Llego al final de mis reflexiones en Efesios y me encuentro con el famoso pasaje de la armadura. En unos tiempos donde las guerras en el mundo y la religión a menudo van de la mano, reconozco que este tipo de figuras me pone algo tenso. No obstante, Pablo está usando una imagen común para sus lectores (y para él mismo en prisión), en este caso la de un soldado Romano de su época y al hacerlo en realidad nos saca de la lucha violenta con otras personas y nos sitúa en la lucha espiritual contra lo que nos desconecta de Dios, de nosotros mismos, de nuestro prójimo y de la naturaleza. Nos invita a ir más allá del propio poder violento que representa Roma, para mostrarnos que el adversario al que hemos de enfrentar es espiritual y no físico. Además nuestras armas no son las de Roma, y a la vez superan el poder de las armas de Roma: se trata de la verdad, la rectitud, el evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra de Dios. "Por eso es preciso que empuñéis las armas que Dio...
en una era denominada post-cristiana