para entender el evangelio y por tanto "la fe viene por el oir" no los excluye. Nuestras vidas comunican nuestra verdadera fe, aun cuando no emitimos palabras.

Hay muchos refranes y frases célebres que vienen a mi mente para adentrarnos en este primer aspecto para comunicar el amor de Dios: "obras son amores y no buenas razones", "tus hechos no me dejan oír tus palabras", y el consejo de Francisco de Asís "predica el evangelio siempre, y si hace falta habla".

Raví Zacharias dijo sobre esta generación que "oyen con sus ojos y ven con su corazón", si esto es así, y los amamos de verdad, debemos aprender el idioma que entienden y usarlo para trasmitirles el evangelio que salva.

Hoy en día nuestro mensaje suena solo a ruido si no tiene un contexto de credibilidad. Esta generación no quiere que le hables de amor, quiere experimentar el amor, no quiere que le hables de justicia quiere experimentar la justicia en su entorno. Tenemos a una generación que necesita alguien que se comunique como Jesús lo hizo durante su ministerio terrenal. Su vida fue un contexto de credibilidad para el mensaje que proclamó a individuos y grupos pequeños y grandes.

Un momento antes de ponerme a escribir este artículo, Mauricio Reyes había escrito lo siguiente en su estado de facebook: "Un universitario madrileño de 23 años me acaba de decir: Si Dios existe de verdad quiero conocerle, no creer en Él, sino conocerle de verdad, como a una persona". Creo que estas palabras nos ayudan a entender mejor la manera en la que esta generación quiere recibir el conocimiento. La pregunta es: ¿Creemos que esta persona puede conocer a Dios de esa manera que pide?, y si es posible, ¿cómo sería?.

Un Dios sin imagen

Es interesante pensar en el mensaje que Dios da al pueblo de Israel, en realidad se trata de algo tremendamente revolucionario. Los diferentes pueblos se relacionaban con sus dioses a través de imágenes talladas, sin embargo, el Dios de Israel les dice a su pueblo que no se harán imágenes de él. Cuando alguien iba a un sacerdote, este, por lo general le ayudaba a conocer lo divino y usaba estatuas, sin embargo, el Dios que dice que no se hagan imágenes de él, dice a su pueblo que hará de ellos una nación de sacerdotes sin estatuas.

¿Sacerdotes que no podrán enseñar imágenes de su Dios como el resto de sacerdotes? ¿Cómo entonces sería dado a conocer este Dios al mundo?, todo apunta a que Él, que por cierto es espíritu,  le gusta revelarse a través de las personas. Sus mandatos a Israel son a vivir de tal manera que fueran una luz para el resto de la humanidad, un testimonio de lo que significa servir al Creador.

Más adelante se cumple la promesa y "el verbo se hace carne"; Jesús nace y viene a mostrarnos como sería Dios 100% humano. Dios encarnado viene a enseñarnos como es lo divino en nuestra dimensión, viene a entregar su vida en nuestro lugar y a resucitar al tercer día para salvarnos. Y antes de ascender al cielo dice que es mejor que él se vaya porque vendrá el Espíritu Santo, el cuál hará una realidad la vida de Cristo en todos sus seguidores. El Espíritu Santo permite que en cierto sentido, la encarnación continue, por supuesto no en el mismo sentido que Jesús, quien es Dios hecho hombre.

La encarnación que continua

El que Jesús viva en sus seguidores nos provee de más que un mensaje verbal para esta generación, nos provee de su misma vida, de sus obras. Nota que dije su vida y sus obras, y no nuestras vidas y nuestras obras, es por ello que hablo de aquello que no podemos relacionar con nuestro mérito personal.

El concepto de encarnación abre nuestros ojos ante la importancia de relacionarnos con nuestro prójimo de la misma manera que Cristo lo hizo cuando pisó esta tierra. No podemos mirar a Jesús sin verle como parte del tejido social de su época; en bodas, en fiestas, con religiosos, con pobres, con ricos, con marginados... su impacto era grande porque su vida no estaba escondida dentro de ninguna burbuja. La gente podía escucharle, pero también verle, olerle y aun tocarle. La presencia y la proximidad de Jesús en su entorno social, unido a su entrega para librarnos de nuestras necesidades, no solo daba autoridad a su mensaje, sino que eran el mensaje encarnado, con razón Juan escribió "que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".

Sin embargo, no nos es fácil seguir las pisadas del Maestro, lo cual me hace sospechar de que estamos necesitados de Su vida. Sylvia, mi mujer, estuvo por años trabajando con un organismo que busca compartir de Jesús en el ámbito universitario. Durante ese tiempo pudo observar algo: los universitarios cristianos "más comprometidos", eran los que menos tiempo pasaban con sus compañeros no cristianos. Los cristianos eran buenos invitándolos  a las actividades creadas para compartir la fe en la universidad, aun para predicar en estas actividades, pero según sus compañeros, los cristianos nunca tenían tiempo para estar con ellos, siempre estaban en reuniones y eventos. La presencia y la proximidad brillaba por su ausencia, lo cual dificultaba servirles en sus necesidades y a su vez, el mensaje verbalizado carecía de un contexto de credibilidad visible.

No debemos sorprendernos de que el mundo nos vea como proselitistas, y que a veces nos teman más a que a los comerciales que tratan de arreglar tu vida, sin importarle tu verdadera situación.

Ser encarnacionales implica salir de la burbuja, dejar nuestra comodidad, estar presentes, ser próximos, atender las necesidades de mi prójimo, proclamar las buenas noticias, en definitiva, que Jesús viva en mi y a través de mi. No hay otra cosa que el mundo necesite más que la VIDA de Jesús, esa que además de oírse, se ve, se siente y se huele.

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